Ya en la calle el nº 1040

Septiembre

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

ESCRIBIR ES VIVIR

Mercedes Bautista Martínez (www.almadesuperheroe.blogspot.com)

Septiembre es el mes de los comienzos. De reencuentros, de volver al cole, de cursos nuevos. Es una oportunidad para elegir un camino, para establecer objetivos. Para empezar un proyecto.

A lo largo de nuestra vida, septiembre siempre es un punto de inflexión para, de alguna manera, ir descubriendo y construyendo quién eres.

El colegio al que nos llevan, que va a determinar un pilar fundamental de todo lo que vendrá después, nuestras primeras (y en muchos casos eternas) amistades. Las primeras relaciones sociales, el primer lugar en el que nos dejan “solos” y aprendemos a sobrevivir. Eso ocurre en septiembre.

El primer reencuentro, después de las largas vacaciones de verano de la infancia. Volver a encontrarte con tus compañeros y sentir la magia que se produce al volver a ver las caras que tanto echabas de menos. Eso también es septiembre.

Elegir. Asignaturas, ramas educativas, universidad, carrera, profesión… opciones y más opciones que van marcando irremediablemente tu historia, tu personalidad, tus maneras, tu forma de estar en el mundo.

Pero septiembre también está para equivocarse, para elegir mal, para cambiar de opinión y volver a encontrar tu camino, tantas veces como sea necesario. Porque nunca es tarde. Cada año, vayan cuantos vayan, es otra oportunidad para dejar lo que no te gusta y buscar tu sitio. Para probar cosas nuevas, abrir un ciclo, inscribirte en ese curso, aprender ese deporte… para dar comienzo a cualquier cosa que nunca sabes qué te va a deparar.

En toda mi vida, he tenido la posibilidad de abrir varios ciclos. Septiembres en los que creía que había encontrado mi lugar, mi pasión. En los que cambié de ciudad, me abrí puertas nuevas, dejé un camino y empecé a caminar en otro distinto. Caminos en los que no terminaba de sentirme en paz, plena, y que terminaban diluyéndose porque no era donde quería estar. Así hasta ahora, que después de alguno más de treinta septiembres, creo haber encontrado otro camino que me ilusiona transitar. Posiblemente más que los anteriores.

Por eso creo que nunca es demasiado tarde para que la vida te ponga delante un nuevo propósito, un giro que no te esperabas. Nunca es demasiado tarde para salir de un lugar en el que no eres feliz, en el que no te sientes realizado, en el que no puedes ser quien eres; y lanzarte a buscar lo que necesitas.

En ocasiones, he podido pensar que equivocarme en mis elecciones era perder parte de mi tiempo, de mi vida. Ahora creo que todos los septiembres son necesarios e igual de válidos. Que todas las experiencias, decisiones y errores me han convertido en quien soy y me han traído hasta aquí para empezar otro ciclo sabiendo muchas cosas que antes no. Llena de momentos, de personas, de amor, de malas decisiones, de aciertos maravillosos… en definitiva, de todo lo que soy.

Cada año la vida nos hace regalo en forma de septiembre, una oportunidad para crecer y acercarnos un poco más a aquello que queremos, esperamos y deseamos llegar a ser. Disfrútalo, ábrete a las posibilidades y ve sin miedo a donde creas que debes ir. Sin miedo, porque siempre volverá otro septiembre, y todo volverá a empezar.

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