Ya en la calle el nº 1039

Un siglo de afición taurina en Caravaca (2ª Parte y final)

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García/Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

En la primera parte de este artículo constatábamos el gusto y afición de los caravaqueños por los espectáculos taurinos, así como las distintas Concesión de la Medalla Plata a la Peña Taurinaasociaciones surgidas en nuestra ciudad en torno a los mismos, desde el primer intento organizativo que tuvo lugar en 1914 hasta la desaparición del Club Taurino Niño de la Palma, dos décadas más tarde.
Tras varios años de intensa actividad y gran participación social, en marzo de 1934, el Club Taurino Niño de la Palma anunciaba su cierre, tras el abandono unos meses antes de gran parte de sus miembros, debido a las discrepancias internas entre los mismos. El sector que permaneció en el Club no pudo, o no supo, afrontar el reto de mantenerlo operativo, optando por su cierre, mientras tanto, el grupo disidente, integrado por los asociados que abandonaron el Club antes de su clausura, intentaron una nueva aventura organizativa, constituyendo otro Club con sede en el popular Bar León, situado en la Plaza del Arco (donde actualmente se ubica el Bar El Arco). Este nuevo Club, inicialmente denominado con el nombre del bar que lo acogía, fue un claro ejemplo a nivel local de cómo la afición a los toros jugó un importante papel en la vertebración de una sociedad tan divida como lo era la española de la época.
En la primera mitad de la década de 1930, la afición taurina en nuestra ciudad era extraordinaria. La reforma e inauguración de la Plaza de Toros en 1926 favoreció el desarrollo e incremento de la misma, sustentándose tanto en los importantes festejos profesionales programados regularmente por las empresas taurinas, como en los numerosísimos protagonizados por aficionados locales, algunos de los cuales intentaron, con desigual fortuna, hacerse un hueco en el difícil mundo del toreo profesional: Julián Medina, «Negro de Levante», «Torón», los hermanos Fuentes, etc. Entre todos ellos sobresale la grandiosa figura de Pedro Barrera que, desde su debut en 1932, gozó de las simpatías de todos sus convecinos, especialmente los taurinos, que pronto buscaron lugares de reunión donde comentar y alabar los éxitos que el novillero caravaqueño obtenía en la mayoría de los lugares donde se presentaba, formándose de este modo una improvisada Peña a su alrededor. En la elección de su sede tuvo lugar una curiosa circunstancia, ya que entre los partidarios del torero había personas de todo tipo de ideologías políticas, a resultas de lo cual unas veces se reunían en el Círculo Mercantil, sede de los sectores más conservadores y derechistas, y otras, en el Bar de los Yemas, donde solían acudían los izquierdistas. Ambos establecimientos estaban localizados en la Plaza del Arco, con escasa separación entre los dos, tan solo unos 20 metros, el Círculo en la ubicación que mantiene en la actualidad y Los Yemas en la antigua casa solariega de los Díaz de Mendoza, actualmente desaparecida y sustituida por un moderno edificio cuyos bajos ocupan diversas tiendas de recuerdos, que hacía esquina con la Calle Balazote.
Esta situación no resultaba del agrado de ninguno, produciéndose con frecuencia discusiones y situaciones desagradables, no entre los taurinos, sino con el resto de asociados y clientes, por lo que decidieron constituir oficialmente una Peña Taurina bajo la denominación del refulgente astro caravaqueño, ubicando su sede en el referido Bar León, situado en el lado opuesto de la plaza en territorio considerado neutral, donde todos podían reunirse sin problemas. Este local era muy del gusto de los aficionados, ya que albergaba desde poco tiempo antes una especializada tertulia taurina, como queda mencionado anteriormente. En este bar, en la habitación del fondo excavada bajo la cuesta del castillo, se estableció la Peña Pedro Barrera y allí acudía el matador los domingos por la tarde que le dejaban libres sus compromisos profesionales, para saludar a sus seguidores e informales