ANTONIO F. JIMÉNEZ
¿Comerían migas y michirones los pastores de la época de Herodes? Al menos los de Bullas sí. Y lo siguen haciendo cada Navidad. Este año, las figuras vivientes del Belén se han colocado por las callejas aledañas a la Plaza Vieja, donde se celebraba el primer Zacatín de 2016 el pasado domingo 3 de enero.
ANTONIO F. JIMÉNEZ
¿Comerían migas y michirones los pastores de la época de Herodes? Al menos los de Bullas sí. Y lo siguen haciendo cada Navidad. Este año, las figuras vivientes del Belén se han colocado por las callejas aledañas a la Plaza Vieja, donde se celebraba el primer Zacatín de 2016 el pasado domingo 3 de enero.
Si Bullas despedía 2015 con dulces y postres navideños en su último mercadillo, el municipio abre el año con el Belén viviente. El concejal de Cultura, Antonio José Espín, revestido con los ropajes de la época bíblica, representó el papel de San José en el entrañable rincón del Nacimiento. El Niño Jesús en brazos de su madre la Virgen María era un bebé auténtico con sus muecas sinceras y no con la hierática expresión de un muñeco.
Por el contorno, el visitante se encontraba con los leñadores partiendo los leños casi con la misma nemotecnia que las figuras con pila de motor; solo que el hachazo, por la fuerza humana, era más expresivo, más vívido. También se podrían tropezar los turistas inmersos en este Belén viviente con Herodes y su patrulla de romanos haciendo la ronda por estos callejones y recovecos empedrados. Dos actrices de la compañía teatral de Bullas, Matícate, hacían de empleadas del censo de aquella época, atendían a los niños vestidos de domingo haciéndoles de escribanas para mandarle la carta a los Reyes Magos.
Las gallinas y los cerditos valientes decoraban las estampas cerca de los pastores, pastoras y pastorcillas muy animados, que, cerca del trono del rey Herodes, comían michirones, migas, platos típicos de Bullas; bebían vino, cebada, hacían ganchillo, cantaban villancicos, adoraban al Niño con alabanzas y ofrecían a todos los visitantes sus mejores manjares con la dócil y sempiterna amabilidad de los santos humildes.