Ya en la calle el nº 1037

Una pequeña aldea «gala» llamada Mula (1296-1304)

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José Antonio Zapata Parra

Arqueólogo Municipal de Mula

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Cuando era un “zagal”, como solemos llamar a los jóvenes en la Región de Murcia, la lectura de comics era algo habitual los fines de semana y durante las vacaciones. Mortadelo y Filemón, Súper López, Zipi y Zape,… y como no, Astérix y Obélix. Quien no recuerda, al comienzo del tebeo, el mapa de imperio romano y la Galia, cuyo ejército había llegado a los confines del mundo conocido, con Julio César a la cabeza. Bueno…. todo el imperio no llegó a conquistarse, pues una pequeña aldea gala, resistía heroicamente los envites de las legiones romanas, aunque fuera con la ayuda de la poción mágica y del druida Panoramix.

Una pequeña aldea "gala" llamada Mula (1296-1304)
Castillo de Mula

Y estarán preguntándose los lectores, porque comienzo esta historia recordando los comics de Astérix y Obélix, pues sencillamente, porque la gesta de aquella pequeña aldea gala, sucedió en el Reino de Murcia a finales del siglo XIII, cuando la ciudad de Mula, resistió heroicamente la conquista de rey Jaime II de Aragón entre 1296 y 1304, periodo en el que todo el reino murciano llegó a estar bajo la corona de Aragón, a excepción de Mula. Sin duda, este episodio, con implicaciones de carácter nacional, como bien expresó el profesor Jiménez Alcázar, debería reivindicarse como gesta en la memoria colectiva del pueblo de Mula y de la Región de Murcia.

Todo comenzó como consecuencia de las disputas al trono de Castilla entre en futuro rey, Fernando IV y el pretendiente al trono, Alfonso de la Cerda. Este último, solicitó ayuda al rey Jaime II de Aragón a cambio de la cesión del reino murciano. Por en entonces, la situación de Mula distaba lejos de la rendición con la llegada de las tropas de Jaime II. La Crónica de Fernando IV describe perfectamente la situación de las ciudades murcianas:

En este tiempo mesmo movió el rey de Aragón con su hueste e fue al reyno de Murcia, e por consejo de los de la tierra, que eran catalanes, dieronsele todas las villas e los castillos, salvo ende Lorca que moravan castellanos, e otrosí Alcalá e Mula.

Del relato anterior, se desprende que las ciudades que habían sido repobladas mayoritariamente con población castellana, se mantuvieron fieles al rey Fernando IV, mientras que las que había sido repobladas con población catalana y aragonesa capitularon rápidamente. Tras la conquista de la ciudad de Murcia, el rey Jaime II intentará pactar una capitulación con Mula. Sin embargo, el pacto fue rechazado y el 28 de mayo de 1296, el rey aragonés se encontraba asediando la villa y el castillo de Mula, penetrando en el interior de sus muros al día siguiente, tras la capitulación del alcaide Pedro Zapata, que fue confirmado en su cargo, tras aplazarle una deuda que tenía con la justicia de Valencia. Como consecuencia del asedio, las murallas y el castillo sufrieron números daños, solicitando el rey Jaime II el 4 de junio a su hermano, Jaime Pérez, al que había nombrado Procurador del Reino de Murcia, la necesidad de un carpintero y un maestro de hacer tapial para reparar el castillo de Mula. Así mismo, el 2 de agosto, otorgaba fondos comunales para la reparación de las murallas y otras necesidades.

Ese mismo día, el rey aragonés confirmaba a los vecinos de Mula, tanto cristianos, como musulmanes y judíos, los privilegios, donaciones, buenos usos y costumbres que los reyes de Castilla, particularmente el rey Fernando III y su hijo Alfonso X les había otorgado hasta ese momento.

