JAIME PARRA
¿Qué sería de un periódico sin sus lectores?
Desde la redacción de este semanario hemos querido conocer a algunos de sus lectores: aquellos que, tras hojear un periódico, lo analizan, subrayan, debaten sobre sus contenidos…
El 3 de octubre nos desplazamos hasta el Centro de Día de Moratalla, donde esa mañana, como cada viernes, Antonio ha entregado el último número de este semanario.
Candi Marín Lozano, responsable del centro, explica: «así comienza un ritual semanal al que siguen una serie de actividades que hacemos con el periódico. Los lunes por la mañana leemos los titulares más importantes y así damos a conocer la actualidad en la comarca y orientarnos en la realidad. Los martes por la tarde escogemos un artículo de interés para hablar sobre él y establecer un debate. Además, son de lectura obligada los artículos de los moratalleros Pascual García y Francisco Martínez. Por lo tanto, este no es un periódico cualquiera, forma parte de la vida de los mayores de este centro».
«La Noria del Salmerón» de Francisco Martínez; «Cotilleos» de Pascual García (que dio lugar a un extenso debate sobre los rumores); los novilleros Antonio Puerta y Juan Gabriel Pérez (que abrieron otro debate en el que en principio los usuarios del centro de día se mostraban partidarios de las corridas y, sin embargo, acabaron rechazando que mataran al toro); la falta de teléfonos este verano en Moratalla, que les llevó a recordar otra época en la que no existían; el pregón de las fiestas patronales de Calasparra, que este año lo pronunció el marido de una trabajadora del centro… estas y otras noticias publicadas en los últimos meses han formado parte del centro de día de Moratalla.
Nosotros solo podemos hacer nuestras las palabras con las que cierra Pascual García su artículo «A mis lectores del Hogar de Moratalla»: «Que me lean en Moratalla, que una persona inteligente como Candy lea a un grupo de ancianos, entre los que tal vez se encuentren mi padre y mi tío, las palabras que escribí de un modo inconsciente, sin vanidad y sin intereses espurios, es un galardón que no sé si merezco, pero por el que doy las gracias cada día».