CARLOS MARTÍNEZ SOLER
Si hay una serie que representa la consabida frase empleada en el argot deportivo que reza, “lo importante no es cómo se empieza, sino cómo se acaba”, es la obra que hoy nos ocupa, Person of Interest, dejando claro de antemano que ésta no está cerca de su final definitivo, más bien de todo lo contrario, pero que al igual que un buen vino, hay que decir que ha ido mejorando con el paso del tiempo.
Partiendo de una premisa ya vista en otros títulos (vigilancia extrema de la sociedad como herramienta de seguridad) como Minority Report, V de Vendetta, etc., la que comenzó siendo un producto comercial, de esos que a mí me gusta llamar palomiteros, dirigido única y exclusivamente al disfrute y entretenimiento del público, ha pasado a ser una serie de mayor calado y profundidad, convirtiéndose en una de las gratas sorpresa de la temporada televisiva del año 2013.
Buena culpa de ello la tiene su creador, Jonathan Nolan, hermano del nuevo rey Midas de Hollywood, Christopher Nolan, y que ha sabido dotar a su creación de mayores recursos con el paso de los capítulos. Ahora no sólo tienen cabida en ella un ritmo acelerado y dinámico, una estructura narrativa fragmentada y unas escenas de acción perfectamente coreografiadas y filmadas, sino que a esto se le une una trama cada vez más sugerente, donde la vigilancia de la sociedad, la corrupción política, los grupos mafiosos, los pactos con tus enemigos y las muertes inesperadas tienen cada vez más presencia. Si a esto le juntamos un Jim Caviezel en un papel hecho a su medida, nunca los defectos de un actor han dado más provecho, una banda sonora musical sugerente y unos recursos-efectos digitales correctos, hacen de ese título un valor seguro, demostrando esa frase que tanto me repetía mi madre y que dice: “poquito a poquito se hace muchito”.