Ya en la calle el nº 1040

Librerías de viejo, algo tan nuevo

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

ANA ANDÚJAR

La importancia de centros culturales en una ciudad es algo tan lógico como poco real en la práctica. Vivir de lo público se ha terminado, pero no así la ilusión de la gente que sigue con ganas de transformar una pequeña parte del mundo, y si hace falta empezar por el barrio, mejor.
Las librerías son el paraíso para cualquier amante de la cultura, si bien sólo algunas han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, en los que las nuevas tecnologías, otros entretenimientos o la sacrílega subida de impuestos asfixian a pequeños empresarios del sector tradicional. Sólo las que han aportado algo más a sus clientes, añadiendo actividades, talleres o cuentacuentos a su programación, o las que se especializan en alguna temática, parecen sobrevivir entre los gigantes de centro comercial.
Es el caso que traemos ahora, que puede que no sea grande, pero desde luego no es nuevo. La “Librería Mujeres” lleva desde el 1978 en marcha en Madrid (c/San Cristóbal, 17), cuando un grupo de 200 mujeres se reunieron en cooperativa en uFNACn tiempo en el que el derecho al divorcio, y cómo no, del aborto, eran tan utópicos como nos quieren hacer creer hoy. Especializada en feminismo y cuentos no sexistas, se marcaron como reto distribuir obras de autoras o de reivindicación política, pero también crearon la editorial “Horas y Horas”, para redescubrir obras feministas olvidadas y la asociación de librerías de mujeres “Una palabra otra” en los 90, o la Fundación “Entredós Amigas” en el 2002, donde realizan actividades, como el “Homenaje a Mujeres Republicanas” cada 14 de Abril. Lamentablemente, en la actualidad un problema entre socias destapó serios problemas y conflictos empresariales, como podemos leer en su blog-denuncia. Nos quedamos con la labor que durante muchos años ejerció como referente de los derechos de la mujer.
“Mujeres y Compañía”, también en Madrid, sigue la senda del colectivo anterior, una librería humilde de espíritu férreo, de temática igualmente feminista y espacio de encuentro. En nuestra región aún no existen locales privados que ofrezcan actividades de este tipo o de cualquier otra temática, algo nada reprochable conociendo la nula facilidad para “emprender” con una gran idea y seguir siendo viable. Son las asociaciones culturales como Puertas de Castilla en Murcia, El Jardinico en Caravaca, Adinor o Vadera Azul en Cehegín, el grupo de teatro Talia en Jumilla o el colectivo Bulle Bulle en Bullas los que completan un panorama cultural que no siempre es suficiente, pero que se nutre de la ilusión y esfuerzo de mucha gente.
Amamos las librerías sobre todas las cosas, aunque solo (¿solo?) nos aporten libros, y no podemos negar nuestra pasión por las librerías pequeñas o de viejo. Además de apoyar una causa común, estos negocios un símbolo de la lucha del pequeño negocio en un sector que fagocita al empresario particular: poco pueden hacer los libreros que han sobrevivido a tiempos duros ante multinacionales “de la industria cultural”, como Fnac (uno de los más criminales, vendiendo una atmósfera alternativa y joven cuando en la actualidad está despidiendo a sus trabajadores por ejercer su derecho a la huelga, contrata a estudiantes “en prácticas” a los que no paga, o cubre honorarios de 5euros/hora) o Corte Inglés, al igual que pasa con las pequeñas tiendas de música, cuando suben salvajemente los alquileres y el IVA. Apoyo por la cultura en general y solidaridad con el negocio local es lo que está en nuestras manos.

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