Ya en la calle el nº 1040

Solución final: deportaciones y vallas electrificadas

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JUANI MARÍN/CONCEJAL DE IU-VERDES CARAVACA

Asisto con tristeza y estupefacción a como han resurgido el racismo y la xenofobia, en redes sociales o en el bar de la esquina, estos últimos días en España. Asisto con tristeza y estupefacción a como han desaparecido los valores y la empatía hacia nuestros semejantes, hacia los que más lo necesitan y nada tienen. Recordaba incluso las palabras de un tal Jesús que decía “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis” Mateo 25, 35.

Hace pocas semanas homenajeábamos y reconocíamos a nuestro deportado, Juan Aznar, y hoy pedimos deportaciones….triste, ¿no?

Escuchamos como los líderes políticos hablan de que no hay papeles para todos, (para todos los que no se llamen Cristiano Ronaldo que nos abandona dejando una deuda millonaria a Hacienda, 19 millones de euros) o a otros, que abrazaban refugiados en Grecia y nos decían que eran personas y que esta situación suponía el fracaso de Europa, y hoy, sin embargo, nos dice que el gobierno debe dejarse de “buenismos”.

Pues no, no defiendo las agresiones a nuestra Policía o Guardia Civil, pero tampoco defiendo las deportaciones, ni las vallas electrificadas, ni me gusta escuchar eso de “que se ahoguen en el mar” porque no me diferenciaría en nada de los violentos.

El problema es mucho mayor y siempre lo pagan los mismos, nuestros semejantes, los de abajo, los que nada tienen. Toda esta gente que intenta llegar para vivir el “sueño europeo”, huye de la muerte en sus países, en unos casos por guerra y en otros, por falta de futuro. Futuro que les roban nuestros gobiernos occidentales y del primer mundo.

Hace pocos días leía en la prensa un reportaje sobre el coltán, mineral necesario para la fabricación de nuestros indispensables móviles. El coltán está allí, en África, y si nuestros gobiernos no explotaran las minas con trabajadores en condiciones de esclavitud, quizá no tendrían que venirse a Europa, porque tendrían un futuro, un trabajo y una vida junto a sus familias.

Ese es el problema, un primer mundo que roba al tercero, y este muere de hambre. Ya lo dijo Saramago “El desplazamiento del sur al norte es inevitable; no valdrán alambradas, muros ni deportaciones: vendrán por millones. Europa será conquistada por los hambrientos. Vienen buscando lo que les robamos”

La solución no está en los muros, ni las alambradas, la solución la tienen los gobiernos a los que votamos cada cuatro años y que deberían tomar medidas responsables y realistas, pero también solidarias y valientes.

 

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