Ya en la calle el nº 1040

María Boluda Aguilar, una muleña al frente de la Fundación Ingenio

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JAIME PARRA

La Fundación Ingenio nace en 2020 con el objetivo de poner en valor una agricultura responsable, sostenible e innovadora.

Formada por cuarenta y cinco empresas y diez mil agricultores del Campo de Cartagena, Trabaja por una agricultura competitiva y familiar, donde la actividad vaya ligada a la transparencia, la información, la trazabilidad y las garantías.

Para lograr estos ambiciosos objetivos ha fichado como directora técnica a la muleña María Boluda Aguilar (1982).

Doctora en Ingeniería Agrícola y agrónoma en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPTC), Boluda ha desarrollado toda su trayectoria profesional en la industria agroalimentaria, muy ligada a proyectos de I+D+i.

Esta muleña al frente de una Fundación que acaba de cumplir su primer año reflexiona: “La agricultura o es sostenible o no será”. Por eso resalta que todo su esfuerzo está dirigido a adquirir conocimiento, implantar tecnología y, los más importante, innovar.

El resultado debe manifestarse en una agricultura que haga un uso eficiente de los recursos (agua y suelo) y conserve la biodiversidad, se mejoren las prácticas para proteger el medio ambiente (monitorización de cultivos y técnicas de fertirrigación sostenible) y se luche contra el cambio climático”.

María Boluda Aguilar, una muleña al frente de la Fundación Ingenio
La muleña María Boluda Aguilar, directora de la Fundación Ingenio

Anillo Protector Ambiental, soluciones y actuaciones concretas

En el Mar Menor, debido a su delicada situación medioambiental, es donde ha situado, a pesar del corto tiempo que lleva en la Fundación, el foco de sus esfuerzos.

De ese trabajo nace el proyecto del Anillo Protector Ambiental, con soluciones y actuaciones concretas para la recuperación y protección de este espacio natural.

“Este proyecto se sostiene en tres líneas de trabajo”, explica María: “reducir al máximo la descarga de agua subterránea y la entrada de agua superficial al Mar Menor y avanzar y mejorar en la aplicación de las buenas prácticas agrícolas”.

Trabajo en el ámbito de la I+D+I

María Boluda dio sus primeros paso en la UPCT donde trabajó como investigadora en el departamento de ingeniería de alimentos y equipamiento agrícola. Y después se decantó por empresas privadas agroalimentarias. En ella se centró en la I+D+I.

Desarrollo de nuevas variedades de uvas de mesa, especias, platos preparados… hasta que llegó la oferta de la Fundación Ingenio.

“En enero contactó conmigo para contarme el proyecto que estaban llevando a cabo y, la verdad, quería formar parte del reto que se les planteaba”.

Antes tuvo la fortuna de que su vida laboral la ha conducido a responsabilidades distintas (desde un perfil méramente técnico hasta formar parte de una star-up con todo por hacer y una vida empresarial por delante) y con ellas un mayor aprendizaje de lo que es una empresa.

Antecedentes familiares

Aunque pasó su niñez en Mula rodeada de campo jugando entre limoneros y albaricoqueros, en su familia, salvo su abuelo materno que fue corredor de frutas, nadie tiene vínculo con la agricultura. “Serán los genes de mi abuelo”, bromea.

Su familia

Hija de aparejador y de profesora en la Escuela de Adultos de Mula, con dos hermanos, uno que vive en Granada y la otra, Marta, propietaria de una academia de formación en Mula (AGOFORMACIÓN), estudió en el colegio Anita Arnao (“cada vez que paso cerca, me produce una sensación placentera. Veo el patio dónde jugué y aun me recuerdo allí campando feliz con mis compañeros). y en el instituto Ortega y Rubio.

La formación en estos centros fue la base para su posterior carrera académica. “Tuve grandes profesores que nos enseñaron y, sobre todo, nos motivaron para estudiar siempre ganas y con inquietudes”.

De ciencias

En el instituto ya tenía claro que lo suyo eran las ciencias. Y le atraía “ciencia y tecnología de los alimentos”, como anécdota cuenta que su hermana se reía de ella porque leía las etiquetas de todos los productos que comían en casa.

Pero también buscaba una carrera con muchas salidas profesionales, por lo que valoró la opción de inscribirse en ingeniería.

