Ya en la calle el nº 1037

Molinos de blanqueo de arroz de Calasparra

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MANUELA SEVILLA

En Calasparra no solamente se cultiva arroz, también se muele y comercializa el Arroz de Calasparra, motivo por el que los molinos de arroz cobran importancia dentro de su elaboración.
Ya los árabes iniciaron su cultivo con riego en terrazas, ocupando los márgenes del Segura (Archena, Ceutí, Molina), pero se fue prohibiendoMolino de blanqueo de arroz por los problemas de insectos que originaban, trasladándose río arriba, a la Vega Alta, donde había menos concentración de población. Los primeros molinos de los que tenemos constancia en Calasparra son molinos hidráulicos harineros, como el perteneciente a la Orden de San Juan de Jerusalén sobre el Río de Caravaca, citado en la Carta de Población 1412. En las visitas que se hacían periódicamente, en la que se inventariaban los bienes de la Encomienda de Calasparra en 1562, se describen como propiedades de la Orden el molino nuevo de dos piedras sobre el Río Caravaca y dos en Valentín, el nuevo y el viejo.
Así, a principios del siglo XVII no existían molinos de arroz en Calasparra aunque sí en Archena, ya que en La Algaida, terreno inmediato al río, se cultivó arroz hasta 1720, año en el que se prohibió. Esto nos permite decir que el primer molino de arroz perteneciente a Calasparra estaba en Archena, del cual cobraba los diezmos al ser de nuestra Encomienda. En el Catastro del Marqués de la Ensenada, que empezó en 1749, dice a la Respuesta General número 17, sobre los molinos, que hay tres, dos de la Encomienda, Valentín y Molino de la Oz en dicho paraje (Argos), y otro de propio de D. Diego Melgarejo vecino de Caravaca en el Partido de Zeradilla, pero ninguno de arroz.
Parece ser que el cultivo del arroz en Calasparra comenzó en la Cañada del Peregrino y Cañada de la Higüera en 1750, ya que ambas tenían unas fuentes. A mediados del Siglo XVII, cuando se abre la Vega del Segura, comienza una nueva etapa de la historia económica, notándose un interés por el cultivo del arroz. Durante el siglo XVIII el arroz será el producto esencial de la economía calasparreña, pero provocaría diversas epidemias de tercianas motivadas por la expansión arrocera en la zona inmediata al núcleo de población, en las tierras regadas por la acequia mayor del Argos. El Ayuntamiento prohibió en varias ocasiones el cultivo del arroz en los lugares inmediatos al pueblo y a principios del siglo XIX el cultivo del arroz se fue trasladando hacia la Vega del Segura, mientras que la huerta tradicional del río Argos y del río Quípar se dedicó al cultivo de otros productos que necesitaban menos agua.
Donde primero he encontrado una referencia a un molino de arroz ha sido en el «Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal», de 1826, escrito por Sebastián de Miñano y Bedoya. Menciona que hay cuatro molinos harineros, cuatro arroceros y cuatro almazaras. En el Diccionario de Madoz, de 1850, habla de dos para el blanqueo de arroz. Al principio se acomodaron los molinos harineros hidráulicos como molinos arroceros para su blanqueamiento, a los que se les ponía unas piezas de corcho en la piedra o muelas para que amortiguara la fricción y no rompiera el grano. Así se «escallaba» o «descascaraba», después se aventaba en una sala de gran tamaño llamada el «Tirador», donde se tiraba desde unos metros de altura a una lona que estaba en la pared formando un «pandero». El grano más pesado daba contra la lona y se quedaba, la cáscara y el polvo se caían antes de llegar a la lona. Después, con cribas, se terminaba de limpiar y al final lo pasaban por la «limpia» del trigo que habían acondicionado al efecto. Ya solo quedaba repasarlo en una gran mesa para después venderlo a granel por el pueblo y a gente que venía de fuera a comprar en grandes cantidades, pues no olvidemos que, hasta hace unos años, los cereales y legumbres se vendían al peso en bolsas de estraza.
En 1883, las «Ordenanzas Generales de Riegos», recogidas por José Mª Cañizares Sánchez, dicen que los molinos o fábricas que utilizaban las aguas del cauce de la Acequia Mayor y la hila del Pasico son tres: el de la Encomienda, el Molinico y el de la Celadilla, sitio la Peñicas.
En el siglo XX el cultivo del arroz quedó prohibido por Real Orden de 5 de Noviembre de 1907, no solo en Calasparra sino en toda España. Siendo Alcalde D. Gabino Ruiz Soler se levanta la prohibición, después de remitir varios escritos ayudado por el Ministro de Gobernación D. Juan de la Cierva y Peñafiel. Así el cultivo del arroz de Calasparra se oficializa y protege gracias al R.D. de 1 de Febrero de 1908, en el que se delimita el Coto Arrocero que comprende tres términos municipales: Hellín, Moratalla y Calasparra.
A continuación relatamos cronológicamente los molinos de arroz que han existido en Calasparra agrupando sus distintos dueños y el número de conos instalados, dato que nos dará el índice de importancia del molino.
