Una cosa es predicar, y otra dar trigo

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Mari Cruz López Hernández | Abogada

El art. 1.3 de la Constitución Española determina que la forma política de nuestro estado es la Monarquía Parlamentaria. Este sistema de gobierno se caracteriza por ser un sistema de gobierno representativo en el que el Jefe de Estado es el Rey, con funciones muy limitadas. Como su propio nombre indica, en un sistema parlamentario el papel central recae sobre el poder legislativo, esto es, el Parlamento. En España el sistema es bicameral, cuenta con el Congreso de los Diputados y el Senado, con menor peso y un papel residual. Ambas cámaras son denominadas “Cortes Generales”.

Cuando los ciudadanos somos llamados a las urnas, elegimos a nuestros representantes en dichas cámaras, por circunscripción electoral. Si se fijan bien, en la papeleta que los murcianos introdujimos el pasado día 23 de julio, no se recogen los nombres de los presidenciables, esto es, de Núñez Feijóo, de Sánchez, de Díaz o de Abascal. Elegimos por tanto a nuestros representantes en dichas cámaras, con la diferenciación de la lista cerrada de los Diputados y la lista abierta del Senado.

Una cosa es predicar, y otra dar trigo
Víctor d’Hondt

Nuestro legislador, con el fin de garantizar la gobernabilidad y dotar de estabilidad este sistema de representación proporcional, eligió el método D´Hondt para el reparto de escaños en el Congreso. Con la aplicación de dicho método se mejora a los partidos más votados en la circunscripción, perjudicando a los minoritarios. El metodo se optimiza en cuanto a la proporcionalidad en las circunscripciones más pobladas y pervierte dicha proporcionalidad en circunscripciones más pequeñas. De ahí que se pueda dar la paradoja de que el partido más votado a nivel nacional no cuente con la mayoría parlamentaria. También es el método que se aplica para los parlamentos de cada comunidad autónoma y para la elección de los concejales en cada municipio.

Constituidas las Cortes Generales, el art. 99 de la Constitución Española configura el sistema de elección de la Presidencia del Gobierno de la nación, de tal modo que será elegido por el Congreso de los Diputados. Si el candidato consigue la mayoría de apoyo – la constitución habla de confianza – por parte de los Diputados, será investido presidente.

Los resultados electorales de la última década reflejan la realidad de nuestro país, también reconocida en nuestra Constitución: España es un estado plural. El art. 2 de la Carta Magna reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran la Nación española, que es indisoluble y la solidaridad entre todas ellas. De esta forma, nos hemos venido alejando del bipartidismo y de las mayorías absolutas para dar paso por primera vez a un Gobierno de coalición tras las elecciones de 2019.

En 2019 también tuvimos elecciones municipales y elecciones a la Asamblea Regional en Murcia. En ambos comicios resultó la lista más votada la del PSOE. Así, el PSOE consiguió 10 concejales de 21 en Caravaca de la Cruz; y la candidatura del PSRM encabezada por Diego Conesa se alzaba como la lista más votada en la Región de Murcia. Siguiendo el reiterado mantra usado por el Partido Popular en los últimos días, Pepe Moreno debió ser alcalde de Caravaca de la Cruz en 2019 por ser la lista más votada; y Diego Conesa debió ser presidente de nuestra comunidad, rompiendo de esta forma con la hegemonía popular que arrancó en 1995. Spoiler: ni el uno ni el otro lo fueron. Como tampoco lo fueron Manuela Carmena o Ángel Gabilondo en 2019 Madrid o más recientemente, Guillermo Fernández Vara en Extremadura.

En todos esos casos fueron elegidos quienes obtuvieron mayoría de apoyos entre diputados o concejales, ya fuera por medio de gobiernos de coalición o por pactos puntuales.

El Partido Popular hace tiempo que tiene una dudosa estrategia política instalada en la demagogia y la hipocresía.

En primer lugar, deslegitimando a Pedro Sánchez por haber accedido a la presidencia del gobierno mediante una moción de censura que es un método previsto en la Constitución que, no olvidemos, pone el foco en la confianza parlamentaria. Felón u “okupa” de la Moncloa fueron algunas de las lindezas dedicadas a Sánchez.

En segundo lugar, por su oposición lamentable en la que han brillado los argumentos ad hominem en detrimento de una oposición constructiva o simplemente responsable ante los grandes asuntos de estado. Más que argumentos, se han pasado cuatro años insultando al presidente del gobierno y lo más bonito que se le ha llamado ha sido perro.

Y, en tercer lugar, porque pretende tomar a los ciudadanos por tontos o por cortos de memoria. No, no gobierna la lista más votada. Gobierna aquel candidato que obtiene más apoyos en la investidura. Como gobernaron Díaz Ayuso y Almeida en Madrid en 2019; o López Miras en la Región de Murcia. O José Francisco García en Caravaca de la Cruz. Todos ellos, posteriormente, no necesitaron de ulteriores apoyos y refrendaron sus mayorías tras haberse fagocitado Ciudadanos.

Pero claro, ya sabemos que una cosa es predicar, y otra dar trigo.

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