Ya en la calle el nº 1040

Otoño de 1937: Caravaca, una ciudad en la retaguardia

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Francisco Fernández García

(Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz)

En el otoño de 1937 Caravaca era una ciudad dinámica y activa que ayudaba al sostenimiento de la guerra con suministros y soldados, además de servir de acogida a numerosos refugiados. Tras mas de un año de conflicto, la población comenzaba a experimentar dificultades para su abastecimiento, no obstante la gestión de la Comisión de Abastos había conseguido mejorar bastante la situación, recibiendo por ello merecidos elogios: “A su interés, trabajo y desvelos constantes se debe que Caravaca sea una excepción de otras poblaciones, productoras como la nuestra, que se ven privadas de pan y otros artículos alimenticios; y que se adquieran los géneros con el 30 por 100 más baratos de los que hacían pagar los acaparadores y agiotistas”, consiguiéndo asimismo reformar el reparto de comida fijado por las autoridades: “¡Ya era hora que el bochornoso espectáculo de las colas se normalizara!”. Esta relativa mejoría favoreció la tradicional feria de ganados, celebrándose con gran éxito y sin incidentes, a pesar de las dificultades del momento: “Este año por la guerra que sostenemos con tanto heroísmo, no se ha hecho propaganda ni anuncios como era costumbre; no obstante, el número de compradores ha sido numerosos, y se han hecho ventas importantes de hermosos ejemplares de ganado caballar de raza muy estimable. Durante los días de feria, el orden ha sido completo debido a las buenas disposiciones de las autoridades”.

Tres fueron los principales problemas que ocuparon la atención del gobierno municipal estos meses. En primer lugar la demanda de los vecinos de las pedanías para que se nombrase un médico fijo en una de ellas, desplazándose a Murcia una comisión para mantener diversas entrevistas en busca de apoyo. El segundo era el educativo, que fue felizmente resuelto gracias a la colaboración entre el gobierno central y el local.

En la sesión celebrada por el Consejo Municipal en pleno el 1 de noviembre de 1937 Miguel Soler Miralles, presidente del mismo, informó de que el Ministerio de Instrucción Pública había autorizado la creación de las 8 escuelas nacionales que se habían solicitado el 11 de marzo para “que queden bien atendidas las necesidades docentes de este termino municipal, además de la ya existentes”, comprometiéndose el ayuntamiento a “dotar de un modo efectivo y satisfactorio de locales, material y casa habitación para los maestros”. Para elaborar la solicitud se siguieron los criterios adoptados por el Consejo local de primera enseñanza, que recogían asimismo algunas de las peticiones incluidas en el “expediente que se hizo para la sustitución de la enseñanza dada por religiosas”. Las nuevas escuelas serían 4 para el casco urbano (2 unitarias y 2 de párvulos), una unitaria de niñas para Benablón y 3 escuelas mixtas para El Moral, La Junquera y el Estrecho de la Encarnación. También dio noticia de que para las de las pedanías estaban ya dispuestos locales, viviendas y mobiliario, mientras que para las restantes se seguían haciendo gestiones para su consecución, acordándose activarlas “con objeto de que queden instaladas en el plazo mas breve posible”. La noticia fue muy bien recibida en la población, elogiándose el trabajo realizado por la corporación municipal: “Son dignas de aplaudir las gestiones hechas por el camarada Alcalde Miguel Soler, que con tanta abnegación y entusiasmo ha venido trabajando hasta conseguir que en las pedanías del Estrecho de la Encarnación, Benablón, Moral y Junquera, se instalen las escuelas dentro de breves días. Las obras que se están haciendo para las clases y casas para los profesores, quedarán terminadas con las condiciones higiénicas necesarias”.