Y en esas descubrió la Ingeniería Agronómica, “todo una acierto”, considera al echar la vista atrás, ya que le ofrecía ciencia, alimentación y amplias opciones de trabajo.

Una muleña que hace patria chica

Su vida en la capital murciana no impide que los fines de semana regrese a Mula.

Los baños de Mula y el Niño de Mula son su refugio: “pasé parte de mis veranos y el estar ahí siempre me produce una nostalgia placentera indescriptible”.

Pero como buena embajadora, de Mula se queda con todo: “Es un rincón de la Región de Murcia encantador por su entorno natural, enmarcado entre las sierra de Ricote y Sierra Espuña y con espacios idílicos como Fuente Caputa, su historia y patrimonio cultural (el yacimiento romano Villaricos y el museo de arte ibérico El Cigarralejo son ejemplos de ello, la belleza de su casco antiguo, vigilado desde arriba por el imperioso Castillo de los Vélez del siglo XVI y sobre todo, su gente”.

Tanto que, además, de hacer de guía de sus amigos para que disfruten las fiestas tradiconales, la cultura y la gastronomía, “son muchas las ocasiones que pienso que mis futuros hijos debieran crecer donde lo hice yo”.

Recuerdos de infancia

Sus primeros recuerdos, como casi los de todos los niños, tienen que ver con las fiestas y el verano, las de Semana Santa y San Isidro: De las primeras: “Me recuerdo con mis padres paseando el Miércoles santo por las calles de Mula, vestida con mi túnica y mi tambor pequeño de cuerdas. Recuerdo como iban pasando los años y le decía a mi padre “papa, enséñame que yo quiero saber tocar”“.

Y de San Isidro se recuerda: “haciendo gachasmigas (y comiéndome las costillejas) con la peña de mis padres “Los Malafolla”. Yo vestida de huertana con claveles en el pelo y, como siempre, rodeada de música”.

Unas fiestas interrumpidas: “Estos dos últimos años, de crisis sanitaria, hemos tenido que prescindir de estos momentos, que para los muleños no solo significan disfrute y festejo, sino también fechas para el reencuentro con familiares y amigos siempre necesario. Pero volveremos”.

Un consejo

María, que se define como una terca feliz, aún aplica los consejos que le dieron sus padres, sí se le ha quedado grabado uno que le dio su padre: “iba andando por la acera con mi padre y en sentido contrario venía un hombre, no recuerdo bien el aspecto ni como era, pero si recuerdo que me baje de la acera para esquivarle y dejarle suficiente espacio de paso. Mi padre, que debió ver un gesto temeroso me dijo “hija mía, nunca le temas a las personas, ni al contacto, ni a nada. El mundo esta lleno de personas bonitas de las que disfrutar y aprender”“.

Por lo que “hasta ahora, me he movido libre por donde me ha ido llevando la vida, sin miedo y sacando lo mejor de las personas que me he encontrado y de los lugares, siempre, sin perder las raíces”.

Aficiones

Reconoce que no es una gran lectora de novelas, “pero como me lo cuestiono todo me puedo tirar buscando artículos, textos o información sobre lo que me va inquietando en el momento. Te sorprenderías si vieras mi historial de búsqueda en google”.

En cuanto a la música heredó el gusto de sus padres (mi padre ha tocado mucho la guitarra en casa mientras mi madre y hermanos cantábamos), que abarca muchos estilos, desde el bolero hasta grupos de rock como The Beatles o Led Zeppelin.

Lo que más le gusta, al punto de declarse apasionada, es la bicicleta, “pero he tenido que aparcarla por 9 meses jejee. Justo antes de quedarme embarazada estaba preparándome para hacer algún coqueteo con el triatlón. De hecho, justo antes de la pandemia, participé en el duatlón de Águilas 2020. Así que retomaré en cuanto pueda, ya estoy buscando carritos para llevar a mi hija atada a la bici, cuando nazca”.

Así es a grandes rasgos la vida de María Boluda, directora técnico de la Fundación Ingenio, convencida, como nos explica en un momento de la entrevista, de que en la vida, como en la ciencia y la política, cada actor debe hacer su papel. Por lo que a ella le toca, el Mar Menor, asegura que desde la Fundación Ingenio tienen propuestas y defienden actuaciones validades y consensuadas por la comunidad científical. Y lanza el guante a los gobernantes: “ahora depende que se lleven a cabo o no de la voluntad política”.

 

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