Ya en la calle el nº 1037

Paco Zapata

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JOSÉ ANTONIO MELGARES/CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA

Aunque no nacido en Caravaca, pues vino al mundo en La Coruña, en la primavera de 1940, Francisco García Zapata vivió muchos años en la ciudad y ha ejercido (y sigue ejerciendo) de caravaqueño, allí donde el destino ha fijado su residencia.

Hijo de maestros nacionales (los recordados D. Francisco García Marín Dª. Josefina Zapata), llegó a Caravaca con cuatro años desde Zujar (Granada), último destino docente de aquellos, desde donde optaron por nuestra ciudad en concurso general de traslados. Su primer alojamiento fue en la Plaza Nueva y casa alquilada a “La Salerito”, donde junto a sus hermanas María Teresa y Carmen, vivió la familia hasta 1946 en que fijaron su residencia en el nº 16 de la C. Larga, en casa alquilada al comerciante de calzado con tienda en la C. Mayor, Manolo Asturiano, donde nació Mª. José, la última de sus hermanas.

La primera formación corrió a cargo de su propio padre, y más tarde con los maestros D. Juan San Martín y D. Enrique Richard, hasta que decidió marchar al seminario menor de S. José de Murcia, para cuy ingreso lo preparó el párroco del Salvador D. Santiago Ramón Sánchez García. Allí permaneció entre 1951 y 1954, siendo condiscípulo, entre otros, del rector emérito de la Real Basílica D. Pedro Ballester Lorca.

De regreso al mundo civil, convencido que lo suyo no sería el sacerdocio, hizo el bachiller y el curso preuniversitario en el Colegio Cervantes, simultaneando la segunda enseñanza con la carrera de Magisterio, que termino, como alumno libre, en dos años. Posteriormente y gracias a una beca, cursó Derecho en la universidad de Murcia, siendo compañero de ilustres letrados como Salvador Martínez Moya, Luzón Domingo, Martínez Usero y José Garde, entre otros. Durante este período en Murcia residió primero en la pensión Villa Real (cercana a la C. de Platería) y, posteriormente en la “Residencia Cascales”, próxima al Puente Viejo.

Recuerda con especial cariño a sus amigos de adolescencia y primera juventud: Andrés Herrera, Jesús Moreno Espinosa, Amancio Robles Muso, Pedro Tortosa de Haro, Pedro Antonio Morenilla Orrico, José María Richard Marín y otros muchos, con quienes compartió las actividades organizadas por el Frente de Juventudes y campamentos de verano en Sierra Espuña y Los Narejos. Por entonces regían los destinos de dicho Frente de Juventudes en la ciudad Julián Sánchez-Guerrero, D. Enique Richard y D. José Antonio Ruzafa.

Escaso de fondos, como todos en esa edad y en aquel tiempo, se las arreglaba económicamente impartiendo clases particulares a los hijos del recaudador de Hacienda Carlos Oliva, de notario Juan Arroyo y del registrador Enrique Bergón, clases que cobraba a 300 pts mensuales por hora y media diaria de trabajo.

Hizo la “milicia universitaria” en Ronda, donde coincidió e hizo amistad con Felipe González Márquez, y también con el cantante catalán Raimond (años 1962-63). Las prácticas las llevó a cabo, como alférez, en Badajoz y allí conoció a quien luego sería su esposa: Julia Murillo Blanc, con quien contrajo matrimonio en 1967 en el monasterio de Guadalupe y con quien tuvo a sus dos hijos: Julia María y Quico.

Paco Zapata en la boda de su hijaAprobó a la primera las oposiciones al cuerpo de Inspectores de Trabajo, obteniendo su primer destino en Ciudad Real, pasando después por Cáceres y Puerto Llano, años en los que simultaneó el ejercicio de su profesión con la carrera de Ciencias Económicas, licenciándose en ello por la UNED.

En los primeros años de la “Transición Política” se afilió al PSOE, junto a Manuel Rodríguez Piñero y Bravo Ferrer (que luego sería presidente del Tribunal Constitucional), intimando muy pronto con Felipe González y otros políticos como Gabriel Cisneros y Dionisio Ridruejo. Se encargó de la organización del partido en las provincias de Cáceres y Ciudad Real, y en las elecciones municipales de 1979 obtuvo acta de concejal y de diputado provincial en Ciudad Real; llegando en octubre del mismo año a la Secretaría General del PSOE en la citada provincia de Ciudad Real y siendo uno de los padres del Estatuto de Castilla-La Mancha junto a José Bono. Durante 1981 y 1982 fue Consejero de Trabajo en el gobierno de dicha comunidad autónoma.

Siempre defendió lo que él denominó “el socialismo de lo posible” por considerar que era lo que la sociedad reclamaba en ese momento. Ello le valió alguna que otra enemistad dentro del propio partido, a pesar de lo cual siempre mantuvo muy buenas relaciones con Nicolás Redondo, Antón Saracibar, José María Zufiaur, Manolo Garnache y Matilde Fernández, entre otros, quienes solían consultarle frecuentemente temas sindicales relacionados con la UGT.

En las Elecciones Generales de 1982 obtuvo acta de diputado a Cortes por la provincia de Ciudad Real, tras Manuel Marín, ocupando su escaño solo cuatro meses, pues hubo de dimitir del mismo para hacerse cargo de la Dirección General de Trabajo con el ministro Joaquín Almunia. En dicho cargo permaneció tres años, en el transcurso de los cuales sufrió el accidente de tráfico un tanto extraño y con aspecto de atentado terrorista, que le mantuvo en la UCI veinte días y en el que falleció su chofer.

