FÉLIX MARTÍNEZ/FELIPA GEA
A raíz de unas palabras de Santiago Abascal donde declaraba que el gobierno actual era el peor en ochenta años, decidí ponerme a buscar argumentos que respaldaran dichas palabras. En este contexto surgió la idea de recoger el testimonio directo de una persona que haya vivido en los últimos ochenta años y así nos explicara cómo ha sido su vida. La protagonista de esta historia es María del Carmen García, natural de Cieza y afincada en Calasparra. Su historia, por motivos de espacio y de entendimiento será presentada en tres partes, a continuación, se ofrece la segunda entrega de estas entrevistas. La primera entre con la primera parte se presentó la semana pasada, debido al 8 de marzo: día de la mujer y por representar a una mujer luchadora, como muchas otras.
PARTE II. JUVENTUD
- Entrevistadores: ¿Cómo transcurrió tu adolescencia?
- María del Carmen: La pasé sirviendo. Mi vida ha sido servir en casa de señoritos. A los 14 años empecé a trabajar en otra casa de unos señoritos, que estos me trabajan mejor, porque en la casa que estaba antes empecé muy pequeña (con 10 años) y lo hacían más por un favor a mi madre. Por eso, luego encontré este trabajo que me pagaban más y me fui allí. Y cuando estaba trabajando en esa casa, un chico rondaba la casa todos los días y a mí, al principio, me da miedo.
- : ¿Por qué te daba miedo?
- : Porque siempre que pasaba se quedaba en la puerta mirándome. Hasta que un día se lo dije a mi señorita y ella se puso a reírse. Me dijo que era el hijo de la vecina, y entonces yo ya me relajé un poco y, al final, me enamoré de él.
- : ¿Cómo se llamaba ese chico?
- : Ese chico se llamaba Félix Martínez Manzanera. Me llevaba 6 años.
- : ¿Cuándo tuviste tu primera hija?
- : Cuando yo tenía 19 años tuve mi primera hija. Me quedé embarazada muy pronto y muy joven. Yo no quería haberme quedado embarazada tan pronto, pero me engañó.
- : Entonces no te habías casado todavía cuando te quedaste embarazada, ¿no?
- : No. Me casé el mismo día que bauticé a mi primera hija, mi hija Dolores.
- : En aquella época estaba mal visto tener hijos antes del matrimonio, sin contar el haber tenido relaciones sexuales antes también del matrimonio. ¿Cómo lo viviste? ¿Fue duro?
- : En aquellas épocas era todo más duro que ahora, y más con Franco. Con Franco no se podía hacer nada, había que tener cuidado porque a la mínima te mandaban a la policía a la casa y callada, que no se te ocurriera decir nada. Y, además, en pecado. Pero, yo que era una cría y con una hija recién nacida, pues no tenía tiempo de pensar en si la gente decía o dejaba de decir, tenía que trabajar para tirar para adelante.
- : ¿Lo pasaste muy mal?
- : Cuando nació mi hija Dolores estaba en la miseria más grande del mundo. Menos mal que una vecina se murió y una vecina amiga mía dijo que la ropa que esa mujer le ponía a su hija, pues era para mi hija. Así tuve yo ropa para poder vestir a mi hija.
- : Pero tienes más hijas, ¿no?
- : Sí, después de mi Dolores nació mi Maruja, mi segunda hija. Y luego años más tarde nació mi hijo Jesús. Pero cuando tuve a mi segunda hija, estaba sirviendo en una casa y un día mi hija tenía mucha acetona y, claro, devolvía. Me vomitó las sábanas, que en aquel entonces solo tenía una muda, y como no teníamos agua en mi casa, pues tuve que ir al lavadero a lavarlas. Tuve que pedir un duro, que era lo que valía ir al lavadero a lavar, y lavé las sábanas porque no tenía otras. Cuando fui al trabajo, la señorita no me dejó ni entrar. Me echaron por haber ido a lavar las únicas sábanas que tenía para dormir y ella sabía que sólo tenía unas sábanas. En vez de decirme “toma unas sábanas”, que ella tenía más que de sobra, o decirme “madre mía, no pasa nada, ya recuperarás las horas otro día”. Pues no, en vez de eso me echó y me dijo que me pasara cuando no hubiera gente a que me pagara lo que me debía.
- : ¿Te pagó lo que te debía?
- : Sí, al siguiente día fui y me pagó, pero me quitó del sueldo las horas que no pude ir por lavar las sábanas, trece duros, la muy… Le dije que tenía que pagarme mi trabajo y lloré porque era mi dinero, pero no me pagó lo que me correspondía. Esas personas son malas. Son de esas personas que luego van a misa y se dan golpes en el pecho creyendo que así se curan sus pecados. Y me digo a mí misma, “¿pero esta persona por qué toma el señor, si no se lo merece?”. Malas personas. Además, es que cuando servías no te trataban bien. Me han degradado mucho y no me ponían el pie en el cuello, pero casi.
- : ¿Y después que hiciste sin trabajo y con tanta miseria?
- : Pues un día iba con mi vecina a por agua y era la cosecha del albaricoque. Entonces si pasabas por “el Convento”, los hombres que allí había te decían que si querías ir a trabajar a la fábrica. Mi vecina dijo que no, pero yo, que ya tenía mis hijas, les dije que yo sí quería ir. Y eché la temporada, pero ya para la del melocotón iban nada más que las caciques. Y un señor que se llamaba Juan, que era oficinista. Una vecina (otra) y yo íbamos a la puerta de la fábrica a suplicarle que nos diera trabajo y él pasaba por nuestro lado sin mirarnos a la cara siquiera. Al final encontré trabajo fregando suelos en casa de su hermano Antonio. Este hermano sí me metió en la fábrica, aunque estaba también fregando suelos en su casa, y con ese dinero pude meter agua en mi casa y hacer un váter.
- : Entonces, ¿la cosa fue a mejor?
- : Bueno, más o menos. Mi marido que estaba en paro encontró trabajo en Barcelona para trabajar en la obra y, claro, se fue. Yo después pues me fui con él también.