Ya en la calle el nº 1040

Sobre el cuento: El Castillo de Irás y no Volverás

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

LOURDES SIMARRO
Si haces un poco de memoria seguro que recordarás cuentos de la infancia tipo “Perico Malastrampas”, “Periquín y la bruja”, “La asadura”, “MariquillEl castillo de irás y no volverása ríe perlas” o “El Castillo de Irás y No Volverás. Si haces más memoria recordarás a algunos de sus personajes. Pero prácticamente es imposible que  recuerdes qué le sucedía a la mujer del protagonista (si es que no había muerto). Pues  señor esto es lo que le sucedió a Obdulia, la mujer del protagonista de “El Castillo de Irás y No Volverás”:
Una vez que su marido partió de viaje, ella se quedó allí como puesta por el ayuntamiento  o compuesta y sin marido. Al fin sola, se dijo, menos mal, creía que nunca llegaría este momento. Se quitó el corsé, la faja y los tacones. Bajó al jardín y como loca empezó a recoger flores. Unos meses más tarde, Obdulia tenía publicados varios tratados: “La flora de la comarca de La Albaida”, “El beneficio de la comida ético-bio-vegana” y “La sanación espiritual en un ambiente florido”.
Nuestra Obdulia estaba en aquellos menesteres cuando vio aparecer al mequetrefe (de su marido, claro está). ¡Pero no se había ido a un castillo de esos sin retorno! ¡Qué suerte tienen los tíos! Cogió su disfraz de florero con tacones, faja y corsé y allí terminó su andadura profesional. Fin.
Si este texto llega a ver una luz distinta a la de mi cuaderno de viaje, allá donde estés, te lo dedico. Con mucho cariño, para Mateo Caballero.

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