Ya en la calle el nº 1040

Shere Hite o cómo cuestionar una verdad

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

GLORIA LÓPEZ CORBALÁN

Siempre hay cosas que damos por sentadas… y que así se quedan si a alguien no le da por cuestionarlas, o simplemente preguntar. Qué son los europeos los que emigran a América en busca de libertad, que todas las mujeres tienen orgasmos con mirarlas y que los hombres tardan una media de 4 minutos en tenerlos.

Pues a Shere Hite le dio por dar la vuelta a lo establecido para acabar con las rutinas y los estereotipos en un país donde solo hay eso: estereotipos y ahora lo sigue haciendo desde Alemania, porque considera que en América no tiene la libertad para hablar, las mujeres no siempre llegan al orgasmo con mirarlas y vienen durando lo mismo que los hombres.
Shere nació en un 2 de noviembre de 1942 en Missouri, con una infancia difícil pero una belleza arrolladora como para posar desnuda en el Play boy, trabajos de modelo con los que se pagó sus estudios de Historia. Fue en uno de esos trabajos como modelo donde concluyó que estaba harta de aquellos estereotipos, se sintió en ofendida, como mujer, por el slogan que iba a representar en aquel anuncio de máquinas de escribir: La máquina es tan lista que ella no tiene que serlo, que entró en contacto con numerosos grupos feministas que entonces llenaban los centros culturales de un Nueva York repleto de nuevas tendencias. Pasó de hacer de mujer sexy a preguntar por ellas y tras cuatro años de trabajo, salió a la luz el en 1976 el Informe Hite. Que más que un informe fue un terremoto.
“¿Es así como debían ser nuestras esposas? ¿Qué sólo una de cada tres llegue al orgasmo al tener relaciones sexuales con su marido? ¿Por qué los hombres son egoístas en la cama? ¿Es por eso que casi todas las mujeres no se atreven a decirlo y recurren a la masturbación? “
Todas esas preguntas en un tiempo donde lo que más se hablaba de sexo era en el súper pop, fue una revolución.
A punto estuvieron de quemarla en la hoguera en el país de las libertades. La acusaron no ya de poco ortodoxa en la memoria de sus conclusiones (utiliza testimonios reales, no datos), sino también de odiar a los hombres y de querer acabar con el mundo. Nada era cierto. Se ha demostrado que sus encuestas son perfectamente utilizables para un estudio, pues retrata el sexo visto por 4000 mujeres. Y que odiaba a los hombre, tampoco, de hecho, ella sigue felizmente unida a un pianista 20 años más joven que ella.
Eso sí, bien lejos de ese mundo que quería destruir. Se marchó de América en 1996 y adoptó la nacionalidad alemana alegando que En el país en el que nací ya no me siento con la libertad para continuar con mis investigaciones.
Falleció en septiembre de 2020.

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