Ya en la calle el nº 1040

Ruzafa

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

 José Antonio Melgares Guerrero/Cronista Oficial de Caravaca y de la Vera Cruz.

En el virtual cuadro de honor en el que paulatinamente vamos colocando a las personas que durante la segunda mitad del S. XX hicieron posible la Caravaca de hoy, incorporamos a una que, por méritos propios, se ganó la excelencia en el recuerdo y a quien por su poliédrica actividad podríamos enmarcar en más de un apartado social, aunque el oficio de docente es el más adecuado a su persona. Se trata de José Antonio Ruzafa Barreras, maestro ante todo, y también forjador activo de la actual configuración de la Fiesta. Cronista gráfico del acontecer cotidiano y estudioso del pasado y también del presente.

Con su hijo José Ramón
Con su hijo José Ramón

Ruzafa, como era conocido popular y cariñosamente entre la población, nació en el otoño de 1927, siendo el único fruto del matrimonio formado por Ramón Ruzafa (chofer del médico local D. Alfonso Caparrós) y Juana Barreras, quienes en 1944 marcharon a Brasil en busca de mejores horizontes económicos, dejando a José Antonio al cuidado de sus familiares más cercanos.

Estudió Bachiller en el colegio Cervantes y Magisterio en Murcia. Al terminar la carrera, mientras aguardaba la convocatoria de unas oposiciones que no acababan de llegar en los años posteriores a la Guerra Civil, marchó a Madrid entre 1945 y 1946, donde se formó en Ciencias Económicas gracias a una beca que le permitía el alojamiento en una residencia de estudiantes donde fue gobernante y jefe de cocina y, donde gracias a las clases particulares que impartía, se mantenía económicamente. En Madrid simultaneó los estudios con la bohemia estudiantil. Fundó una compañía de teatro de la que fue director y guionista, pues gustaba de la labor creativa, escribiendo breves obras teatrales que su compañía estrenó y de cuyos textos nada ha llegado hasta nosotros. Así mismo actuó de extra en compañías profesionales y en el cine, e hizo pinitos en la información, tanto en la radio como en la prensa escrita, cobrando sus colaboraciones al hoy irrisorio precio de doce pesetas, que entonces le servían para sobrevivir con cierta holgura.

De regreso a Caravaca y aprobadas las primeras oposiciones al cuerpo de Maestros que se convocaron tras la Guerra Civil, contrajo matrimonio, en 1955, con su novia desde los once años Lola Celdrán Gor, fruto del cual vinieron al mundo sus dos hijos: José Ramón y Maribel, estableciendo el domicilio familiar en el Puente Uribe, lugar que muy pronto, y durante muchos años, fue referente obligado para muchos estudiantes caravaqueños que hasta allí se desplazaban para recibir clases particulares de la más variada y diversa naturaleza: recuperación de asignaturas pendientes en el bachiller, preparación de oposiciones, estudios de contabilidad previos a la colocación en comercios y empresas, idiomas y un largo etc. que, quienes por allí pasaron recuerdan con nostalgia y cariño. Allí vivió con su familia hasta su traslado definitivo, muchos años después, al edificio denominado popularmente de los maestros, (en la carretera de Murcia), siendo uno de los promotores de dicha cooperativa de viviendas, junto a Juan José Jiménez, Antonio Aznar y otros de la misma profesión.

En la preparación de sus oposiciones al Magisterio hay que mencionar la ayuda prestada por quienes luego serían sus compañeros de trabajo D. Enrique Richard y D. Antonio García Álvarez, así como del boticario (de la Botica de las Columnas) D. Cayetano Laborda, de quienes obtuvo la formación suficiente, junto a su inteligencia natural, para obtener el número dos a nivel nacional.

Con su esposa Lola en una cena templaria
Con su esposa Lola en una cena templaria

Obtuvo su primera escuela en 1954, en Cehegín, a donde se desplazaba a diario en bicicleta con pequeño motor incorporado. Con posterioridad fue destinado a Dehesasviejas (Granada) y, finalmente a Caravaca, donde abrió escuela parroquial (en 1956) en las salas altas de la iglesia del Salvador, junto a su colega D. Pedro Martínez Navarro, gracias a la mediación del párroco D. Ángel Muñoz Castillo. Con posterioridad (a partir de 1966), ejercería el magisterio en La Santa Cruz, junto a maestros de feliz recuerdo como Maravillas Marín Fuentes y Antonio García Álvarez, hasta 1980 en que fue destinado al C.P. El Salvador (en la C. del Teatro), junto a otros maestros también recordados con agrado, como Pepequín y Fernando López Álvarez entre otros. Allí permaneció hasta su jubilación, ocurrida en noviembre de 1991.