Por último el abastecimiento de agua potable, cuya mejora era absolutamente precisa por “haber aminorado considerablemente las aguas de las llamadas fuentes de los frailes, destinadas al servicio público”. En vista de la necesidad, el Ayuntamiento había acordado el 23 de septiembre la mejora de este servicio utilizando también agua procedente de la Fuente de Mairena y reparar las instalaciones, que se encontraban en muy mal estado “las conducciones de aguas potables, por los años que hace se realizaron las obras y por el abandono absoluto en que se han tenido, amenazan inminente ruina. Hay trozos que están en pésimas condiciones; y la pérdida de agua es de consideración”. El proyecto fue bastante discutido ya que al no disponer de fondos para realizar las obras, había decretado su realización a cargo de los propietarios de plumas de agua. Tras vencer muchos obstáculos, “que en unos son justificados y otros no, las obras darán comienzo esta semana, y en unos meses, pocos, estarán terminadas. Nuestro aplauso al camarada Alcalde y demás camaradas del Consejo Municipal”. El continuado elogio al gobierno municipal por parte de la prensa regional fue bastante criticado en algunos sectores, motivando que el 11 de noviembre el diario “Nuestra Lucha” publicase una nota defendiendo su criterio y posicionamiento: “Los que cumplan con su deber cuenten con nuestro aplauso, que hoy no regateamos, por ser muy conocido el trabajo que están haciendo los camaradas que figuran en el Consejo Municipal, en bien de Caravaca, y muy principalmente su presidente Miguel Soler. No olviden esta aclaración los que tienen muy sucia su conducta, y solo saben censurar, que estamos dispuestos a acudir al terreno que nos llamen”.

La política local registraba también una gran actividad en busca de la unidad de todas las organizaciones y partidos para derrotar a los rebeldes, siguiendo el ejemplo de la defensa heroica de Madrid. En octubre el Consejo Local de la Juventud pasó a denominarse Alianza Juvenil Antifascista, quedando integrada por representantes de las Juventudes Libertarias, Juventudes Socialistas Unificadas, Juventudes Republicanas (perteneciente al partido Unión Republicana) y de la Federación Universitaria Escolar, siendo nombrado presidente Gabriel Torralba y secretario Francisco Medina, acordando en su sesión constitucional elaborar un manifiesto dirigido a la opinión pública, que fue publicado en el diario “Nuestra Lucha” el 10 de octubre. En su extenso escrito expresaban su voluntad de trabajar y colaborar con todas las organizaciones partidos y sindicatos en defensa de los intereses del gobierno legítimo de la nación, declarándose dispuestos a obedecer y hacer cumplir sus órdenes y decretos, así como combatir a los traidores, pues “la juventud no está dispuesta a tolerar ninguna clase de abusos en contra de la clase trabajadora y estamos convencidos que nuestra propuesta será respaldada por todas las masas antifascistas de Caravaca, porque verán en ella la defensa más clara, mas justa de los miles y miles de hermanos nuestros que combaten en las trincheras por la libertad y el bienestar de todos”.

En su proclama, los jóvenes instaban a los partidos, sindicatos y organizaciones obreras a seguir su ejemplo y organizar “el gran Frente Popular Antifascista y que todos, sin pasiones, sin odios, estudien los múltiples problemas que se plantean en nuestra retaguardia, como lo son la subsistencia, como lo son los acaparadores, como lo son los fascistas emboscados, los cuales están desde sus capillas o puestos de nuevos izquierdistas, trabajando activamente en contra de los intereses del pueblo y por consiguiente en beneficio de Franco y del fascismo internacional”. Sus voces fueron escuchadas y a principios de noviembre se constituyó el Frente Popular Antifascista, cuya primera decisión fue enviar una carta al director del diario murciano “El Liberal”, que fue publicada en la edición del 13 de dicho mes: “Tengo la satisfacción de comunicarle que en el día de ayer e integrado por la totalidad de los partidos y organizaciones de esta localidad, se constituyó en esta ciudad de Caravaca el Comité del Frente Popular Antifascista, cuyo primer acuerdo fue el de enviarle un fraternal saludo, al propio tiempo que nuestra incondicional adhesión al Gobierno de la República, ofreciendo colaborar con él para el total aplastamiento del fascismo. Salud y antifascismo”. Desconozco la composición del Comité en este momento, aunque en febrero de 1938 estaba presidido por Gabriel Navarro, perteneciente a la F.A.I.

Dos días sobresalieron en el otoño del 37. El primero fue el domingo 7 de noviembre, día en el que, siguiendo las disposiciones generales, hubo una celebración especial con diversos actos “para conmemorar la defensa del Madrid heroico cien por cien, y a la gran nación guía de paz y de justicia, Rusia como homenaje al 20 aniversario de la fundación del régimen soviético”, engalanándose los oficios oficiales, sedes de sindicatos y partidos políticos “y casi todos los balcones de la ciudad” con colgaduras y banderas.

