Ya en la calle el nº 1040

Paco Fuentes

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ ANTONIO MELGARES/CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA

Otra de las personas cuya presencia en la vida local de Caravaca no ha pasado desapercibida a lo largo de la segunda mitad del pasado S. XX ha sido Francisco Fuentes García, un hombre que se marcho de la vida en el ecuador del mes de agosto pasado, dejando tras sí una vida al servicio de la sociedad, manifestado en múltiples aspectos, siempre con el Humanismo Cristiano en el horizonte de su actividad.

Paco Fuentes, como era conocido popular y cariñosamente en la ciudad, vino al mundo el 26 de abril de 1923 (siempre afirmó que lo había traído el Tío de la Pita), en la calle Canalejas, tercer fruto del matrimonio formado por Ginés Fuentes López y Ascensión García García (de la antigua familia de Los Migones). Aquel, cochero de profesión, tenía a su cargo la concesión del transporte público, en coches de caballos, a Moratalla y la Estación de Calasparra, hasta que decidió cambiar su actividad laboral por el negocio de las esencias, oficio en el que le sucedió, siendo muy joven, su hijo Paco, en 1947, compatibilizando el citado negocio con otros relacionados con la distribución de piensos alimenticios, huevos y animales ovíparos.

En el negocio de la destilación de esencias dio un gran impulso a la actividad paterna, montando calderas propias no sólo en Caravaca y su término, sino en Moratalla, Mula, Cuenca, Teruel, Burgos, León y Sevilla, en las que, a partir de las plantas aromáticas proporcionadas por la propia naturaleza, se obtenían esencias de tomillo rojo, tomillo corriente, romero, lavanda, mejorana, salvia y eucalipto entre otras, que suministraba a la empresa sevillana Bordas Chinchurreta, además de algunas extranjeras, como Fernando Guzkin, de Londres, quienes utilizaban el producto para la elaboración de perfumes y colonias.

Su despacho y almacén, en la casa familiar de la Carretera de Granada, desprendía uno de esos aromas característicos de la ciudad, con que se identificaba el lugar bastantes metros antes de llegar al mismo. Aroma a esencias que, junto a otros como los emanados de las fábricas del Chocolate o el Turrón, las confiterías de Bartolo, Cecilio o La Pilarica en la C. Mayor; las fábricas de aguardiente de La Canalica y la Glorieta y las tiendas de ultramarinos y coloniales de Alfonso, Carricos, José Izquierdo y Los Elías entre otros, integraban el patrimonio olfativo local ya desaparecido. Cuando el despacho y almacén cambió su ubicación a la calle Ángel Blanc y se amplió el negocio, también se trocó el original aroma por otro a piensos animales, característico en el lugar.

El 8 de febrero de 1952 contrajo matrimonio con Concepción Blanc Giménez Girón, comenzando a vivir la pareja en la calle Faquineto, desde donde trasladaron su domicilio a Rafael Tejeo en 1958, donde ambos fallecieron pasados los años, y donde procrearon una numerosa familia que trajo al mundo diez hijos en el espacio temporal de 12 años.

Aficionado empedernido al fútbol y a los toros, fue presidente, durante años, del Caravaca C.F y gran admirador del torero Manolete, cuya muerte, en 1947, fue objeto de un amplio comentario taurino en su diario personal que redactó entre 1946 y 1948. A este respecto recordará el lector que Paco Fuentes era pariente de los toreros Pepe y Pedro Fuentes, y que su amistad con Pedro Barreras fue de las más consideradas por él.

Viajero impenitente, primero en bicicleta, luego en su moto Peugeot (que pasado el tiempo vendió a Espallardo) y, después en el Renault “4L” (Mu 60244) que conducía Antonio Barrancos, viajaba con cualquier excusa y ocasión, por razones de negocios o placer, aprovechando siempre los viajes para establecer lazos sociales y de compromiso e intercambio cultural. De cada uno de ellos trajo nuevas amistades, como la del Presidente de la Corte Suprema de Viena Franz Hönigshumid, a cuyo hijo menor se trajo a Caravaca tras la conclusión de la II Guerra Mundial; o la que estuvo a punto de lograr la instalación de una sucursal en nuestra ciudad, para toda Europa, de la fábrica americana de maletas Sansonite, proyecto que no llegó a cuajar por razones políticas que no vienen al caso.

De ideología política joseantoniana, su comportamiento fue coherente con sus ideales, colaborando en el gobierno de la ciudad como concejal durante los mandatos de los alcaldes Pepe Gómez y Mariano Rigabert, en que se ocupó de los abastos y de los temas relacionados con el agua respectivamente. Amigo de reyes y lacayos, encajó de buen grado, aunque sin perder su autenticidad ni torcer el gesto, los cambios políticos y sociales, así como los habidos en el seno de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II.

Vinculado al trabajo pastoral de la Iglesia Católica, fue siempre colaborador en la tarea parroquial, en diversos lugares en los que se implicó activamente. Fue uno de los fundadores de la cofradía del Santísimo Cristo de los Voluntarios. Presidente de la cofradía de Ntra. Sra. De la Soledad (Los Negros), fundada el 30 de junio de 1946, siendo el primer presidente su padre, de quien heredó el cargo el 28 de noviembre de 1948.

Presidente durante décadas del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, a cuyo primer cursillo asistió, siendo homenajeado por el mismo el 21 de mayo del presente año, cuando la enfermedad hacía presa definitiva en su cuerpo. Presidente, también, de la rama de Hombres de Acción Católica y miembro de la Adoración Nocturna caravaqueña. Finalmente fue Teniente de Hermano Mayor en la junta representativa de la Real e Ilustre Cofradía de la Stma. y Vera Cruz que presidió como Hermano Mayor Juan Aznar Sánchez, entre 1973 y 1974.

Fiel y leal amigo de sus amigos, compartió la intimidad, entre otros, con Lorenzo Gómez, Manolo Jiménez, Pepe Navarro (de Coy), Abraham Ruiz Jiménez (de Cehegín); Juan Fernández Marín, Honorato Guillén, Alfonso “el Caillo”, Paco Pim, Gustavo Melgares y Valentín el de las patatas, con quienes compartía el café y la tertulia en el Círculo Mercantil o en la cafetería Dulcinea.

Durante su mandato al frente del Hogar del Pensionista logró la apertura del Hospital de Día como servicio muy importante a las personas mayores necesitadas de atención.

Honrado y honesto consigo mismo y con los demás. Empedernido fumador de puros habanos y, sobre todo, caliqueños (que se los proporcionaron durante años de estraperlo, desde Valencia, vía Jumilla) y colaborador asiduo en actos solidarios, como la rifa de su propio bigote cuando, a través de la Emisora Parroquial, en programa que dirigía el sacerdote José Freixinós, se recaudaron fondos para la construcción de un grupo de viviendas sociales en el paraje de la Loma del Arca.

Con Paco Fuentes se contó para casi todo durante muchos años de la vida local; y al final de sus días, “maduro ya para el cielo”, hasta tuvo tiempo de redactar su propia esquela mortuoria, despedirse, por carta escrita, de sus amigos y morir rodeado de su inmensa prole de hijos nietos y bisnietos.

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