de los progresos de su carrera. Como en aquellos tiempos las noticias no se recibían con la inmediatez que en la actualidad, especialmente si se trataba de algún pueblecillo o pequeña ciudad, que era donde habitualmente toreaba Pedro Barrera en estos años, se hizo célebre la pizarra que se colocó en la puerta del bar, donde se anotaba con grandes letras el lugar de sus intervenciones y el resultado de las mismas, así como cualquier otra noticia relacionada con el diestro caravaqueño, que telefónicamente transmitían al responsable de la Peña los acompañantes del novillero, para conocimiento de los aficionados y transeúntes en general.
La Peña Pedro Barrera se mantuvo hasta el comienzo de la Guerra Civil. Tras su conclusión volvieron a organizarse festejos taurinos, el primero el 8 de octubre de 1939 con la participación del «Niño del Barrio», Pedro Barrera y Pepe Luís Vázquez, surgiendo de nuevo un nutrido grupo de aficionados, que se iría incrementando con los sucesivos y constantes éxitos de Barrera, convertido en matador de toros en 1941, y la aparición de otro numeroso grupo de jóvenes que intentaron dedicarse profesionalmente a los toros: «Niño de Caravaca», Ramón Barrera, Alfonso del Toro, Antonio Ródenas, Martínez Reina, etc. Sin embargo no sería hasta mediados de los años 60 del pasado siglo, momento en la Plaza de Toros de nuestra ciudad estaba cerrada y sin posibilidad de programar festejos debido a su estado ruinoso, cuando un grupo de aficionados caravaqueños decidieron agruparse y formar una nueva asociación, surgiendo así la Peña Taurina Caravaqueña. Su gran promotor y primer presidente fue José María Marín Linares, un oficial del juzgado destinado en esa época en Caravaca, que contó con el gran apoyo del profesor Francisco Martínez Mirete, así como de otros relevantes aficionados de la localidad. La recién creada Peña Taurina Caravaqueña instaló su sede en un amplio local en la Calle Sor Evarista (actual Canalica) que disponía de varios salones, bar y un patio con una pequeña plaza para recreo de los socios. El cargo de vicepresidente recayó en Pedro Angosto, quien junto a Juan Fernández Sánchez, Francisco Rodríguez, Joaquín López Battú, Pedro Ruiz «el Nino», Valentín Leante y otros, formaron una célebre tertulia taurina instalada en la botica de López Battú en la Calle Mayor, defensora a ultranza del purismo en el toreo personificado en el diestro rondeño Antonio Ordóñez, de quien se convertirían en seguidores recorriendo toda España para ver sus actuaciones. Curiosamente cuando la Peña Taurina se trasladó de la Canalica, lo hizo a este inmueble, que se había quedado desocupado, tras el cambio de la referida farmacia a la Gran Vía. En 2006 la Peña se trasladó a su actual ubicación, ocupando parte del que fue Colegio de Jesuitas en nuestra ciudad, haciéndose poco después cargo de la misma mi padre, hasta su fallecimiento el pasado año.
Desde el primer momento la Peña Taurina Caravaqueña desarrolló un papel importante en el mantenimiento de la afición taurina en Caravaca. A lo largo de su ya dilatada historia, ha programado y desarrollado gran numero de actividades, entre las destacan el festival de 12 de noviembre de 1967 que contó con la participación de Victoriano Valencia, Martín Sánchez «Pinto», Juanito Muñoz, Flores Blázquez, Sánchez Bejarano y Sánchez Coloma, en el que se indultó un novillo de nombre «Faraón» perteneciente a la ganadería de Sánchez Cajo de Albacete o el de 1978 en homenaje a Pedro Barrera. Ha organizado conferencias, tertulias, exposiciones, viajes, tentaderos, publicado revistas taurinas y un sin fin de actividades, que le valieron para ser distinguida por la Real Federación Taurina de España con la Medalla de Plata en 2008 y la de Oro en 2010.
Junto a la Peña Taurina existe en nuestra ciudad otra Peña, formada en torno al torero caravaqueño Antonio José «El Rubio», matador de toros desde que tomara la alternativa en la vecina Cehegín en 2003, que también ha desarrollado y continúa desarrollando ciertas actividades alrededor del mundo de los toros.

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