USUARIA DEL CAVI
Quiero que esta historia llegue a cada una de las mujeres que están pasando o han pasado un infierno en sus vidas. Lo llamo infierno porque así lo he sentido y lo he vivido yo. Conocí a mi ex pareja, todo al principio es como en los cuentos: buenas palabras, buenos actos hasta que un día empezó a actuar como era en realidad: un maltratador.
Al año de estar juntos tuve a mi hija. Todo era como un sueño, enamorada de mi pareja y con una niña que parecía una princesa. Éramos felices…o eso parecía.
Pero todo cambió: o cambió su carácter o realmente salió su verdadera cara. Todos los días estaba de mal humor por el mínimo motivo. Cuando él llegaba a casa y abría la puerta mi niña ya se ponía nerviosa, temblaba, se escondía. Yo no sabía por qué motivo él actuaba así, yo hacia todo para que el estuviese bien, para que se sintiera feliz, pero para él nada estaba bien hecho. Si le faltaba sal a la comida, los platos “volaban” por el salón, no podía opinar sobre nada, sus palabras eran siempre las mismas “tu cállate que no sabes nada, no vales para nada”. Todos los días eran así, y yo, cada vez que se acercaba la hora de su llegada a casa después del trabajo, me ponía a temblar. Un día me senté junto a mi hija y observé en sus ojos el miedo, un miedo que una niña tan pequeña no tenía por qué sentirlo…yo quería que mi hija fuera feliz.
En ese momento sentí que era yo la que tenía que decidir sobre mi felicidad y la de mi hija, cogí las cosas y me fui.
Él no aceptó que yo me lo dejara y me llamaba constantemente, me buscaba, me amenazaba, y luego me decía que iba a cambiar, que volviera con él porque me quería y no soportaba perderme.
Pero realmente no me quería: a una persona si la quieres no le haces la vida imposible. El nunca ha aceptado que yo no siguiera con él, no entendía el motivo por el cual yo me lo había abandonado.
Después de separarme mi vida ha sido muy dura, porque me ha acosado constantemente hasta que tuve que denunciarlo, y tuve que denunciarlo varias veces hasta que le pusieron una orden de alejamiento y me dejó en paz. Ahora soy muy feliz, y mi hija también lo es.
Con estas breves palabras me gustaría llegar a vuestros corazones y deciros que luchéis, que aunque el camino sea duro y a veces no veamos la justicia por ningún sitio, se puede salir de ese infierno, que al final el que maltrata obtiene su condena y nosotras recuperamos nuestra vida.