Ya en la calle el nº 1037

Perdóneme Padre

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CARLOS MARTÍNEZ SOLER

En un artículo como el de hoy mi objetividad queda claramente de lado, la razón es bien sencilla, soy un fan incondicional del cómic (Predicador), por lo que he mirado con lupa la adaptación del libreto a la pantalla llevada a cabo por AMC.

Tras visionar el capítulo inicial mis expectativas eran altas, de hecho, yo mismo no tardé en publicar en internet el siguiente titular: Bienvenido Jesse Custer. Todo en el primer episodio me gustó: el elenco de actores, la representación de la América profunda, el uso desmedido de la violencia, su apabullante humor negro, la selección musical, así como un largo etcétera. Sin embargo, pasada la primera temporada mis sensaciones son cuanto menos encontradas. Por un lado, entiendo la intención de AMC de comenzar la serie como un punto de partida más sosegado que el del cómic, es decir, presentar al personaje, reflejarnos sus miedos, inquietudes, el ambiente en el que se desenvuelve, etc., pero por otro lado, tomarse tanto tiempo para sentar las bases de lo que presumiblemente vendrá después me parece cuanto menos cuestionable, más que nada porque hace que se pierda gran parte del espíritu del original, una obra donde se tarda poco en entrar en vereda y en la que conocemos muy pronto el macarra universo creado por Garth Ennis y Steve Dillon, una auténtica patada en la entrepierna a la que hay que hacer frente desde las primeras viñetas, pues personajes como Caraculo, Cassidy, Tulip…, no entienden de medias tintas, la espera no va con ellos.

Como he dicho, no es que Predicador, la serie, no me haya gustado, sino que esperaba algo más contundente desde su inicio, para nada pensaba que esta primera temporada se asemejaría al periplo vivido por Rick y los suyos en la segunda sesión de The walking Dead. Pese a esta pequeña decepción, confío en que AMC sepa sorprendernos al igual que ha ocurrido en el universo zombie, mimbres para ello no les faltan, la clave está en saber si la audiencia será capaz de dar una nueva oportunidad a esta obra. Yo por lo pronto lo voy hacer, me tomaré este inicio como un pequeño error del que solo cabe pedir perdón y seguir hacia delante, claro está, si el padre Jesse Custer acepta las disculpas.

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