FÉLIX MARTÍNEZ/FILÓSOFO
Este interrogante puede suscitar las suspicacias de algunas personas “no iniciadas” en esto de las cuestiones más extravagantes. Sin embargo, es una pregunta que circunda, y mucho, en el mundo de habla hispana. Para que todo esto cobre algo de sentido vamos a establecer unas condiciones iniciales mínimas, dos contextos que hagan las veces de telón de fondo de esta cuestión.
El primer contexto nos lo da uno de los filósofos más insignes del siglo XX, M. Heidegger (1889-1976). En una entrevista publicada póstumamente para el semanario Der Spiegel, donde vino a decir -más o menos- que lo arcanamente filosófico -la pregunta alrededor del ser- solo puede pensarse en alemán o en griego. Es decir, el propio alemán de cuya filosofía no quiero acordarme se estaba poniendo hombro con hombro con la tríada Sócrates-Platón-Aristóteles, ahí es nada.
De otro lado, por esas mismas fechas España se estaba despertando del sueño dogmático de la dictadura franquista. Esto lo digo porque en los años que duró la dictadura la filosofía que se estudiaba y se hacía en el país no pasaba de ser una suerte de revisionismo marcadamente católico, véase las ideas de los autores que estudiaron durante esa época.
Es por ello que temporalmente podemos solapar estos dos hechos para encontrar ese lecho rocoso donde encontrar el germen de esta idea. La filosofía española quedó encapsulada por un lapso de tiempo demasiado grande mientras, en países circundantes y allende el mar, la filosofía seguía circulando, cambiando y ampliándose. De ahí que la cuestión no es en absoluto baladí ni la respuesta no tan sencilla como podría pensarse. Todavía a día de hoy es un tema candente, siendo motivo de disputa en congresos, así como tema de monográficos. Es también curioso el hecho de que no en todas las facultades de facultades de filosofía en España exista una asignatura dedicada a la filosofía o pensamiento español. Es un dato a tener en presente, sobre todo para poder comprender mejor el por qué de la actualidad de la pregunta inicial. Entretanto resuena el eco machadiano: despreciar cuanto se ignora.
La cuestión, al menos como yo la veo, es que no existe ningún tipo de debate al respecto, quizá pueda acontecer algún sentimiento de inferioridad, pero nada más. Pensar se piensa dentro de los límites que a cada uno le permite su lenguaje, por ello cada lenguaje lleva aparejado un pensamiento y todo pensamiento arrastra un lenguaje. Se cuenta que una vez le preguntaron a Hannah Arendt (1906-1975) el motivo de por qué no escribía sobre la cuestión feminista, ella contestaría que por el simple hecho de ser ya mujer y hacer lo que hacía no tenía que reivindicar nada más. Pues en esas estamos. Si pensamos, si filosofamos, lo hacemos desde el español que es, al fin y al cabo, nuestra lengua vehicular. Si no es así, ¿qué hacemos así?
