Ya en la calle el nº 1037

Profeta en su tierra

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JOSÉ MORENO MEDINA/ALCALDE DE CARAVACA DE LA CRUZ

Cuando el pasado sábado, 27 de enero de 2018, vi el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz completamente lleno de personas hasta más allá de la puerta, comprobé que el refrán que dice “Nadie es profeta en su tierra” había perdido todo su sentido, al menos en lo que respecta al Ilustrísimo Señor Alcalde y amigo, D. Antonio García Martínez-Reina, al que su municipio, en un acto de merecida justicia, le reconoció con el nombramiento de Hijo Predilecto.


Durante el acto intervino como maestro de ceremonias D. Juan Antonio Marín, que desde su conocimiento como informador local fue enumerando los logros del gobierno del homenajeado a lo largo de sus 12 años como Alcalde. Entre los oradores intervino en primer lugar Germán Sánchez Campos, que vivió junto a él la intensidad del gobierno municipal durante tres legislaturas; D. Luis Gabriel Martínez Elbal y D. Juan Carlos Gómez Triguero, grandes amigos; y finalmente Dña. Patricia García Caro y Dña. Cristina García Carrascal, hijas suyas, desde su emocionada visión familiar
Dicen que cuando en un mismo lugar muchas personas sienten lo mismo se crea una especie de magia, que envolvió toda la celebración. La historia de las instituciones se crea a través de la marca que dejan los que han formado parte de ella, y la historia del Ayuntamiento de Caravaca lleva la huella imborrable de Antonio.
Si a todos los que en algún momento de su vida se han dedicado o se dedican a la política municipal les preguntáramos el porqué de esa decisión, creo que la respuesta sería unánime: el amor a su pueblo. Y ese amor Antonio lo profesó de una manera extraordinaria, queriendo a su pueblo con sus defectos y virtudes pero con el firme propósito de desterrarlos y transformarlos en progreso. Y eso es lo que hizo, rodeado de distintos equipos de soñadores y soñadoras iguales a él que, a lo largo de tres legislaturas, entre 1987 y 1999, consiguieron que Caravaca se transformara de una manera incontestable.
Antonio fue un hombre de su tiempo que representó los cambios que las décadas de los ochenta y noventa supusieron para nuestro país, nuestra región y nuestra localidad. El optimismo, la alegría, la modernidad y el desarrollo se convirtieron en norma. Fruto de ello fueron las múltiples iniciativas de todo tipo: sociales, urbanísticas, culturales, deportivas, educativas, medioambientales, y un largo etc., que se materializaron para convertir Caravaca en una ciudad más avanzada.
A los hombres y mujeres socialistas nos guía la máxima de la justicia social y este principio lo siguió siempre Antonio, actuando en las zonas más desfavorecidas del casco urbano y de las distintas pedanías de nuestro municipio. Y esto, más allá de acciones concretas, es un ejemplo moral que nos dejó, como buen maestro que era. Ya lo decía y bien D. Miguel de Unamuno:
Los hijos de mis hijos,
si llegan, han de ver
las obras de mis obras
llevando mi alma en pie

Siguiendo el camino poético, siempre me ha gustado pensar que San Juan de la Cruz compuso su poema Qué bien sé yo la fonte que mane y corre…, en una de las temporadas que pasó en Caravaca e inspirándose en nuestras queridas Fuentes. Y aquí quiero resaltar el adjetivo posesivo NUESTRAS, pues gracias al gobierno que presidia Antonio desde 1989 este querido paraje natural es patrimonio de todo el pueblo.
Personalmente, me hubiera gustado contar con su consejo y apoyo como Alcalde y socialista pero la mala fortuna hizo que nos abandonara el 26 de julio de 2011, mucho antes de que comenzara esta aventura que nos ha llevado a devolver de nuevo el socialismo al frente del consistorio municipal. Pero su ejemplo persiste. Y es que Antonio fue un MAESTRO en el amplio sentido de la palabra, más allá de las aulas.
De las decenas de profesores y profesoras que nos enseñan, a lo largo de nuestra permanencia en el sistema educativo, algunos perduran en nuestra memoria y no se difumina su recuerdo por más que pase el tiempo. Antonio, D. Antonio en este caso, fue uno de ellos. Apareció un día a principios del curso 1980-81, cuando comenzamos 8º de la extinta EGB con esa figura un tanto desgarbada y con esas gafas gruesas que hacían de él un extraño cruce entre D. Miguel de Unamuno y John Lennon. Él nos mostró otra manera de enseñar en un momento en el cual nosotros estábamos cambiando física e intelectualmente y estábamos necesitados de ser tratados de otra forma. Y así, de una manera natural, nuestra relación se extendió más allá de las aulas.

Somos muchos los que, de una manera u otra y por diversos motivos, echamos de menos a Antonio, su agudeza intelectual y su sentido del humor. Y somos muchos los que nos alegramos de este merecido nombramiento como Hijo Predilecto de Caravaca de la Cruz. Más vale tarde que nunca.

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