Ya en la calle el nº 1037

Maud Gonne… “cuando seas vieja y gris”

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GLORIA LÓPEZ CORBALÁN
En estos días en que la Reina Isabel se toma el té de las 5 con la noticia de que necesitará pasaporte para ir a su residencia de verano, me acuerdo de otra mujer que luchó por amargarle en su día las comidas a sus majestades. Una mujer que luchó con todas sus armas de mujer para lograr la independencia de Irlanda, la suya propia se la tomo como derecho en un siglo donde esta era un pecado.
Gonne nació en Aldershot, un puebMaud Gonnelo de Inglaterra, hija de un coronel británico y madre inglesa que murió muy joven. El padre mandó a la hija a estudiar a París y en 1882 regresaron junto a Dublín, donde el general enfermó y al poco murió, dejando a la joven en una buena situación económica. Esto le permitió viajar sola, en un época donde las mujeres viajaban de tres en tres y en uno de esas visitas a París se enamoró del periodista francés LucienMillevoye (casado, por cierto), director de La Patrie. Junto con el amor, o quizá con esa pasión con la que se abraza el primer amor, abrazó Maud la causa independentista por la que luchaba el periodista. Juntos comenzaron una nueva vida de protestas y amor, manifestaciones y noches de pasión, luchas con la policía y reconciliaciones en la cama. Aquellos días le valieron una orden de expulsión y una hija de Millevoye, a la que llamó Isolda Gonne. Además de feminista y activista política, era una friki de todo lo esotérico. Por eso cuando leyó los versos de un poeta que fundaba club esotéricos llamado W.B. Yeats, (1865-1939) le escribió para convertirse en miembro ( o miembra, que diríamos aquí) de la Orden Hermética del Alba Dorada.El encuentro marcaría la vida de ambos, la de ella, que pasaría a la posteridad, (por musa del poeta, no por feminista, como ella hubiese querido) y la de él, que casi lo llevó a la muerte y a la locura. Mientras que ella solo veía en él su lado esotérico, Yeats quedó tan enamorado que año tras año le pedía matrimonio, daba igual que esta año tras año lo rechazase o anduviese en conversaciones menos esotéricas con otros revolucionarios.
Mejor le hubiese ido si se hubiese casado con el poeta, en vez de hacerlo en 1903 con John MacBride, porque aquí el revolucionario le salió valiente en la calle pero cobarde en la casa, y no solo le pegaba, sino que además abusó de la hija de esta. No tardó mucho en separarse no sin antes darle un hijo. Mientras tanto, continuaba su amistad con el poeta, que le seguía pidiendo matrimonio, cofundó la sociedad revolucionaria de mujeres Hijas de Erin y ayudaba a Yeats a establecer en Dublín el AbbeyTheatre, donde interpretó el papel principal de una de sus obras.Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para la Cruz Roja en Paris y el verano de 1917 regresaría a Irlanda junto al poeta, que por aquel entonces el hombre tenía una fuerte depresión y entre madre e hija pensó que ya lo había rechazado bastante la madre y no tuvo otra ocurrencia que pedirle matrimonio a la hija, de 23 años. Esta lo rechazó, claro está, no le faltaba a la pobre otra cosa.
Se acabó el verano y cada uno tomó su giro, que no podía ya ser el mismo después de los calores y el poeta tomo el primer barco a América, mientras que Maud volcó toda su pasión, esa que le sobraba para amar sin mucho tino, en causas como la Guerra Civil Irlandesa o fundar la Liga para la Defensa de las Mujeres Prisioneras. En 1923, nuevamente fue encarcelada, esta vez por aquellos por los que había luchado por colocar en el poder, enseñándole que todo ideal en el poder se vuelve contra él.En 1938 publicó su autobiografía, «Sierva de la Reina «.
Murió en 1966, a los 84 años, dejando en herencia a Irlanda y al mundo un hijo, SeánMacBride, Premio Nobel de la Paz en 1974, quien luchó junto a los republicanos en la Guerra Civil, y continuó con la cruzada de su madre por el trato justo de los prisioneros, fundador de Amnistía Internacional. Y por esas cosas del destino, lo que no quiso la vida junto, vino a unirlo la muerte. Y el poeta que tanto la había perseguido en vida, dio sus últimos pasos después de muerto hacia ella de la mano de las casualidades. Aunque Yeats falleció en Francia en 1939, su cuerpo fue trasladado a Irlanda en 1948, y fue enterrado en la iglesia de Drumcliff. El encargado de gestionar el último deseo del poeta de ser enterrado en Dublín, la exhumación y su viaje a Irlanda sería el Ministros de Asuntos Exteriores de Irlanda, que mira tú por donde no era otro que el hijo de MaudGonne y John MacBride, Sean.
Supongo que allí la esperó recitando los versos que tantas veces le escribió…
[…]Cuántos amaron tus momentos de alegre gracia
y con falso amor o de verdad amaron tu belleza,
pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina
y amó los sufrimientos de tu cambiante cara. […]
Cuando estés vieja y gris y soñolienta…
William Butler Yeats

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