Ya en la calle el nº 1037

«Si tienes cultura no te maneja nadie», Juana de la Biblioteca

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ANTONIO F. JIMÉNEZ

Y entro a casa de Juana, la Juana de la Biblioteca, la mujer eterna, según algunos, porque lleva trabajando en la Biblioteca Municipal de Bullas desde que se fundó el 1 de agosto de 1969, y ella desde los diecisiete años hasta hoy. Cuarenta y tres a
ños entre libros. Toda una institución. Y se me ocurre decirle si esto de la eternidad se le ha pegado quizá de estar tantas décadas rodeada de palabras, que son eternas. Ríe y se sienta en su sofá. El salón, que yo me había imaginado portentoso con muchas estanterías y muchos libros, es una salita pequeña, muy acogedora la verdad, y se eleva hacia el techo, que no es muy alto, un estante con unas cuantas enciclopedias y algunos libros.

Entró de casualidad en la biblioteca ocupando el lugar de su hermano que se tuvo que ir a la mili. «Yo quería ser maestra. De todos modos, la biblioteca me ha dado también esa oportunidad porque allí acuden niños y jóvenes a hacer trabajos y yo estoy con ellos ayudándoles en lo que sea, y si tengo que cerrar media hora más tarde lo hago». Ha empezado muy calmada, pero ahora se incorpora un poco y me mira por encima de las gafas. «La biblioteca es donde el pueblo se culturiza y los políticos se piensan que es un almacén».
Juana, que ha visto unas cuantas generaciones, me explica que entre los años setenta y ochenta había mucha inquietud por la lectura. «Se palpaba más el saber en aquellos años; en los noventa bajó y ahora estamos altos. La gente entre treinta y cuarenta años es la que más lee».
—¿Qué se lee ahora?
—Suspense, novela histórica, Zafón, María Dueñas, Stieg Larsson, Reverte.
—¿Y cómo llevas lo de las nuevas tecnologías?
—Internet es importante. Pero si no sabes historia, filosofía, literatura, aunque sepas manejarte más rápido, no tienes nada de conocimiento. Y una cosa te digo: se ha perdido una generación.
Nos hemos desviado un poco de ella, que es el motivo de la entrevista, y me habla de política, de religión, de historia, la de España, que se la conoce muy bien, sobre todo la más cercana, Galdós, la Guerra Civil, la Transición, la E.T.A, el socialfelipismo, y de todos los políticos que en las últimas décadas han ido evolucionando «de mediocres a malos», y me recuerda aquella frase de que un pueblo que olvida su historia corre el peligro de volver a repetirla. Le encanta la historia. Juana, hablándome de todas estas cosas, tiene un léxico discurrido, ameno, se está muy a gusto escuchándola. Yo creo que los libros que le faltan en su salita los lleva dentro, metiditos muy en la cabeza, y por eso me habla de tantas cosas y de manera tan fluida, y siempre, cuando va a decirme algo importante, baja la voz y me mira por encima de las gafas. Luego se da cuenta de que habla demasiado sobre estos temas.
—¡Volvamos a la cultura! Yo tengo una satisfacción y es la de haber aportado un granito de arena para que el pueblo se haga más culto. Y la cultura lleva al hombre a ser libre.
Porque me dice que las universidades son el foco infeccioso donde no forman a personas. «No quiero ser catastrofista, pero se ha perdido una generación. Les han enseñado a lo fácil, al dinero, y no al trabajo». Y vuelve a la política, contextualizándola, reflexionando, mirándome por encima de las gafas, susurrando cuando insulta a los políticos, y luego se va a su vasito a refrescarse el gaznate, y empieza a decirme, es que no puede ser, estoy muy decepcionada; bebe otro trago y repite:
-¡Pero volvamos a la cultura!
«La biblioteca me ha enriquecido mucho personalmente porque en los libros está todo y además los lectores al final toman confianza, vienen a la biblioteca a por un libro y también me cuentan sus penas o vienen con sus hijos y me dicen aquello de: ¿te acuerdas de aquella vez cuando era pequeña?» Se queda en silencio. Luego habla: «Por eso me reído antes cuando decías que si era eterna». Estamos llegando al final y está emocionada al haber recordado su historia de la biblioteca. Yo creo que también se ha emocionado porque humildemente se habrá dado cuenta de todo lo que ha leído, pero esto no me lo dice. Sí me suelta muchas frases bellas que le digo que van para titular: La cultura es libertad. Si tienes cultura no te maneja nadie, y así.
Hemos terminado y salgo de la salita. Falta poco para que me choque con el dintel de la puerta y le digo que si es que la casa está hecha a medida. Se molesta un poco pero sonríe, y su hermana, también de la misma estatura, me dice que en esta casa han salido todos recortaicos. Cuando camino por la calle pienso que las casas pequeñas albergan grandes y eternos tesoros. La Juana de la biblioteca, bajita, grande, eterna.

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