Sin embargo, en 1298, los vecinos de la villa de Mula se levantaban contra las huestes aragonesas establecidas en el castillo, expulsaban al alcaide Pedro Zapata e instalaban un pendón de la corona de Castilla en lo alto de la fortaleza, reconociendo al monarca Fernando IV. De esta forma, comenzaba un nuevo asedio por parte de la corona aragonesa que duraría hasta 1304. Fueron seis años de dura confrontación, que terminaron con la villa de Mula como el último reducto castellano en el reino de Murcia.

El 14 de mayo de 1298, se constituía una nueva expedición para reconquistar la villa y el castillo. El rey aragonés no podía permitir la pérdida de la plaza muleña, pues afectaba a su prestigio y podía provocar el levantamiento de otras poblaciones murcianas. Para tal cometido nombró a su nieto, Jaime de Xérica, como Procurador General del Reino y encargado de recuperar Mula. Tras dos intentos de formar ejército con las vecinas poblaciones del reino de Valencia y sin dinero suficiente para llevar a cabo la contienda, Jaime II decidió dejar la complicada empresa de conquistar las plazas fuertes que aún quedaban en reino murciano: Lorca, Alcalá y Mula, a Bernardo de Sarria, la persona más prestigiosa de la Corte. El 1 de abril de 1300, era nombrado Procurador General, comenzando un asedio militar intenso a las plazas rebeldes.

A finales de julio, Sarria comunicaba a Jaime II que estaba en contacto con dos vecinos de Mula, en un intento de “soborno” para que dejaran libre acceso al recinto amurallado, aprovechando que el alcaide muleño había marchado a la corte castellana a devolver formalmente el castillo al rey Fernando IV. Sin embargo, los muleños no aceptaron las prebendas, circunstancia que sí sucedió meses más tarde en Lorca, en enero de 1301, que capituló tras la traición del alcaide lorquino.

Pocos días después de la caída de Lorca, el ejército castellano, que había llegado hasta Alcaraz, enterados de la conquista de la ciudad del Guadalentín, optaron por abastecer las plazas de Alcalá y Mula, internándose en la comarca del río Mula para volver al interior de la Meseta. Ante esta situación, el rey Jaime II abandona la idea de una conquista personal y antes de marchar a Cataluña, entrega el 21 de febrero de 1301, el señorío de la villa de Mula a Bernardo de Sarria, con el encargo de la conquista.

Tras un intento diplomático de rendición, con tregua incluida, los muleños solicitaron avituallarse, pues la falta de alimentos terminaría con la entrega del castillo. El Procurador comunicó tal circunstancia a Jaime II. Sin embargo, todo era una treta, pues dos semanas después de dirigirse al rey, encontrándose en Molina el  Procurador, 50 jinetes, 500 infantes  y 110 bestias de carga entraban por la noche a la villa de Mula con vituallas.

En mayo de 1301, Bernardo de Sarria mandaba construir una bastida con el fin de asaltar la fortaleza muleña, destinando los 700 hombres enviados por Jaime II a su hueste, que se encontraba asediando duramente Mula, parte de la cual sufrió un gran incendió. El lanzamiento de bolaños de piedra, a través de grandes catapultas, impactaban contra los muros de la villa y de la fortaleza. Pero Mula no caía.

El castillo de Alcalá termino por rendirse, capitulando su alcaide a comienzos de 1303. Mula estaba sola, era la única plaza castellana en el reino. Las diferentes ciudades murcianas estaban cansadas de las continuas levas de Bernardo de Sarria para la conquista de Mula. Los sitiadores, en marzo de 1303, deciden abandonar la bastida y el sitio de Mula, que se había convertido en una pesadilla para los aragoneses. Jaime II terminó por reemplazar a Bernardo de Sarria como Procurador General, destinando el ejército aragonés en el reino murciano al mantenimiento de las plazas conquistadas, que precisamente rodeaban a Mula.

En agosto de 1304, se firmaba el Tratado de Torrellas, la paz entre Castilla y Aragón, con el acuerdo de que la zona norte del reino de Murcia, hasta Orihuela, sería conservado por Aragón, el resto sería devuelto a Castilla, a excepción de Mula, donde ya ondeaba el pendón de Castilla.

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