Mª Ángeles Moragues Chazarra
Como acto de valentía, y también de rebeldía, podría ser calificada la irrevocable decisión de José Manuel Fernández Fernández al escribir y autoeditar su primer libro. Este bullense de 17 años, estudiante de segundo de bachillerato en su opción de Humanidades, lleva a feliz término un proyecto que inició allá por marzo de 2014, cuando «ya tenía claro cómo quería que empezara el primer capítulo». Había superado el trauma que causa en los escritores la hoja en blanco y las dificultades del «arranque» de las q
ue ya hablara el Nobel García Márquez. Ahora el proceso es imparable, absolutamente nada, ni el precio de la edición sería óbice para que saliera a la luz pública Psiro.
Flanqueada por dos citas célebres, una de Cicerón y otra de Víctor Hugo, aparece esta obra primigenia de quien demuestra ser, a todas luces, un autor-lector. Si a ello añadimos el grueso del relato creado, confirmamos la certeza de que este recién estrenado autor promete. Ciertamente, es Psiro una obra primigenia fabricada con la materia prima de un potente ingenio y una poderosa imaginación no exenta de cierto humor blanco, cualidades todas ellas idóneas para hacer literatura de literatura y ficción con ficción. Se nos narra en esta historia de dioses y hombres un argumento en el que pululan cuatro dioses y un protagonista coetáneo al autor, -¿trasunto de este?-, que se mueve en una esfera cuatripartita en la que resuenan ecos de la mitología mesopotámica. Cuatro estadios son los que se dan cita en el transcurso argumental: cielo, tierra, océano e inframundo y ellos articulan la espacialidad de la historia relatada. Si a lo estilístico nos atenemos, es significativo señalar el alto predominio de una sucesión de diálogos de corte impresionista, configurados con trazos verbales en los que campea la economía lingüística, tan en boga entre el gremio juvenil. En definitiva, un conjunto de expresiones momentáneas, ligeras, pero consustanciales a la expresividad y al registro oral. No obstante, esa hiperestesia de quien comunica sentimientos aflora en varios de los retazos escritos aunque requiera de bruñidos y pulimentos que la práctica y el tiempo darán.
Tras la lectura amable de este primer retoño de José Manuel Fernández Fernández, invade al lector el afán de etiquetar esta manifestación textual en alguno de los géneros literarios hasta ahora conocidos, sin embargo, la originalidad de este libro no facilita tal cuestión. ¿Es una novela corta?, ¿una historia breve?, ¿una mixtura de novela y mitología?, ¿un cómic novelado?, quizá, ¿un híbrido en el que ha tenido cabida todo el bagaje librario de un escritor en ciernes con próspero futuro? Probablemente nos ayudara a contestar estas preguntas el saber de su avidez como lector de cómic, quien, en principio, también pensó en redactar una novela ilustrada.
Pero sus inquietudes van a más. Como discípulo de su tiempo la atracción por las tecnologías se deja sentir, en aras de la difusión de su obra, en la página electrónica josekopero.blogspot.com, donde cuelga cuanto su afición le dicta, aunando vocación y talento, y sabiendo que escribir consiste en tirar muchas palabras a la papelera de reciclaje, en leer, en corregir, en esforzarse y también en imaginar y soñar. Con todo este plan de trabajo no tardará el lector en ver un nuevo título de alguien tan capaz que apostó y ganó.
Hasta hoy Psiro ha sido la primera aventura literaria de un neófito escritor que ha aplicado una de las máximas del irlandés Óscar Wilde: «No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo».
