Ya en la calle el nº 1040

Series para una cuarentena: Sex Education

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

DAVID LÓPEZ MARTÍNEZ

¿Se acuerdan de Gillian Anderson cuando buscaba la verdad ahí fuera durante la década de los noventa y los dos mil en Expediente X? Pues en un nuevo papel, absoluta e impresionantemente cambiada, y bajo el nombre de Dr. Jean F. Milburn, busca la verdad a problemas tan internos, que no solamente se queda en lo mental, sino que nos lleva hasta nuestras zonas más íntimas para intentar paliar el problema. Sí, terapeuta sexual en un bombazo de serie llamada Sex Education (sus dos temporadas las tienen disponibles en Netflix ahora mismo), en la que le acompañan con sobresaliente alto, tres personajes que son amor y bendiciones. Ellos concretamente son: Asa Butterfield haciendo de Otis Milburn -hijo de la doctora-, Emma Mackey haciendo de la ‘mala’ Maeve y Ncuti Gatwa como Eric, amigo inseparable de Otis (tronchante este chico). Pues ya solo con estos cuatro personajes, la serie se mantiene en el notable alto todos sus capítulos, y miren que el elenco no es corto ni malo, sino todo lo contrario.


Sex Education, creada por Laurie Nunn y muchos capítulos escritos por ella misma, es asombrosamente deliciosa y sublime. Así, para dejar las cosas muy claras desde un principio. Son historias y vivencias de la época del instituto, donde la pubertad, las novias, novios, los siempre temidos y terribles miedos, las locas y no tan locas aventuras, la heterosexualidad, bisexualidad, las malditas rupturas, el humor, el amor, la alucinante carga psicológica existente, y como no, el eterno odio que nunca se marcha con las estrellas al morir, hacen que se disfrute hasta cotas altísimas de esta más que recomendada serie. Sex Education te hace rejuvenecer, sentir, vivir, encabronarte, disfrutar y estar enganchado sin tan siquiera parar para ir a por la rebanada de pan y nocilla correspondiente entre capítulo y capítulo.

 

Evidentemente, la culpa de esta fabulosa serie la tiene la pluma de Laurie Nunn y Sophie Goodhart principalmente, pues todo funciona y fluye a la perfección. Es muy complicado crear algo casi perfecto, que no roce y tropiece con nada, que cree interés, lo mantenga y lo haga crecer sin parar. Complicadísimo hacer reír y no dejan de conseguirlo. Inverosímil que te gusten todos, o casi todos, los personajes que en ella participan, pues en mayor o menor medida, todos tienen su importancia al no parar de haber cruces de guión de aquí para allá y crear una bomba que está siempre a punto de reventar. Diálogos brillantes, interpretaciones magníficas, una dirección, importantísima, de notable alto también con una colección de planos, secuencias, encuadres… para maravillar si eres amante más técnico del mundo del cine. Y bueno, como no, no podía faltar una banda sonora que es perfecta y hace que todo sea más bonito aún. Un catálogo musical que se mueve sin problema por el rock generalmente,  pero también podemos encontrar soul, algo de baile, pop, funk, un poquito de punk-rock…

Todo absolutamente está en su sitio. Todo funciona a la perfección. Es una genialidad.

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