Ya en la calle el nº 1037

Recordando la “Canción del verano”

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PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA

Esta semana, queremos “refrescar” a nuestros lectores, por supuesto que sin apostar por la calidad, porque, eso, sería muy difícil a tenor del bloque de canciones que vamos a elegir, pero, en todo caso, nadie nos podrá decir que no son composiciones divertidas, pegadizas, comerciales y de las que todos hemos tarareado con mayor o menor intensidad y convencimiento. Hoy, les traemos un repaso por la famosa y siempre discutida “Canción del verano”. Es verdad que esos recuerdos serán más bonitos y dignos de recuperar cuanto más distantes en el tiempo los elijamos, porque irnos a canciones muy “vecinas” en el calendario le quitaría “gracia” a nuestra relación de temas divertidos. También es verdad que, algunos de ellos, ya están pasando a la historia porque, aunque ñoños y poco consistentes por su ritmo, sus pegadizas notas y su soniquete han ido viajando, con éxito, de generación en generación.

PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA

Recordando la “Canción del verano”Esta semana, queremos “refrescar” a nuestros lectores, por supuesto que sin apostar por la calidad, porque, eso, sería muy difícil a tenor del bloque de canciones que vamos a elegir, pero, en todo caso, nadie nos podrá decir que no son composiciones divertidas, pegadizas, comerciales y de las que todos hemos tarareado con mayor o menor intensidad y convencimiento. Hoy, les traemos un repaso por la famosa y siempre discutida “Canción del verano”. Es verdad que esos recuerdos serán más bonitos y dignos de recuperar cuanto más distantes en el tiempo los elijamos, porque irnos a canciones muy “vecinas” en el calendario le quitaría “gracia” a nuestra relación de temas divertidos. También es verdad que, algunos de ellos, ya están pasando a la historia porque, aunque ñoños y poco consistentes por su ritmo, sus pegadizas notas y su soniquete han ido viajando, con éxito, de generación en generación.
Lo más reciente para el inicio
Podríamos hablar, como más reciente, de “El tiburón”, de Henry Méndez, o “Pan y mantequilla”, de “Efecto Pasillo”. Con anterioridad, “La camisa negra”, de Juanes, si nos remontamos al estío de 2005, así como “Mariacaipirinha”, de Carlinhos Brown, en el año inmediatamente anterior; “Aserejé”, de “Las Kétchup” o “Ave María”, de David Bisbal, sin olvidarnos de Diego Torres y su “Color esperanza”; “Mambo nº 5” que recuperara Lou Bega y hasta el mismísimo “Probe Miguel”, de los ancianos “Triana Pura”. Pero todo eso, como decimos, es bastante reciente en el tiempo. Así que, para no quedarnos sin espacio a mitad de camino, vamos, ahora, con las canciones más legendarias y únicas de los veranos correspondientes a las dos “décadas doradas”, es decir los años ’60 y ’70 que tanto aportaron a la música en todos los sentidos, con mayores niveles de calidad, extraordinaria creatividad y mucho lujo e imaginación en sus letras y partituras musicales, pese a que el prototipo de todas estas citadas virtudes no correspondiera, precisamente, a las catalogadas como “canciones del verano”.
Continúa vigente el “Black is black”, de “Los Bravos”, un tema musical con medio siglo de existencia
Y, si iniciamos el recorrido en 1960, no podemos prescindir de “El porompompero” que el ya desaparecido Manolo Escobar popularizara en el mundo entero. En 1961 era el “Dúo Dinámico” el que nos “machacaba” con “Quisiera ser”, especial canción a la que, luego, sumarían “Resistiré” y la que ya le precedió: “Quince años tiene mi amor”, uno de los éxitos más emblemáticos, bailables y divertidos de Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, compositores, igualmente, del “La, la, la” que defendió Massiel en el “XIII Festival de la Canción de Eurovisión”, el día 6 de Abril de 1968, en el Royal Albert Hall, de Londres, tras no viajar el intérprete previamente seleccionado, Joan Manuel Serrat, por querer cantar en catalán. Irrumpieron “Los Bravos” con su todavía vigente “Black is black”, tema musical que acaba de cumplir 50 años de existencia, y pulverizaron todas las listas, las canciones del verano y las emisoras de todo tipo y tendencia, cuando discurría 1966. El año anterior era Conchita Velasco con su “Chica ye-yé” la