Ya en la calle el nº 1040

Una anécdota del Carnaval de Caravaca de 1899

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

FRANCISCO FERNÁNDEZ/ARCHIVO MUNICIPAL

No siempre se ha celebrado en Caravaca el carnaval de la misma forma ni con la misma intensidad, siendo uno de sus momentos de mayor auge los años finales del siglo XIX y los primeros del siglo siguiente.

En esa época el abanico de celebraciones que se realizaban era bastante amplio, abarcando desde los elegantes bailes organizados por las sociedades recreativas y círculos artísticos hasta las parodias y bromas callejeras ejecutadas por las personas que recorrían las calles de la ciudad disfrazadas, lo que ocasionaba que esta fuera una de las fiestas que mayores preocupaciones causaban a la autoridad, ya que la presencia de personas ocultando su identidad con máscaras y disfraces a menudo ocasionaba problemas y altercados, al tiempo que favorecía la perpetración de delitos. Por eso era habitual que cuando se organizaba alguna celebración de carácter popular se prohibiera expresamente el uso de máscaras, excepto –evidentemente- en el carnaval. Siendo también esto uno de los motivos de que entre ciertos grupos de la población se criticase esta fiesta y se intentase su prohibición: «El carnaval nos ha parecido siempre una tontería tremenda, un derroche soberano de insensatez y de mal gusto, con ropaje artificioso de alegría fingida y mal entendido regocijo». Pero no solo detractores tenía el Carnaval, también había una serie de entusiastas que año tras año intentaban mejorarlo organizando bailes y otros actos y también sacando nuevas comparsas: «Parece que reina alguna animación entre los aficionados a las fiestas de Carnaval. En el casino y en el Círculo Artístico, prometen estar muy concurridos los bailes de máscaras. Además que sepamos, se preparan entre otras, tres comparsas; de marineros, de rifeños y otra de alpargateros. A divertirse tocan».

Con el fin de reglamentar el Carnaval, en las ordenanzas municipales de policía aprobadas el 15 de agosto de 1895 por el Ayuntamiento de Caravaca presidido en aquel entonces por D. Francisco Sánchez Olmo, se incluyó un capítulo dedicado estas fiestas que constaba de 7 artículos cuyo cumplimiento era obligatorio para todos aquellos que participaran en ellas.

Las referidas ordenanzas entraron en vigor al día siguiente de su aprobación, por lo que fue durante el carnaval de 1896 cuando se aplicaron por primera vez. Los 7 artículos de que se compone son los siguientes:

–          Artículo 1: En los días de carnaval se permitirá andar por las calles con disfraces, pero se prohíbe llevar la cara cubierta después de anochecer.

–          Artículo 2: Se prohíbe usar para los disfraces, trajes que imiten la magistratura, los hábitos religiosos, los de las órdenes militares, o los uniformes que estén asignados a clases oficiales.

–          Artículo3: Se prohíbe asimismo a las máscaras, hacer parodias que puedan ofender a la religión, a la decencia y a las buenas costumbres, insultar a las personas con obras o palabras que ataquen el honor o reputación de las mismas, y usar palabras o ejecutar acciones o gestos que puedan ofender a la moral o al decoro.

–          Artículo 4: Los enmascarados no podrán llevar armas bajo ningún pretexto.

–          Artículo 5: Solamente la autoridad o sus dependientes podrá obligar a quitarse la careta a la persona que hubiese cometido alguna falta o producido disgustos o cuestiones con su comportamiento.

–          Artículo 6: No se permite que por las máscaras, ni por ninguna otra persona, se arroje a nadie agua, harina ni ninguna otra materia, objeto o sustancia que pueda ensuciar o causar daño.

–          Artículo 7: Los enmascarados que faltaren a cualquiera de las prescripciones contenidas en los artículos precedentes o a lo dispuesto por los bandos, reglamentos u órdenes que se dicten, serán detenidos inmediatamente por los agentes de la autoridad y puestos a disposición de esta.

Estas ordenanzas no tuvieron la observancia pretendida por las autoridades, de modo que unos años más tarde, en el Carnaval de 1899, salió una comparsa parodiando al ayuntamiento, lo que causó gran malestar entre los políticos locales. El periódico caravaqueño La Luz de la Comarca en su edición de 19 de febrero recoge así lo sucedido: «Coméntase con ardor los sucesos que tuvieron lugar el martes último, con ocasión de una mascarada que discurrió por nuestras calles, la cual dada la escasa animación de este carnaval, llevaba un numeroso cortejo de espectadores. Componíanla cinco individuos que, montados en un carro, llevaban distintivos característicos de algunos de de nuestros tenientes de Alcalde, Concejales y políticos de altos vuelos. Parodiaban una sesión de Ayuntamiento, si bien de manera imperfecta; y como esto mortificase algún tanto a ciertos señores que ocupan lugar preferente en los escaños del concejo, previo breve y poco meditado concierto, se acordó la recogida de los que públicamente así obraban, por mas que no hubiera en nuestras ordenanzas y en las leyes generales precepto alguno que les autorizase para proceder así. Y efectivamente, al pasar por la puerta del Círculo Artístico, en donde estaban algunos de los que se suponían ofendidos, los polizontes hicieron presente a los de la comparsa, que tenían que recogerse inmediatamente por disposición de la autoridad. Hubo algún señor, respetable, digno y nada aficionado a exhibiciones, que ante atropello tan inaudito protestó de la arbitrariedad cometida, mas propia de tiempos inquisitoriales, de de épocas que se llaman democráticas». Las protestas de los espectadores causaron su efecto y, al poco, reapareció el grupo, que continuaba manteniendo los disfraces, aunque ahora iban a pié. Volvió a parecer la policía con la intención de detenerlos, pero «se amotinó un considerable grupo de personas que les acompañaban, protestando a voz en grito de semejante conducta», ocasionándose el consiguiente tumulto. Empezó a acudir gente, y algunos mediaron para evitar «que el conflicto adquiriera gravísimas proporciones», de modo que tras la retirada de la comparsa volvió a reinar la paz. Parecía que el conflicto había quedado zanjado, pero tres días después D. Pedro Ruiz Latorre, alcalde de Caravaca, presentó una denuncia en el juzgado contra los cinco componentes de la mascarada y otras cuatro personas, entre ellos D. José de Haro, director del mencionado periódico “La Luz de la Comarca”; lo que fue objeto de que desde sus páginas se criticara con dureza la actuación del primer edil «tenemos que decirle que aprenda un poco mas y no se deje seducir tan fácilmente, por mas que se vea obligado a prestar humilde respeto a quien le colocó tan alto, quizás para que en casos como el presente haga enorme plancha». Desconozco como concluyó el asunto, pero la narración de esta anécdota nos permite conocer de manera muy descriptiva cómo se celebraba el carnaval en nuestra ciudad en los años finales del siglo XIX.

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