El segundo tuvo lugar a finales, el domingo 19 de diciembre, fecha en la que el Gobernador Civil, Vicente Sarmiento Ruiz, viajó a nuestra ciudad “siguiendo la línea de conducta trazada por el Gobierno” que aconsejaba visitar los distintos municipios de la provincia y conocer de primera mano las necesidades y problemas de los ciudadanos, así como animar a la población, elevar la moral y exhortar a la unidad del Frente Popular. En nuestra ciudad fue recibido por un numeroso público que esperaba su llegada congregado en la Plaza de Galán y García Hernández (Plaza del Arco). Tras la recepción, el Gobernador se dirigió a los asistentes desde el balcón del Ayuntamiento, pronunciando un “discurso vibrante y patriótico”, que fue publicado en su totalidad en el diario regional “Nuestra Lucha” tres días mas tarde. “Habló el camarada Sarmiento de los problemas de la guerra, única preocupación que a todos debe animarnos, teniendo frases de encendida exaltación para el Ejército popular, que a diario ofrenda su vida defendiendo la independencia española y aconsejando que en la retaguardia se labore con igual desinterés, si queremos acelerar el triunfo de nuestras armas”. En su discurso el Gobernador hizo un llamamiento a la unidad de los partidos y organizaciones republicanas, así como a la responsabilidad, deber y compromiso personal de cada uno, único modo de conseguir derrotar al enemigo: “compañeros  trabajadores y trabajadoras de Caravaca tenéis que cumplir una gran misión, porque las luchas se ganan en la retaguardia. Hagamos, compañeros, diariamente examen de conciencia. Hagamos todos los días una pregunta a cada uno de nosotros mismos y digamos <<He cumplido hoy con mi deber o no he cumplido hoy con mi deber>>”. La seguridad de la retaguardia era una de las cuestiones que mas preocupaban a las autoridades en ese momento e igualmente a la población, muy sensibilizada a partir sobre todo de la detención a mediados de septiembre en Murcia y otras ciudades de la provincia de varios elementos pertenecientes a “una organización fascista” vinculada a Falange que preparaba un complot contra la República, operación por cierto en la que intervinieron varios agentes de la policía caravaqueña, así como su responsable. Sarmiento se refirió a este asunto afirmando que “la limpieza de la retaguardia hay que hacerla, pero sin odios ni venganzas personales y obedeciendo a un plan razonado de conjunto”; concluyendo el discurso pidiendo lealtad y sacrificio: “Fe y confianza en la victoria; amor y cariño a la causa republicana; amor y cariño a nuestros hermanos; afecto, consideración y compenetración con todos. Y vosotras, mujeres de Caravaca, que tendréis en los frentes de batalla familiares vuestros, no llorad con lágrimas de desconsuelo, llorad con lágrimas de cariño y de amor a la causa de la independencia de España y a todas os diré que, cuando vengan los del frente los recibáis con cariño, con afecto, con consideración, abrazándoles profunda y espiritualmente diciéndoles: <<Hemos sabido cumplir con nuestras obligaciones, mientras vosotros dabais la vida por la Patria>>. Condenso todo lo dicho en tres vivas gloriosos nacidos, no de la boca, sino del corazón de la tierra leal: ¿Viva la Republica Española! ¡Viva el Gobierno! ¡Viva el glorioso ejército popular! Y por último: ¡Viva el honrado pueblo de Caravaca!”, vítores que fueron contestados de manera entusiasta por los asistentes, con aclamaciones y efusivas muestras de entusiasmo. Finalizado el acto, el Gobernador mantuvo diversas reuniones con miembros del Frente Popular “trazando normas a los reunidos para el mejor desenvolvimiento de su misión”, tras las cuales marchó a Cehegín, donde realizó un programa similar.

