Ya en la calle el nº 1041

Manuel Campos Magán

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Añade aquí tu texto de cabecera

Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ ANTONIO MELGARES/Cronista Oficial de la Región de Murcia
Hubo un tiempo antes y después de la guerra civil, aún recordado vagamente por los mayores, que bien podríamos calificar como la edad de oro de la economía caravaqueña, en que la industria del calzado ocupó a la inmensa mayoría de la población en diversos menesteres, pero todos ellos vinculados al mismo, desde el cultivo del cáñamo en la huerta hasta la puesta del producto en el mercado. Una época en la que no se conoció el paro y en la que el pleno empleo, tanto masculino como femenino, era la tónica habitual no sólo en Caravaca sino en toda la comarca Noroeste.


Uno de los industriales que mayor volumen de negocio desarrolló en el sector fue Manuel Campos Magán, nacido en abril de 1907 en La Carolina (Jaén). Tercero de cuatro hermanos en una familia en la que el padre falleció muy pronto, habiendo tenido que hacerse cargo de sacar adelante a los componentes de la misma trabajando desde los dieciséis años como comercial de la firma Almacenes Campos, de coloniales y derivados, que un tío suyo regentaba en Linares.
Llegó a Caravaca antes de la guerra civil por motivos de trabajo, como viajante de la citada empresa familiar. Aquí, el empresario Enrique López Bustamante, dueño de la Fábrica del Chocolate, lo contrató, y aquí conoció a quien, pasado el tiempo sería su mujer: María Marín Orrico, con quien contrajo matrimonio en 1940, estableciendo el domicilio familiar en la C. del Poeta Ibáñez donde vinieron al mundo sus cinco hijos: Pepe, Marielo, Manolo, Carmen y Rafael.
Tras su matrimonio abandonó el trabajo en la Fábrica del Chocolate y montó fábrica de alpargatas en sociedad con su suegra Consuelo Orrico López, en la Placeta del Santo, teniendo como socios a sus cuñados Eusebio, Rafael y Ramón, y llevando personalmente la dirección comercial de la empresa. Pasado el tiempo Manuel se independizó, abriendo fábrica en solitario y a su nombre en la C. del Poeta Ibáñez y expandiendo el mercado a la mayoría de las ciudades de Castilla-León, Madrid y Andalucía, dedicándose fundamentalmente a la venta a mayoristas a través de dos marcas comerciales que, aparentemente competían entre sí: Campos y Pelotari.
En el interior de la fábrica se llevaban a cabo faenas como el urdido de la suela, el cortado de la lona y el aperado. En ello trabajaron Evaristo Jiménez, Gaspar, Maravillas, Santos y Roberto Puertas entre otros. En la calle se cosía la suela por los alpargateros y también la lona a la suela, generalmente por mujeres obreras.
Pasado el tiempo y por necesidades de espacio, la fábrica se trasladó al número 22 de la C. Canalejas, a local adquirido al matrimonio formado por Miguel Martínez Asensio y Dª. Dolores Michelena. Allí se incorporaron al trabajo sus hijos Manuel y Rafael en los años sesenta, y allí permaneció la industria hasta la construcción del actual emplazamiento de la misma, en el viejo paraje de Las Cantarerías (junto a la carretera de Moratalla), convirtiéndose las antiguas marcas en la moderna Manuel Campos Magán S.A. de la que fue su presidente, siendo sus hijos mencionados secretario y gerente respectivamente. El volumen de fabricación y negocio obligó a ampliar el espacio en la carretera de Moratalla, en local adquirido a Los Canastas, y en la Estación, en local adquirido a los Vélez. Fue entonces cuando entraron a formar parte de la empresa José Vélez y Juan Jesús Andujar, esposos ambos de Marielo y Carmen respectivamente, derivando la misma a la situación actual y comercializando el producto bajo la marca Aixa una vez producida su jubilación a los 68 años.
Tras la apertura de los espacios productivos mencionados en la Carretera de Moratalla y la Estación se amplió considerablemente el volumen de negocio, con 15 viajantes que vendían el producto en el Norte de África. Estados Unidos y toda Europa, sobre todo en Alemania con calzado fabricado según las exigencias del mercado, con suela de goma y yute, con cosido escarpín y lona Mataró que ya sólo recordaban lejanamente el cáñamo.
Contó la empresa en sus orígenes para la distribución del calzado con un camión que conducían chóferes locales como Tesías y Barrancos, al que siguieron otros vehículos como un furgón Avia de 3.500 Kg de carga, y otros furgones que condujeron Antonio Arcas, Pepe Motos y otros que aún se recuerdan con cariño entre los miembros de la familia.
Física y anímicamente siempre fuerte, y sin dolencia corporal reconocida, Manuel Campos falleció a los 81 años, en noviembre de 1988, víctima de un inesperado infarto de miocardio.
A Manuel Campos se le recuerda como hombre entregado a su trabajo, que compartía su tiempo libre con una nutrida peña de amigos entre quienes figuraban Antonio Marín-Espinosa (Antoñiles), Amadeo Caparrós, Antonio Beltrán, Antonio Marín Jiménez (el de las Conservas), Martín Robles, José Solbes, Luís Zarco, Francisco Fresneda y Manolo Hervás, con alguno de quienes compartió la afición del tiro al plato y tiro pichón en concursos celebrados periódicamente en El Moral, en los que también participaba la vizcondesa Mari Trini. Así mismo, el citado grupo de amigos participaban en torneos de billar y dominó, organizados por ellos mismos en el Círculo Mercantil caravaqueño.
Nunca le atrajo la actividad política, y sí en cambio la desarrollada en actividades profesionales vinculadas a la cofradía pasional de Los Blancos y a la de San Antón, siendo uno de los que, junto a Pedro Barreras y Juan Elum, adquirieron la imagen de San Juan que procesiona en los desfiles de la Semana Santa local, obra del escultor murciano José Sánchez Lozano.
Junto a profesionales del ramo como Fernando Navarro, Alfonso López el Firma, Tomasín, Juan Celdrán, Mariano Martínez-Reina, el Alfalfa y el Rojo Coscorrones entre otros, colaboró en la dignificación del mundo del calzado local, incorporándose sin reticencia a los adelantos y cambios que iba demandando el mercado, con la mirada siempre en el futuro para el que en todo momento formó a sus descendientes. Su firmeza y decisión ante los retos de la vida, le permitieron ser uno de los activos más importantes que apuntalaron la siempre maltrecha economía local durante muchos lustros.

¡Suscríbete!

Recibe cada viernes las noticias más destacadas de la semana

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.