Durante su época como Director General del Ministerio de Trabajo logró, entre otras cosas, controlar la inflación decretando la moderación salarial en el sector público, bajando del 10 al 7% cuando dejó el puesto, siendo Ministro de Hacienda José Borrell. Consiguió también la reducción del horario laboral de 44 a 40 horas semanales, y el aumento de las vacaciones laborales de 25 a 30 días, incluido el servicio doméstico. Logró el “estatuto minero” por el que los trabajadores que no fueran del carbón tuvieran los mismos beneficios que aquellos, lo que en Caravaca benefició a los trabajadores del mármol, y cerró la Naval de Euskalduna, lo que le valieron amenazas de ETA.

De las decisiones que hubo de tomar y que más dieron que hablar, sobre todo en los mentideros deportivos, fue la de autorizar como legal una huelga en el fútbol español (en septiembre de 1984), que la patronal tenía por ilegal. Aquel domingo sin fútbol, los resultados en las quinielas lo proporcionó la suerte, a través de la extracción de los resultados de un bombo.

Su carrera político-profesional prosiguió en Bruselas, donde dirigió las relaciones con los sindicatos europeos como Consejero Laboral ante el BENELUX y la CEE; y posteriormente como Agregado Laboral en al Embajada de España en Alemania, cogiéndole en Bonn (en 1989) la caída del Muro de Berlín. Mientras fue agregado laboral en la citada embajada alemana consiguió concluir con éxito el conocido caso “Yañez Campoy”, que supuso el abono de tres años de atrasos económicos a los españoles emigrantes en Alemania; cantidad resultante de la diferencia entre lo que les pagaban en aquel país por los hijos que permanecieron en España al cuidado de familiares. A algunos caravaqueños, y otras gentes de la Comarca Noroeste, les supuso un ingreso puntual de un millón de pesetas.

En 1997 regresó a España y, tras ganar las elecciones el Partido Popular, con José María Aznar, se incorporó a su puesto laboral en la Inspección de Trabajo de Alicante, en donde le llegó la edad reglamentaria de jubilación en el año 2010.

Aún un año antes de jubilarse, dirigió un equipo que asesoró en Bolivia al presidente Evo Morales sobre el sistema de las autonomías en España, que dicho político quería implantar en su país. Allí, Zapata defendió durante casi tres meses, que el sistema llevaba consigo un proceso muy largo y muy caro a la vez.

Zapata, a quien durante sus juegos de niño en la C. Larga caravaqueña llamaban “Paco el duro”, pues nunca se quejaba por audaces que fueran las hazañas con sus amigos Andrés Herrera, el Pandiguete, el Perete y otros, recuerda juegos callejeros siempre interrumpidos por la llegada del “camión de Cantó” en su continuo deambular por las calles de la ciudad. Recuerda, también, con verdadera pasión los años vividos en Caravaca, que ilustra con infinidad de anécdotas. Recuerda máximas aprendidas de su padre como la que afirma: “Encierra tus ideas, para que ellas no te encierren a ti”. E incluso lo que también por indicación de su padre rezó el día de su primera comunión: “Jesusito de mi vida/ te lo pido de rodillas./ Que se acabe el estraperlo,/ y que quiten las cartillas”. Las “cartillas de racionamiento”, con las que se podía obtener 125 gramos de pan al día.

Recuerda haber sido “Jefe de Centuria” en el “Frente de Juventudes” que entonces tenía su sede en la Pl. del Arco. Sus años en la entonces recién nacida “Emisora Parroquial”, en las salas altas de la iglesia del Salvador, junto a Gregorio Sánchez Córdoba (actividad que abandonó al marchar a Murcia a causa de sus estudios universitarios), y haber sido el último rey cristiano en 1957 y 1958, antes de iniciarse la reconversión de las Fiestas de la Stma. Cruz en 1959. Su reinado se redujo al “Parlamento” en la tarde del tres de mayo, sobre un caballo de la finca de Santa Inés y frente al rey moro, un tal Antonio Hoyos a quien nunca volvió a ver después. En la “Emisora Parroquial” vivió los tiempos de los recordados “partes de guerra” entre los incipientes bandos moro y cristiano, elaborados por Rosendo López Bolt y José Antonio Ruzafa Barreras (aquel con nombre camelístico “el conde Rudesindo” y éste como “el gran chanciller Ruzafa), quienes se referían a Paco como “Bellido Dolfos Zapata.

Vivió al fallido golpe de estado del teniente coronel Tejero Molina, el 23 F de 1981 como secretario general del PSOE en Ciudad Real, pasando toda la noche en su despacho del partido hasta que, de madrugada y aconsejado por los directivos del sindicato UGT, decidió trasladarse a Almadén, desde donde se dispuso a organizar una hipotética resistencia por teléfono.

Con una memoria envidiable y una clarividencia digna de todo elogio, interpreta el pasado reciente con la serenidad, prudencia y frialdad que ofrece el paso del tiempo, haciendo continuas escapadas, desde Alicante y Murcia a Caravaca, donde gusta perderse por las calles y plazas que fueron escenario de los años de niñez, adolescencia y juventud, actualizando en su memora horizontes, aromas y sabores de antaño. En la actualidad escribe mucho, dejando a las generaciones futuras impresiones, juicios y experiencias vividas a lo largo de sus años al servicio de la política activa y del ejercicio de su profesión. También forma parte de un equipo científico de investigación, en la Universidad de Castilla-La Mancha sobre la represión franquista en la provincia de Ciudad Real, sin desatender a la familia en la que, sus tres nietos le alegran cada día la existencia.

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