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Problemas de conducta y discapacidad

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

ROSANA LÓPEZ
PSICÓLOGA CENTRO DE DÍA Y RESIDENCIA PARA PERSONAS CON DISCAPACIDAD “EL COPO”

La comprensión y tratamiento de las enfermedades psiquiátricas y/o trastornos de la conducta en personas con discapacidad intelectual se ha convertido, en los últimos años, en uno de los temas de mayor interés por parte de los profesionales de la salud mental.
Los problemas de conducta son la primera causa de consulta psiquiátrica en el retraso mental, y constituyen la causa fundamental de tratamiento psicofarmacológico de estas personas.
Las personas con retraso mental están sometidas a diferentes tipos de estrés ambiental, quizás incluso más que las personas sin retraso mental. En las personas sin comunicación verbal a los que se le demanda conformidad y sumisión, los problemas de conducta pueden ser sólo una manera de comunicar sus sentimientos o de asumir algún control. Incluso a personas con retraso mental leve, totalmente capacitadas, con frecuencia no se les permite decidir sobre sus propias vidas.
Los problemas de conducta son la expresión de factores biológicos, psicológicos y socio-ambientales que necesariamente han de identificarse a la hora de seleccionar un tratamiento.
Una conducta agresiva, por ejemplo, puede ser consecuencia de una gran variedad de factores, entre los cuales el malestar físico y la irritabilidad que puede ocasionar el padecimiento de una enfermedad, unidos a la incapacidad para comunicarse, son las más frecuentes.
La presencia de enfermedades y pequeños trastornos médicos no diagnosticados, entre los que encontramos problemas dentales, infecciones ocultas, problemas musculo-esqueléticos, esofagitis de reflujo, síndrome pre-menstrual, cefaleas, etc. Pueden explicar muchos de los trastornos conductuales en personas con discapacidad intelectual. Las mayores necesidades médicas unidas a la dificultad comunicativa para expresar el malestar favorecen la presencia de los mismos.
Por esta razón, el tratamiento apropiado debe iniciarse necesariamente por la evaluación e identificación de las posibles enfermedades y alteraciones orgánicas.
Los trastornos conductuales pueden ser una forma no-verbal de comunicarse, especialmente en personas con grandes dificultades para utilizar los medios habituales de comunicación. Entre los mensajes que pueden manifestarse como trastorno conductual podemos encontrar: “quiero tu atención”, “dame esto”, “déjame tranquilo”, “ayúdame”. Una persona con grandes limitaciones verbales puede golpearse violentamente la cabeza para alertar a los cuidadores de que le duele el oído a consecuencia de una otitis.
Las personas con discapacidad intelectual presentan las mismas enfermedades psiquiátricas que la población no discapacitada. El principal problema reside en la dificultad para diferenciar entre los síntomas conductuales de un trastorno psiquiátrico de aquellas conductas que son el resultado de procesos de aprendizaje, o que son controladas por el entorno.
Los síntomas psiquiátricos en personas con discapacidad intelectual están a menudo distorsionados o enmascarados por la edad mental y por las limitaciones funcionales del sujeto.
La diferenciación es importante porque la forma de tratamiento será diferente. Por ejemplo, la agresión y la auto-agresión pueden ser síntomas conductuales relacionados con la presencia de un trastorno obsesivo-compulsivo, de un trastorno bipolar o de ansiedad en personas con discapacidad intelectual, y en este caso el tratamiento debe dirigirse a resolver la enfermedad psiquiátrica subyacente. Estos mismos síntomas pueden ser una manifestación de la depresión en personas con un nivel de retraso mental grave y profundo que expresan su estado emocional en forma de irritabilidad, de hostilidad, de insomnio, de agitación psicomotora, de disminución del apetito o de rabietas.
Por todo ello: ” El mejor tratamiento es un buen diagnóstico”.

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