Ya en la calle el nº 1040

¿Son posibles los pactos políticos?

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Juan Fernández Montoya.

Se pueden hacer pactos políticos sobre muchos y variados aspectos de la vida.

Estos no impedirían a los partidos políticos ser fieles a sus principios ideológicos, razón principal de su existencia. Todavía quedaría un amplio campo para que la ciudadanía pudiera distinguir las diferencias con las que poder elegir a unos u otros…

Se supone que por encima de líneas ideológicas estaría siempre, en casos de emergencia, la atención a los ciudadanos a los que han de servir.

Pactos sí. Para salvar una situación de atropello, de caos, de atasco o crisis grave. Pactos sobre el agua, sobre la emigración, sobre la jubilación, sobre la salud… Pero para llegar a cualquier acuerdo es preciso el desear hacerlo para conseguir los fines que se proponen, no otros .Pactos entre “caballeros” por decirlo de modo antiguo. Pactos que piensen en el bien común, pactos para bien de todos, no del pillo de turno, del aprovechado, del truhán.

Y recordando otros tiempos y narraciones novelescas no se hagan entre pillos (dejaremos que coman las uvas de dos en dos para comerlas nosotros de tres en tres).

Pactos a la antigua usanza donde la palabra era más que una escritura (hoy también devaluada) donde se moriría antes del deshonor de incumplirla.

Pero será imposible si antes del pacto se piensa en cuál habrá de ser la rentabilidad en votos. ¡Ay de los votos! Que pueden ser el nacimiento y la muerte de la democracia, si se buscan de manera engañosa y canallesca.

Pactos entre los que trabajan de buena fe en ordenar y conducir el Estado desde las distintas orillas del devenir de la vida.

No podrán hacerse pactos entre los que estarían dispuestos a quedarse tuertos con tal de que el adversario político quede ciego. Pactos entre los que miran su orgullo ,su brillo, las ganancias particulares que les pueden reportar más que la consecución de la justicia , la solidaridad, la paz y la auténtica convivencia entre personas, pueblos y naciones.

Pactos SI. Para propiciar soluciones que hagan posible el desarrollo sostenible, el mantenimiento de los servicios públicos fundamentales, el trabajo que vaya erradicando el paro que es el mayor peligro para la convivencia pacífica y democrática en 2013. Para reformas urgentes, para señalar líneas intocables, sobre el agua, sobre la emigración, sobre la educación, la salud, la protección social. No como aquel intento de pacto en la que el grupo Popular se burló del ministro Gabilondo después de una actuación impresentable. Pacto donde las partes intenten aproximarse con realismo y honradez. No buscando que sólo se plasmen en los acuerdos los propios posicionamientos.

Pactos económicos que nos permitan pertrecharnos contra los especuladores, sinvergüenzas y ladrones de los mercados que quieren vivir con el mínimo esfuerzo y engordar con el sudor, la miseria y la muerte de los más pobres. Que lejos de querer unas ganancias razonables y lícitas quieren ahogar al convecino y dejarlo sin posibilidades de vivir. Aprovechándose de la permisividad y de su saber (que alcanzó con la ayuda de todos, de su fuerza que obtuvo por el silencio de los que se callan o de su predominio que tiene por su falta de respeto a los demás sin mirar derechos ni necesidades).

Pactos que, en la mayoría de los casos, no llegarán a hacerse. Siendo tan necesarios y urgentes. Después buscaremos culpables en la otra orilla.

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