Ya en la calle el nº 1037

Los embarazos de la reina María Luisa de Parma y sus celebraciones en Caravaca

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Francisco Fernández García/Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz

La italiana María Luisa de Parma fue la última reina de España del Antiguo Régimen, llegando al trono por vía del matrimonio al caMaría Luisa de Parmasarse con su primo hermano el entonces Príncipe de Asturias, posteriormente Carlos IV. Nació en 1751 y estaba emparentada con la monarquía francesa, ya era nieta de Luís XV y prima carnal de Luís XVI, Luís XVIII y Carlos X. Sus padres fueron el duque Parma, Felipe, y la princesa Luisa Isabel de Francia, hija del rey de Francia. Carlos y María Luisa accedieron al trono en 1788, tras la muerte del rey Carlos III.
El matrimonio entre Carlos y María Luisa tuvo lugar en 1765, cuando contaban 16 y 14 años respectivamente, por lo que tuvieron que esperar 2 años para consumarlo y comenzar a vivir juntos. Uno de los principales deberes de los monarcas era proporcionar un heredero al trono, lo que se convirtió para la joven pareja en un verdadero quebradero de cabeza, ya que durante 23 años la reina tuvo 24 embarazos, de los cuales 14 llegaron a su final, aunque no todos sobrevivieron puesto que varios murieron sin superar la edad infantil. Ante un panorama tan desolador, la corona comenzó a ordenar a las principales villas y ciudades del reino, cada vez que la reina se quedaba embarazada, la celebración de ceremonias religiosas, generalmente rogativas, pidiendo por la salud de la reina, el buen desarrollo de la gestación y el «feliz alumbramiento». En caso de ser así, ordenaban igualmente la realización de ceremonias en acción de gracias. Además de los motivos expuestos, la realización de estas ceremonias conseguía un mayor reconocimiento entre la población de la dinastía reinante, lográndose con ellas cierta identificación con una población complacida tanto por lo piadoso como por lo lúdico y festivo.
En Caravaca existe constancia de la celebración de ceremonias de este tipo de ceremonias en varias ocasiones. La primera de ellas se produjo el 18 de julio de 1771, fecha en que el ayuntamiento decidió celebrar una solemne función religiosa pidiendo a la Vera Cruz por el embarazo de la entonces princesa. La situación era delicada puesto que en los pocos años de matrimonio que llevaba había tenido 3 abortos; en esos momentos, llegado al sexto mes de embarazo, se ordenó la celebración de una novena y rogativas en el mes de septiembre, pues se tenía entendido que ese era el último de gestación, coincidiendo con la festividad de la Cruz de 14 de septiembre. A estos actos fueron invitados el «señor vicario, su estado eclesiastico, comunidades y todas gentes de la primera distinzion, para que con el concurso de esta Villa, se manifieste su mas rendido y fiel afecto, como agradezidos vasallos». Días después, el 22 de julio, decidieron no esperar a septiembre y realizar de manera inmediata la novena y rogativa proyectada.
El 9 de septiembre se recibió una carta del Real Consejo de Ordenes ordenando nuevas rogativas y oraciones por estar la Princesa «proxima a entrar en los nuebe meses de su preñado», resolviendo hacer otra de 3 días de duración, haciendo coincidir el último con la festividad de la exaltación de la Cruz, «subiendo procesionalmente a la Real Capilla de dicha Ssma. Cruz». El nacimiento del infante el 19 de septiembre a las 5 y 12 minutos de la tarde fue comunicado al ayuntamiento de la entonces villa de Caravaca por una carta del Real Consejo de Ordenes que llegó el 3 de octubre. La alegría por la noticia fue inmensa, acordándose la celebración de una misa cantada y Te Deum en el templo de la Cruz el día 5 de octubre así como «repique de campanas la vispera y que todos los vecinos hagan y pongan luminarias y que se iluminen las Casas Capitulares en el mejor modo colgandose de tafetanes el testero principal de ella con un retrato de la real Persona, custodiandose por los caballeros capitulares y asistiendo la Musica de la Parroquial en el tiempo que dure la funcion, haciendose salva de Polvora suelta». El niño, bautizado con el nombre de Carlos Clemente, no llegó nunca a ocupar el trono puesto que moriría dos años y medio después.