que vendía su disco como rosquillas y lo introducía en salas de baile, guateques, verbenas y hasta en las, entonces, incipientes discotecas. También “La yenka”, editada en 1964 y canción del verano de 1965 se convirtió en un tema pegadizo, comercial y contagioso que cobró gran fama por su repetitivo baile a base de pequeños saltos laterales y frontales. Fácil de seguir y sencillo de imitar con el simple ejercicio de escuchar su letra, aunque “Hispavox”, la discográfica que realizara el lanzamiento de ese producto musical, interpretado por “Johnny and Charlie”, lo simplificó más, si cabe, reseñando en la contraportada del disco un esquema de la ejecución rítmica a realizar con el cuerpo. La canción se divulgó con más énfasis porque era el año clave para el auge del turismo español de la época, lo que se vio facilitado por el intercambio cultural de los jóvenes con nuestros países vecinos y no tan cercanos, la televisión, los programas musicales de reconocida aceptación y demás elementos favorables hacían posible esa internacionalización de nuestra música pop, todavía, entonces, bastante escasa de calidad en todos los órdenes.
“Limón, limonero” y “María Isabel” para el final de una década
“Tómbola”, de Marisol, fue otro éxito incontestable al que se unieron las más populares canciones de “Los Brincos”, como “Flamenco”, “Borracho”, “Mejor” o “El pasaporte”, amén de las que aportaban “Los Sírex”, de “Leslie”, con su “Judy con disfraz”, “La escoba” o “Que se mueran los feos”, así como “Los Mustang”, de Santi Carulla, con “Capri, se acabó”, de Hervé Vilard; “El Mundo”, de Jimmy Fontana, o su mítica versión de “Please, please me”, de “The Beatles”. Los dos últimos años de la década de los ’60 tuvieron como principales protagonistas, en la materia que nos ocupa, a Henry Stephen, con “Limón, limonero” y “María Isabel”, de “Los Payos”.
Reconocimiento popular
Entrados en la década de los ’70 comenzamos con el alocado ritmo y la frenética marcha de “Un rayo de sol”, de “Los Diablos”, canción que se coló en todos los recintos de baile, terrazas, bares, discotecas, verbenas, guateques, playas y ambientes de toda naturaleza, como también lo hicieran “Oh, oh, July”, “Fin de semana” o “Mi talismán” del mismo grupo catalán de Hospitalet de Llobregat. Y no se le quedó muy a la zaga el argentino de Tucumán, Palito Ortega, con “La felicidad”. Era, entonces, cuando el cantante de Países Bajos afincado en España y recientemente fallecido, Tony Ronald, rompía moldes con “Help! (get me some help)”, a la que, luego, siguieron sus “I love you baby”, “Dejaré la llave en mi puerta” o “Lady Banana”. La también eurovisiva Karina resultaba incansable con sus “Colores”, “En un mundo nuevo”, “Las flechas del amor” o “La fiesta”. “Vacaciones de verano” y “Eva María”, de “Fórmula V”; “Viva España”, otra vez de Manolo Escobar; “Canta y sé feliz”, de Peret, “Enséñame a cantar” o “Bye, bye, Fraulien”, de Micky. “Eres tú”, de “Mocedades”, compuesta por el desaparecido Juan Carlos Calderón, que logró un extraordinario segundo lugar clasificatorio en el “XVIII Festival de la Canción de Eurovisión”, que se celebró en Luxemburgo el día 7 de Abril de 1973; “El bimbó”, de Georgie Dann, quien también nos trajo el “Casatschok”, “Mi cafetal”, “El negro no puede…” o “El chiringuito”. “¿Qué pasa contigo, tío?”, de “Los Golfos”; “Fiesta” o “Hay que venir al sur”, de Raffaella Carrà; “Rock and roll en la plaza del pueblo”, de “Tequila”; “Viaje con nosotros”, de la “Orquesta Mondragón”; el infumable “Baile de los pajaritos”, de María Jesús y su acordeón o “Bailando”, de “Alaska y los Pegamoides” son canciones a las que podríamos unir otras muchas, aunque pocas se salvan en calidad, pero sí gozan del reconocimiento popular y de ser composiciones de todos conocidas.
El baile “agarrao”
Algún día, haremos una segunda entrega de semejante naturaleza para ampliar comentarios, momentos y valores de aquellos tiempos tan inolvidables en los que la música facilitaba las relaciones entre las tímidas parejas, posibilitaba el baile “agarrao”, como decimos en nuestra murciana huerta, o de “las lentas”, como también solía denominarse, aspectos y vivencias que ofrecían tantas cosas dignas de contar, recordar y celebrar. Buenos días.
Pedro Antonio Hurtado García

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