Simultaneando su trabajo en la escuela y las clases particulares en su domicilio, dirigió la biblioteca pública San Juan de la Cruz de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros del Sureste de España, sustituyendo en el cargo a D. Enrique Richard. Desde allí ejerció una gran labor de iniciación, consejo y amor por la lectura entre sus propios alumnos y entre quienes requerían de su opinión y magisterio.

Si su profesión fue la docencia, su afición fue la fotografía y el cine amateur. Montó estudio propio en su domicilio, donde ampliaba y revelaba a su gusto, compartiendo inquietudes y conocimientos con los fotógrafos contemporáneos Litrán, el Chavo y Rafael Orrico. Su presencia era obligada y deseada en cuantos actos y acontecimientos tuvieron lugar en Caravaca entre los años 60 y 80 pasados, bien como fotógrafo, bien como cineasta en superocho centímetros, constituyendo sus colecciones fotográficas y las de películas un muy importante activo documental para la historia local y comarcal de esos años.

José Antonio Ruzafa
José Antonio Ruzafa

Finalmente es preciso afirmar que si su profesión fue la docencia y su afición la imagen (fija o en movimiento), su ilusión fue la Fiesta, a la que dedicó lo mejor de sí mismo junto al grupo de festeros que, con él, hicieron posible la reconversión de la misma. Sin ser uno de los del 59, se incorporó enseguida a la pasión festera en el grupo Templario del bando Cristiano, siendo uno de los más importantes pilares del mismo como el lector recordará. Junto a sus compañeros de grupo intervino en tómbolas, compañías de teatro y zarzuela, rifas, operaciones bancarias y tantos otros procedimientos con que se financiaron los orígenes próximos de nuestras actuales Fiestas de la Cruz. De su mente creativa surgió el grupo de Alabarderos, la Misa de bendición de banderas, la Misa en el cementerio, que inicialmente fue una simple ofrenda de flores y luego asumió Cofradía como colofón anual del ciclo festivo. La revista Templario de la que inicialmente se editaron 3 números y, pasado el tiempo otro más. Y en colaboración con el Hermano Mayor Juan Marín Fuentes, la Ofrenda Floral del uno de mayo. Fue presidente del Grupo Templario y Secretario General del Bando, por lo que la sociedad festera le premió con el Escudo de Oro de aquel, y también con el Escudo de Oro de éste.

Ruzafa fue un todoterreno tanto en lo profesional como en lo cultural y festero. A pesar de las horas dedicadas al trabajo, en la escuela y en su domicilio, aún tuvo tiempo para cursar la carrera de Geografía e Historia en la UNED, que terminó en 1987 cuando tenía sesenta años; e incluso de iniciar su tesis doctoral sobre El Cantón Caravaqueño durante la Primera República, que habría terminado de no haberle sobrevenido el cáncer de pulmón que acabó con su vida el 29 de enero de 1997. Lola, su esposa, le sobrevivió trece años. Con ella, además de los hijos, compartió su tiempo, sus ilusiones, sus pasiones, sus proyectos y todos los momentos buenos y malos de la vida.

Juntos desde la primera adolescencia, fueron cómplices y modelo de colaboración. Su casa fue siempre punto de encuentro y lugar de reunión para amigos, alumnos y colaboradores, donde cuajaron muchos proyectos y se dio forma a muchas ilusiones que luego cristalizaron en situaciones concretas que el tiempo se ha encargado de proyectar en la sociedad local.

El homenaje que sus antiguos alumnos le tributaron en 2010, después de trece años de su muerte, cristalizó en un DVD distribuido entre ellos mismos, cuyo título Casi medio siglo de amistadresume gráficamente lo que Ruzafa ha supuesto para la sociedad caravaqueña que él colaboró a formar integralmente, con la mirada puesta en el futuro de hoy.

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