Ya en la calle el nº 1037

Periodos de adaptación (o aceptación)

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MAGDALENA GARCÍA/@garciafdez
magdalenagarciafdez.blogspot.com

Siempre estamos en constantes procesos de cambio. Cambio de trabajo, de vivienda, de ciudad, de amores, de gustos, de emociones.

Llevo varios días escuchando la frase “tienes que adaptarte”. Y quizás sí, sea así. O quizás no. Quién sabe. Vivo siempre en constante dudas que son las que me mueven entre las nubes y me hacen echarle imaginación a la vida.

 

MAGDALENA GARCÍA/@garciafdez
magdalenagarciafdez.blogspot.com

Siempre estamos en constantes procesos de cambio. Cambio de trabajo, de vivienda, de ciudad, de amores, de gustos, de emociones.
Llevo varios días escuchando la frase “tienes que adaptarte”. Y quizás sí, sea así. O quizás no. Quién sabe. Vivo siempre en constante dudas que son las que me mueven entre las nubes y me hacen echarle imaginación a la vida.
Adaptación, aceptaciónImagino que me encuentro en un proceso de adaptación muy común. Después de dos años en México, un buen día decido regresar a mi raíz. Un día me quedé más tiempo de lo habitual mirando las “musarañas” y pensé si el lugar dónde estaba era el que quería para construir “la estabilidad” para vivir.
Ya comencé mal, intentando adaptarme a lo que una mayoría de la sociedad hace. (¡Ash! ¡Otra vez la palabra adaptarse!) ¿Quién tiene el concepto real de lo que es la estabilidad?
Empezaré de nuevo entonces. Hablaré de aceptar y no de adaptar.
Acepté en ese momento que mi cuerpo necesitaba otra cosa. Todavía no sabía si la decisión que acababa de tomar era “la decisión”. Sigo sin saberlo. De momento procuro aceptar que fue una decisión tomada desde la serenidad y no desde la impulsividad porque mi mente, mi cuerpo y mi corazón me lo pedían. Probablemente porque necesitaba encontrarme en esta tesitura.
Nos pasamos la vida intentando adaptarnos a situaciones o etapas de la vida en la que no queremos estar, cuando lo que nos podría hacer más feliz es aceptar de que no te hace feliz lo mismo que a tu vecino, amigo, o cualquier otra persona que pensamos que es feliz en su modo de vida (teniendo en cuenta de que nos olvidamos de que todavía no somos capaces de leer la mente de nadie y no sabemos si son o no felices. Solo es una suposición nuestra).
Poquito a poco voy aceptando que tengo mi vida dividida en muchos lugares. Especialmente en dos. Quisiera tener un lugar donde “psicológicamente” llegue a descansar. Supongo que mi raíz es el lugar, y por eso ando dando tumbos de un lado a otro ahora que estoy en ella. Porque no todo siempre llega tan rápido… Porque nos aferramos al autoengaño. Aprovecharemos esas bombillas que se encienden para hacernos conscientes de que lo que nos hace feliz es otra cosa. Estar, por ejemplo “Entre dos aguas”… Al ritmo de la música de Paco de Lucía, precisamente con esa canción que te permite fluir un poquito mejor. Aceptar las decisiones, encontrarles un sentido y nunca, nunca, resignarnos.
Cambiaré la ciudad de esa famosa frase “Siempre nos quedará París” por un “Siempre nos quedará México”. Su gente que tan dentro de mí está, su arte, su cultura, el talento de sus cineastas, de sus músicos.
Mientras me quedaré esta tarde aquí sentada, contemplando lo que sea que pase delante de mí, pensando si subir las escaleras, aceptando que esta es la decisión que quería y yo elegí. Aceptando que de aquí a un tiempo puede ser otra. No me preocupan las decisiones del futuro porque desconozco de qué se tratan. Estoy en esta y quiero vivirla.

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