El siguiente parto de la princesa fue también motivo de que se realizaran en nuestra población rogativas a la Vera Cruz implorando que no se presentaran problemas durante el mismo. Fue a principios de abril de 1775, consistiendo el programa en 3 días de rogativas públicas, oficiándose asimismo misas y preces en la Real Capilla de la Cruz, teniendo durante las mismas «descubierto y patente este Divino simulacro». También se decretó el toque de campanas durante los 3 días de rogativas y la víspera. El nacimiento se produjo el 25 de abril, dando a luz la princesa una niña que recibió el nombre de Carlota Joaquina y que con el tiempo llegaría a ser reina de Portugal. El nacimiento fue conmemorado en la parroquial del Salvador con una solemne función de acción de gracias con rezo de un Te Deum el 18 de mayo de ese año.
Idéntico programa fue el que se preparó en la siguiente ocasión, el 29 de julio de 1777, con motivo del nuevo embarazo: 3 días de rogativas públicas, misa y preces en la capilla de la Cruz con asistencia del vicario, clero y comunidades religiosas, además del consabido toque de campanas la víspera deL primer día y los tres de rogativas. El nacimiento de la infanta María Luisa Carlota, que tuvo lugar el 11 de septiembre a las 9’50 horas, fue comunicado al ayuntamiento de Caravaca por el Real Consejo de Ordenes, decidiéndose dar las gracias a Dios por «tan feliz suceso» con una solemne misa cantada y Te Deum, oficiados en la parroquial. El coste de las 4 funciones ascendió a 371 reales. Esta infanta falleció muy pronto, en 1782 a la edad de 5 años.
El 13 de noviembre de 1778 el rey dictó un nuevo decreto ordenando la realización de rogativas y oraciones públicas y generales por el feliz parto de la princesa. En cumplimiento de esta orden el concejo ordenó, como venia siendo ya habitual, la celebración de 3 días de rogativas y misas en el templo de la Cruz; comenzando en esta ocasión el 30 de noviembre. El 10 de enero del año siguiente se produjo el alumbramiento, dando a luz la princesa una niña, a la que se le impondría el nombre de Maria Amalia. El ayuntamiento caravaqueño agradeció el suceso con la celebración de una misa solemne con Te Deum en la parroquial del Salvador. El gasto de la función y rogativa ascendió a 287 reales y 25 maravedíes.
Otro nuevo embarazo tuvo lugar en 1780, acordando el ayuntamiento la celebración de 3 días de rogativas en la iglesia de la Vera Cruz a partir del 20 de febrero, cuando se acercarse el último mes de gestación. El nacimiento del niño el 5 de marzo, esta vez fue un varón al que llamaron Carlos Domingo Eusebio, se recibió con gran alegría pues venía a ocupar el primer lugar en la línea sucesoria de su padre, preparándose un amplio programa para festejarlo que incluían actos religiosos como una misa cantada y Te deum en la capilla de la Cruz el día 3 de abril, anunciada con repique de campanas la víspera para que asistiesen todos los vecinos y una procesión general por las calles de la población con la reliquia y otros festejos civiles como luminarias o descargas de pólvora, importando todos los gastos 995 reales. Desgraciadamente el niño murió a los 3 años dejando sin heredero masculino al futuro rey.
En 1782 se produjo otro embarazo de la princesa que fue objeto, al igual que los antecesores, de que se dispusiera la celebración de 3 días de rogativas en el Templo de la Cruz teniendo lugar la primera de ellas el 24 de mayo. La nacida en esta ocasión fue la infanta María Luisa, que recibió ese nombre en memoria de una de sus hermana fallecida cuatro días antes de que ella viniera al mundo. El alumbramiento se agradeció con una misa cantada y Te Deum en la parroquial.
Los siguientes embarazos de la princesa debieron de ocasionar iguales o parecidas celebraciones, no teniendo testimonio de ello al no conservarse los libros de actas municipales entre 1783 y 1787. El siguiente caso que tenemos noticia es el del infante Carlos María Isidro, nacido en 1788, aunque en esta ocasión hubo un cambio de escenario, puesto que el lugar designado para celebrar los acostumbrados 3 días de rogativas fue la iglesia parroquial y no la de la Vera Cruz como solía ser habitual. También fue en la parroquial del Salvador donde el 25 de abril se verificó la ceremonia de acción de gracias por el nacimiento de este infante.
Sería también en este templo donde se realizarían las ceremonias por el nacimiento de la infanta María Luisa en 1789, siendo este el primer parto de Maria Luisa en su nueva condición de reina. El último caso conocido tuvo lugar en 1791, celebrándose el nacimiento de una nueva infanta, llamada María Teresa, en la referida parroquial caravaqueña con una solemne ceremonia en acción de gracias.

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