CARLOS MARTÍNEZ SOLER
A pocas semanas del estreno de su segunda temporada, podemos afirmar que The following es una serie tramposa y fallida, pero que envuelta bajo la piel de un supuesto producto de “calidad”, ha cosechado buenos índices de audiencia tanto en su país de origen como en el nuestro.
Fenómenos como éste son habituales en el mundo del audiovisual, lo cual viene a reafirmar uno de los dichos populares más conocidos: para gusto los colores.
Buena parte de su éxito se basa en su creador, Kevin Williamson, guionista de reputada fama que ha dado origen a obras como Scream, Dawson crece, Crónicas vampíricas…., todos ellos productos dirigidos al público adolescente, del cual es un absoluto conocedor, sabiendo qué ofrecer y cómo hacerlo.
El cartel de actores de The following confirma este conocimiento de la industria, presentándonos a dos interpretes, Kevin Bacon y James Purefoy, de amplia carrera en el cine y que aquí dan el salto a la pequeña pantalla interpretando a dos personajes enfrentados, el atormentando ex¬¬agente del FBI Ryan Hardy (Bacon) y el manipulador profesor de literatura con tendencias asesinas Joe Carroll (Purefoy).
A esto se le une un capítulo piloto ejemplar, un ejercicio de estilo donde cine y literatura se funden, tomándose como referente una figura de por sí lo suficientemente atractiva, Edgar Allan Poe, autor que inspira a Carroll en la escritura de su obra culmen, aquella en la que sólo existe un final posible: la desaparición de Ryan Hardy y sus allegados.
Mas allá de estos alicientes, el resto de la serie se desmorona como un castillo de naipes, articulándose en tramposos giros de guión, donde conocemos a una horda de alienados seguidores de Carroll, que no hacen más que insultar la inteligencia de la audiencia y que harían estremecer al mismísimo Poe.