Ya en la calle el nº 1037

Símbolos y política desafortunada en Cehegín

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Antonio Luis Terrones Rodríguez/Investigador posdoctoral en la Universitat de Valencia y en el Instituto de Filosofía-CSIC.

La escritura de estas líneas se ha visto motivada por un gesto que puede pasar desapercibido, aunque esconde una forma de percibir la identidad y los símbolos de Cehegín de un modo muy desafortunado. 

Durante la festividad del carnaval habrán podido ustedes apreciar que la escultura del alpargatero, situada en la Plaza Fuerzas Armadas era ocultada para colocar en la parte superior una figura que a su vez cumplía la función de una falla. Sí, han leído ustedes bien, ¡una falla en Cehegín!, ¿por qué iban a ser los cehegineros/as menos que los valencianos/as? La creatividad para la búsqueda de símbolos y festejos en este municipio, no tiene límite y es un caso digno de estudio para cualquier tesis doctoral en antropología cultural.

Símbolos y política desafortunada en Cehegín

El desfile de símbolos y festividades diversas al que venimos asistiendo en Cehegín durante las dos últimas décadas, pone de manifiesto una política interpretativa de la identidad del pueblo que es muy peculiar. Paso a la exposición de motivos. En primer lugar, nos encontramos con la ingeniosa idea del día de las sevillanas, sí, han leído ustedes bien, ¡día de las sevillanas!, ¿y qué pintan las sevillanas en Cehegín? cualquier concejalía ilustre podría responder, ¿y por qué iban a ser menos los cehegineros/as que los sevillanos/as? En segundo lugar, se encuentra un festejo efímero que duró menos que una estufa de madera, no obstante, una concejalía ilustre podría argumentar que “como en un pasado se celebraron encierros, pues ahora se tienen que celebrar encierros”. Si admitimos la validez de este argumento, quizás, dentro de 100 años habrá algún concejal extremadamente innovador que tenga la ingeniosa idea de gastar el dinero público en celebrar de nuevo los encierros, durante un par de años, con el argumento de “es que hace 100 años se celebraron encierros en Cehegín”. En el caso de los encierros, la cuestión es, ¿y por qué van a ser los cehegineros/as menos que los calasparreños/as o moratalleros/as? Ya saben, nunca olviden que la imaginación de la derecha no tiene límites, pues en cualquier momento esta derecha es capaz de organizar una nueva edición de la Fórmula 1, o si no que se lo pregunten a los/as valencianos/as. La máxima soriana “porque los cehegineros se lo merecen” puede estirarse como un chicle Boomer, y si es con dinero de todos/as mejor que mejor. 

Bromas aparte, no está de más recordar que la escultura del alpargatero posee un valor histórico para nuestro municipio. Se creó a modo de homenaje al pasado industrial de Cehegín y a los trabajadores y trabajadoras que tuvieron que emigrar forzosamente. Pobreza, precariedad y emigración caracterizaron a este trabajo. Así pues, a modo de justicia y memoria histórica es razonable reivindicar la visibilidad de la escultura del alpargatero, por todo aquello que simboliza para nuestro pueblo. Del mismo modo que la ocultación de la bandera de España o de la Virgen de las Maravillas causaría malestar, es preciso advertir del menosprecio que supone sacrificar la visibilidad del símbolo de la clase trabajadora de nuestro pueblo para quemar una falla que, al fin y al cabo, responde al capricho pasajero de la concejalía de turno y nada tiene que ver con la historia de nuestra gente.

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