– «El Molinico» de la familia Melgarejo, posteriormente Condes del Valle de San Juan, utilizando la hila del Pasico. Primero fue harinero y después se convirtió en arrocerro. Al hacer otro en El Soto fue arrendado a D. Francisco Hernández López, industrial de la localidad, que lo mantuvo en funcionamiento hasta poco antes de la Guerra Civil.
– Molino de Sahajosa. En un principio se utilizó como molino de arroz, construido en el siglo XVIII, y fue comprado por el Comendador de Calasparra Lorenzo de Sahajosa. Todavía conserva la maquinaria de arroz.
– Molino en el Soto del Estanco, también propiedad de los Condes. Primero fue harinero y a principios de siglo XX lo convirtieron en arrocero. No es muy grande, todo construido de madera y comercializaba la marca «La Palma del Segura», empresa «Arrocera de San José». Necesita 600 litros por segundo de agua, procedentes de la acequia de Rotas, como fuente de energía. Esta fuerza cae de la tercera a la primera planta del edificio moviendo su maquinaria.
– Molino de Cañaverosa. En dos plantas y con tres conos de producción, comercializando la marca «Triptolemos» (Héroe de la mitología griega que recibió la sabiduría de la diosa de la agricultura: Ceres). Propiedad de Joaquín Payá.
– Molino de Hernández Peñalver (Paco de Joaquín). Con tres conos envasaba en sacos de 50 kg. con la marca «Hernández Peñalver». Estaba situado frente a la Plaza de Toros y su maquinaria desapareció de Calasparra. Funcionaba con electricidad, por lo que tuvo que instalarse a partir de 1902
– Molino de La Celadilla, herederos de D. Francisco López Urrea. Sitio en Las Peñicas (La Florida), con la hila del Pasico. Posteriormente comercializan con la marca «Isidoro López hijo». Tenía dos conos.
– Molino harinero «Herederos de D. Gabino Ruiz Pastor». Comprado por su padre Antonio Ruiz Cachopo de Blanca, convertido en arrocero por «El Chiquitín», con la marca «Arroz Martínez Calasparra» y anteriormente «Vega Calasparreña». Estaba situado en la Fuente del Secano, junto al mítico «pilón» ya desaparecido. Tenía tres conos. Era de gran tamaño y de larga fachada, con 10 ventanales. Anteriormente fue llamado «Molino La Rosa», en 1922.
– Molino de la Esperanza de Angelina López. Era de dos conos y eléctrico, también harinero, situado en la calle Pasico y la actual San Abdón. Posteriormente albergó una destilería.
– Molino del Chato, situado en la Fábrica de espartos de Francisco Pérez Tenedor (conocido en la localidad como «El Pájaro»).
– Molino de la Cooperativa del Campo Virgen de la Esperanza, construido en 1962 con cuatro conos de pulido vertical. Se formó en régimen de Cooperativa por los agricultores arroceros de Calasparra, en sus orígenes además de funcionar como molino era también cooperativa de conservas.
– Molino de Juan de Haro, en la finca «El Puerto». No es hidráulico, primeramente funcionó con un motor de gasoil y ahora con un grupo electrógeno. Comercializa la marca «Flor de Calasparra». Juan Haro fundó su empresa junto a sus hijos en 1.990.
Actualmente sólo funcionan estos dos últimos molinos, estando inscritos en el Registro de molinos de la Denominación de Origen «Arroz Calasparra», pues también los molinos deben tenerla y solo se puede moler «nuestro» arroz en ellos.
Después de localizarlos, vamos a desentrañar las piedras de estos molinos de blanqueo de arroz, con maquinaria específica para esta labor. Por el día de la Cruz (3 de mayo) se empezaba a sembrar el arroz, antiguamente «el Sementero», que envolvía al pueblo en un halo de magia pues todo eran buenos augurios para la cosecha. Mencionar que actualmente se hace más tarde en prevención de posibles heladas. El arroz se recoge de octubre a noviembre, siempre dependiendo de las temperaturas y las lluvias. Se segaba a mano con hoz y se hacían gavillas que, con las mulas, subían a las eras, donde se esparcían en montones y se trillaba para separar el arroz de la paja. Luego se llevaba a los almacenes donde se ponía a secar en caballones, que había que mover todos los días. Una vez seco se envasaba en sacos de 70 kg y se subía al molino, donde se depositaba en la torva para después pasar por una zaranda en rampa que gavillaba la cascarilla. El arroz subía por un elevador, con unos cazos metálicos, a la segunda planta y, desde un depósito que lo almacenaba, pasaba a la «escalladora», separando la cáscara del grano. Volvía a subir por otro elevador a un depósito diferente que proporcionaba arroz a los conos con dos piedras, una fija y otra que se mueve, con unas gomas negras que amortiguaban el roce y no rompían el grano de arroz. Tras el paso por el primer cono sale el «morré» y así seguía su paso por los sucesivos conos, que iban depurando el arroz, siendo el del último cono el de peor calidad. El proceso finalizaba con la separación por tamaños y ensacado.
En Calasparra se continúa moliendo este oro blanco, al que con Orden de 2 de noviembre de 1982 se le reconoce la Denominación de Origen «Arroz de Calasparra», siendo el primer cereal del mundo en tenerla.
Las mil y una gracias a los hombres del arroz que con su trasmisión oral y escrita han permitido relatar esta intrahistoria: Manuel Moya, Rafael Navarro, Juan López, Emilio del Olmo y José Ruiz Egea.

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