Ya en la calle el nº 1037

“Los Odres: donde me enseñaron a ser maestro”

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HABLANDO CON MIS ALUMNAS nº 4

José Clemente Rubio García. Maestro Rural (jubilado)

Mientras que me acercaba al lugar donde quedamos, me viene a la memoria aquella niña modosa, rubia, con dos largas trenzas, con mirada limpia y muy trabajadora. No hacía ruido, pero su presencia llenaba el ambiente. De eso hace ya cerca de cuarenta años. Dudaba si conocería a aquella niña convertida en mujer. A la hora justa nos encontramos. Nos reconocimos y desde un primer momento empezamos a hablar y surgen los recuerdos en aquella escuela de Los Odres, del municipio de Moratalla.

Mari Nieves Marín López se me manifiesta como es y charlamos sin parar durante más de dos horas.

La escuela carecía casi de todo, pero una cosa recuerdo con mucho cariño: Los mayores ayudaban a los pequeños. Era como una gran familia formada por niños y niñas desde los cinco a los catorce años y con su maestro.

Mari Nieves, hace la EGB en la Escuela Unitaria de Los Odres. A los 14 años se traslada a Caravaca de la Cruz, residiendo en casa de una señora, muy normal por aquellos años cuando querían seguir estudiando y tenían que desplazarse.  En el IES San Juan de la Cruz hace Bachillerato y COU y en el IES Ginés Pérez Chirinos el Ciclo Formativo de Administrativo. Tras contraer matrimonio, se dedica a educar a sus hijos así como realizando todo tipo de trabajos temporales, ya que el administrativo no le gustaba. Mari Nieves siente que necesita una mayor formación personal y empieza a estudiar Magisterio en la especialidad de Educación Infantil. Se presenta a las Oposiciones, aprobándolas con muy buena nota, pero sin conseguir la ansiada plaza, esperando el poder trabajar de maestra que es su gran ilusión

La escuela que viví, me marcó para ser la persona que soy. Mientras estudiaba Magisterio, fui dándome cuenta de las carencias que teníamos en aquella escuela de Los Odres, no había materiales, muy pocos libros, un solo maestro que nos daba todas las asignaturas…y me daba cuenta de lo complejo que era su trabajo.

Mi infancia fue muy bonita, la recuerdo con mucho cariño. La carencia de casi todo, me hacía más fuerte. La calle era nuestro lugar de juego, pocos juguetes teníamos pero eran suficientes y la creatividad era nuestra fuente de diversión y, ahora, me doy cuenta que también era de formación.

En la escuela aprendíamos a restaurar, a pintar, a crear juegos y era un lugar donde estábamos como en nuestra casa, más bien, era una extensión y el lugar donde se hacían reuniones de todo tipo, siempre estaba abierta.

Me sorprende, como adulta, lo poco que necesitábamos para ser felices. Lo aprovechábamos todo y lo llevábamos a la escuela.

Recuerdo como el maestro nos trataba a cada uno como lo que éramos y creo que eso era y, debería seguir siendo, la fórmula mágica de desarrollarnos como personas. Necesitábamos de los demás y, al mismo tiempo, los demás nos necesitaban.

Te recuerdo José Clemente como maestro y que estabas presente en el pueblo. Tu semblante, el ayudar a los vecinos y estar siempre dispuesto para lo que fuera. La figura que me dejaste en mi alma infantil, no solo era la persona que enseñaba, si no que te sentía como uno más de la familia, como uno más del pueblo.

La conversación con Mari Nieves es un encanto, su facilidad de palabra, el verbo bien puesto, sus frases gramaticalmente perfectas, la profundidad en su contenido…, es como escuchar una conferencia sobre la Escuela Unitaria, lugar idílico de educación. Su defensa del aprendizaje natural, basado en lo que tenemos más cerca, donde cada niño y cada niña se desarrolla a su nivel, donde los pequeños aprenden de los mayores y el auto aprendizaje es una realidad. Su definición de la Escuela Unitaria desarrollada en el medio natural, donde el campo, donde la nieve, donde el agua, donde el barro, donde los árboles, donde las plantas, donde el sonido de los cencerros de las ovejas son parte del aprendizaje siendo la forma natural de aprender.

José Clemente siempre ibas un poco más allá de lo que era la enseñanza,  y si nos veías tristes, preocupados…, te sonreías, nos ayudabas. Tu labor, ahora como maestra lo veo, no era la de enseñar simplemente, era la de ayudar en nuestra educación, en transmitir valores de colaboración, de ayuda mutua, de lealtad y de hacernos felices con lo que teníamos y de lo importante que es el saber, el conocer, empezando por las cosas tan sencillas como descubrir la vida de los insectos, las plantas y salir a conocer otras cosas y, todo eso, intentando pasar casi desapercibido, sin hacer mucho ruido.

Gracias Mari Nieves por estas dos horas que hemos estado hablando.

Si volviera a nacer, me gustaría ir a una Escuela Unitaria y tenerte como mi maestra.

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