Por lo demás, la ciudad seguía su vida cotidiana, aunque conforme discurrían los días se evidenciaban más las dificultades y carestías, comenzando a ser frecuentes las multas y condenas por acopio y aumento excesivo de los precios de los alimentos, lo que hacía que la población fuese perdiendo poco a poco la ilusión y confianza en la victoria. A pesar de todo, la educación y la cultura continuaban siendo fundamentales, destacando la actividad de la Comisión de Cultura y Propaganda de la Agrupación Socialista, que a principios de octubre abrió una clase gratuita de matemáticas para mayores de 14 años a cargo del profesor D. Leandro Navarro, a la que “asisten bastantes alumnos y con puntualidad, ansiosos de ampliar sus conocimientos”. El éxito de esta actividad hizo que durante noviembre se trabajase “con interés para que este mes queden instaladas unas clases de Taquigrafía, Dibujo lineal y otro elemental”, programando asimismo un ciclo de conferencias para los obreros, que se celebrarían “los domingos a las cuatro de la tarde, en el Salón Grande de la Casa del Pueblo”. La actividad de esta Comisión continuó en los meses siguientes, obteniendo el 13 de diciembre la cesión por parte del Ayuntamiento del Teatro Thuillier 3 días al mes “con el objeto de dar funciones de cine y recaudar fondos para el sostenimiento de la campaña en pro de la cultura, para que se ha creado”.

No obstante la triste realidad terminó por imponerse, el 15 de noviembre el Comité Provincial de Educación Militar ordenó la concentración el día 17 de todos los mozos de la quinta de 1939 para recibir instrucción premilitar en los distintos centros establecidos en varios municipios, entre ellos Caravaca donde el lugar utilizado para el adiestramiento de los futuros soldados fue la Plaza de Toros, lo que venía a significar que pronto un nuevo contingente de caravaqueños marcharía al frente. Triste destino el de muchos de ellos, para los cuales el sombrío y largo invierno no había hecho más que comenzar. Un año mas tarde, en el otoño de 1938, el diputado Francisco López de Goicoechea, muy relacionado por diversos motivos con nuestra ciudad, visitaba el frente ofreciéndonos esta emocionada descripción que a continuación en parte transcribo en recuerdo y homenaje a todos los caravaqueños que lucharon en defensa de la justicia y la libertad: “La vida en la trinchera es confraternidad. Nadie habla de política. Se defiende la República contra la invasión extranjera, favorecida por unos cuantos traidores sin conciencia. Por eso nada tiene de extraño que en la trinchera se viva una vida de franca camaradería y de mutuo desinterés. Cae la tarde, y el aire saturado de aromas de sierra refresca la piel calcinada por el intenso calor del día. Sentado en la tierra rodeado de amigos que me atienden solícitamente llegó a olvidar casi el lugar donde me encuentro. Voy haciendo papeletas para cumplir los encargos que me hacen. Hay soldados de Lorca, de Caravaca, de Cieza y de casi todos los pueblos de la provincia. Casi todos me piden papel de escribir, sobre y lápices o plumas estilográficas. Ninguno piensa en volver si no es después de haber triunfado totalmente. La noche va cayendo sobre nuestras cabezas. De pronto se oyen unos disparos de ametralladora. Vigilante siempre, la guardia del parapeto contesta. La luna asoma su faz inmaculada tras las montañas que nos circundan. Más disparos de ametralladora. A los pocos minutos, los morteros hacer oír su ronca voz. El ruido poco a poco va siendo mayor; cada hombre está en su puesto, sin descomponerse, sin proferir una palabra; serenos, tranquilos, como aquel que ya está avezado a una labor casi diaria. El miedo, como el valor, es contagioso, y aquellos hombres llenos de serenidad y confianza me han transmitido a mí estas virtudes. Varias granadas han entrado en el reducto, cerca de donde estoy yo. Hay algún herido porque veo pasar por delante de mí las camillas. Yo me considero seguro entre aquellas murallas de tierra que parecen indestructibles. El ruido de los disparos en nuestras filas es tremendo. La artillería de uno y otro lado ha comenzado a funcionar. Se confunden los disparos nuestros y los del enemigo. El ambiente está cargado de olor a pólvora y a tierra húmeda. Poco a poco va cesando el fuego. El ataque –fuerte, muy fuerte- ha sido rotundamente rechazado. Hay que evacuar los heridos. No se oye un lamento. Todo es serenidad, como la noche que nos contempla”.

 

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