Ya en la calle el nº 1040

Una ciudad a ciegas: Daredevil

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

CARLOS MARTÍNEZ SOLER

Los que me conocen saben que soy un fiel admirador del mundo del cómic, mi pasión empezó de forma tardía, ya entrado en los 20, pero desde entonces no me he alejado de su universo y consumo de forma habitual muchas de sus obras: V de Vendetta, WatchDaredevilmen, X-Men, The Punisher, The Walking Dead… Digo esto porque siempre que me enfrento a la adaptación de un cómic, ya sea para cine o para Tv, me entran serias dudas de si darle una oportunidad o no, pues son más los descalabros que las obras reseñables.
A pesar de mis reticencias siempre termino cayendo en la tentación e hincándole el diente a estos relatos, ya sea Arrow, The Flash, Gotham, etc. Hoy toca hablar de Daredevil, a la cual he decidido darle una oportunidad tras sufrir la insistencia continuada de muchos allegados para que le echara un vistazo.
Vistos sus cuatro primeros episodios he de reconocer que me he llevado una grata sorpresa. Daredevil no es una adaptación de cómic al uso, tipo The Flash, sino más bien una obra visceral, realista, tremendamente oscura y muy pero que muy alejada de la patética adaptación que se hizo años atrás del personaje y a la que dio vida Ben Affleck. Al igual que hizo Nolan con Batman, Drew Goddard y Netflix han querido alejar a su héroe de los arquetipos clásicos del género, presentándonos a un hombre enmascarado, en este caso el abogado Matt Murdock, como el defensor que todos los días se enfunda el traje de Daredevil para sacar a su barrio (Hell´s Kitchen) de la ceguera absoluta en la que está inmerso.
Hell´s Kitchen de cara a la galería parece vivir un despertar y un rejuvenecer económico. Sin embargo, bajo sus cloacas nos encontramos un universo de perversión, corrupción, luchas de poder, drogas…, dirigido por Wilson Fisk, Kingpin para los amigos (no se pierdan la presentación del malvado, simplemente brutal), al que el abogado sale a dar caza todas las noches
La ceguera física que sufre nuestro protagonista no es más que una metáfora del mundo en el que vivimos, ése que no hace más que pasar por alto un despropósito tras otro. Por suerte, en la ficción será Daredevil el encargado de acabar con nuestros infortunios, de día como abogado y de noche como defensor, faceta esta última que desarrolla a las mil maravillas pese a la ceguera que sufre desde la infancia.
Daredevil destaca por varios elementos: una trama policial sólida y consistente, unas pinceladas de acción perfectamente coreografiadas, crudas, violentas, algunas de ellas cercanas al gore, un apartado sonoro sobresaliente, una ambientación cuidada y una desmitificación del héroe muy cercana a la del Caballero Oscuro, pues aquí al igual que en Batman, Daredevil recibe palos como el que más, se enfrenta a dilemas morales, toma malas decisiones, etc., demostrándonos que en estos tiempos cada vez tiene más cabida un héroe anclado en la realidad que uno inmerso en su mundo de fantasía.

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