Doha, de origen marroquí, tiene 21 años y reside en Moratalla desde los 15. Actualmente se encuentra en Marrakech, desde donde nos escribe y envía las fotografías del terremoto que asoló el país el pasado 8 de septiembre.
Doha Charai
Mellah, en Marrakech es de los barrios más antiguos del país. Construido en el año 1558, los vecinos de este barrio llevan años quejandose de la fragilidad de las casas. En 2017 el rey, Mohammed VI dió la orden de restaurar los edificios de la Mellah con un presupuesto de más de 20 millones de dólares. Pero como siempre pasa, los maliciosos funcionares se metieron el dinero en sus bolsillos y dejaron que estas personas sufrieran en silencia la marginación. Solo se han restaurado fachadas, para callar bocas.
En el día de hoy, las casas fueron destruidas, pero no solo por el terremoto, también por la marginación, la malicia de los funcionarios y el miedo del pueblo a exigir sus derechos.
El sufrimiento crece y se multiplica. La ricos aumentan su riqueza, los pobres no saben como llegar a ella, sus vidas no reúnen las condiciones más simples de vida. La salud, la educación y el trabajo es algo que ya no se puede exigir ya que es algo que se ha vuelto prohibido. Todo esto amarga la vida de los pobres y por esta situación, hay que cambiar, reconsiderar la vida de estos individuos. Esta gente está viva y muerta al mismo tiempo ya que sus vidas no coinciden con el significado de la vida en todos sus aspectos.
Y hoy, como marroquí que soy y con el dolor más profundo que nunca antes había vivido y que me acompañará durante toda mi vida, quiero decir que quiero a mi patria, a aquella patria que me enseñaron en el colegio, aquella patria justa, honorable, segura y que me brinda todas las condiciones de vida, de una vida digna. Quiero dignidad en el dolor por la perdida, quiero respeto. Quiero que mi patria (los muertos pobres también son mi patria) disfrute de todas las condiciones apropiadas para vivir como decía, con dignidad y no solo con palabras sobre papel.