CS
TALLER DE ESCRITURA
– ¡Hala, Hala¡ ¿Es que siempre vas a tener esa mala puntería? Toda la vida meándote en las baldosas y yo detrás de ti con la fregona…
- Mujer, ahora es peor que antes ¿no ves que me tiembla la mano?
- Y mira… dijo señalándose la bragueta; tengo un rodal…
- Vamos, que ya no te conformas solo con manchar el suelo ¡madre mía, que castigo! Anda, cámbiate de pantalón.
- Mira, no te quejes tanto, con lo que nos queremos, no lo vayamos a estropear ahora por esta tontería
- ¿Tonterías? Tonterías dice – dijo la mujer riéndose y acariciándole la cara – si es que ya no tengo fuerzas ni para escurrir la fregona.
- ¡Anda, calla, calla, dame la mano y vente conmigo al salón! Vamos a hablar un poco mientras esperamos!.
- Ya lo tenemos todo preparado: una maleta para ti y otra para mí. Todos los demás son trastos, cosas que ya no necesitamos y con las que tú te has desvivido para tenerlas pulcras y ordenadas; tus desvelos para con ellas nos han quitado tiempo de estar juntos y disfrutar.
La mujer reía
- Tienes razón: ahora será todo muy distinto. Pero ojito, ojito ¡que no te vea mirar demasiado a ninguna compañera, sabes que toda la vida he sido muy celosa y tú… un picarón de mucho cuidado!
- Te lo prometo, ¡solo te miraré a ti!
Sonó el timbre….
Cuando bajaron del coche se miraron con cara risueña y de complicidad: al fondo, un edificio y el nombre de éste: Residencia de la tercera edad.
Todo fueron parabienes, a su llegada. Los recibió una enfermera encantadora, y muy guapa y por mucha promesa que le hizo un rato antes a su mujer, se quedó mirándola como bobo; ella respondió a tanta ofensa con un pellizco en el trasero.
Los llevaron a su cuarto y nada más abrir la puerta se miraron diciéndose ¡No! Con la cabeza. Allí había dos camas. Ella le hizo un gesto a él, para que fuera el portavoz.
- Señorita, nos gusta la habitación; está limpia y tiene mucha luz, pero hay algo que sobra y es preciso que desaparezca antes de la noche.
- ¿Qué es ello?- preguntó la chica
- Pues sobra una cama o más bien las dos. Usted se lleva estas y nos trae una más grande.
- A nosotros nos gusta dormir juntos… ¿sabe usted?…
- Bueno, eso es algo que posiblemente tenga solución pero no hoy. Tengo que hacerlo saber a la Junta; y a ver qué pasa.
– ¿Es que no me ha entendido señorita?- dijo el hombre con una sonrisa -La queremos para esta misma noche.
No estamos dispuestos a separarnos, precisamente hoy, que empezamos una nueva vida… ¿Y si nos sentimos solos? ¿No será mejor que estemos juntos para cogernos la mano… o lo que se nos ocurra?
La enfermera se ruborizó, pero se notaba que intentaba aguantar la risa. Mire señorita, tengo la solución: (a todo esto, la mujer permanecía con la cabeza inclinada y con una risa picarona).
- ¡Nos traemos la cama de casa! Ustedes no se tienen que preocupar de nada. Yo me encargo. Llamaré a mi ex portero y él nos la hará llegar.