MARÍA DOLORES SÁNCHEZ NAVARRO
Es difícil describir en pocas palabras el perfil y la calidad humana de una mujer excepcional.
Conocí a Rocío, un día de octubre de 1957, cuando siendo unas niñas, iniciábamos nuestros estudios y el comienzo de una larga amistad.
Era una niña frágil y delicada que quizás por ser la pequeña de la familia había sido super protegida y muy querida por todos.
Nace en el Noroeste murciano, cuyos padres Pepe y Mariana, dos buenas personas, que supieron transmitir a sus dos hijas, Piedad y Rocío, su profunda religiosidad, su sentido del deber cumplido, su amor por la familia y por la tierra que les vio nacer.
Yo cuando conocí a su familia y conviví con ellos, entendí perfectamente todos los valores que a lo largo de estos años he visto en Rocío; pues no en vano creció y se educó con el ejemplo de sus padres tan acogedores y generosos con todos los que llegaban a su casa.
Pero aquella niña frágil y tan poquita cosa, con el paso del tiempo se ha convertido en una mujer fuerte y luchadora capaz de enfrentarse a todos los avatares y problemas que la vida le ha ido presentando. El primero fue renunciar a su vocación, pues le hubiera gustado estudiar la carrera de Física, pero tuvo que renunciar, para no alejarse demasiado del entorno familiar, por lo que se decidió por Farmacia, quedándose en Granada donde vivía su hermana.
Acabada la carrera de Farmacia, obtuvo una beca para dedicarse a la investigación en bioquímica, pero nuevamente, con ese espíritu
generoso que la caracteriza renuncia para venirse a Murcia y cuidar a su padre que por entonces ya tenía problemas de salud.
Trabajadora incansable y generosa en extremo ha cuidado y protegido a toda su familia.
Dios no le concedió el privilegio de ser madre, pero a cambio ha contribuido a la educación y formación de sus cinco sobrinos como si de sus propios hijos se tratase.
A pesar de su gran actividad laboral y científica, siempre sacó tiempo para atender con sumo cariño y abnegación a sus mayores.
Desde muy joven ya se ocupó de cuidar a su padre en su enfermedad; posteriormente también lo hizo con su tío y con su madre por la que sentía un gran admiración .Y ahora en el atardecer de su vida, sigue protegiendo y cuidando de su querida hermana Piedad con una dedicación encomiable y una paciencia digna de admiración.
Y si ha sido así su comportamiento en el ámbito familiar, no ha sido menos en el campo laboral, pues siempre ha procurado ser muy cercana y respetuosa con todos los que han colaborado y trabajado con ella.
En definitiva, Rocío es una persona buena, entrañable, de carácter abierto, gran comunicadora que empatiza muy bien con la gente y prueba de ello es que por donde ha pasado ha dejado huella y muy buenos amigos
Yo creo que, así como aquí en la tierra se le han otorgado varios premios y galardones en reconocimiento a su labor científica y humana, Dios también la premie en el cielo por su buen hacer con sus semejantes.
Tu amiga Lola.