Ya en la calle el nº 1041

Las visitas del Rey Juan Carlos a Caravaca de la Cruz

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ ANTONIO MELGARES GUERRERO

La inesperada abdicación de S.M. el rey Juan Carlos I a mediodía del lunes 2 de junio actual, bien merece dejar a un lado el texto preparado para esta semana y acometer, de manera acelerada, otro conmemorativo del evento.
Las visitas a Caravaca de reyes y príncipes españoles no han sido frecuentes, pero si las comparamos con las realizadas a otros lugares de la Región de Murcia, e incluso a la propia capital, con excepción hecha de las de carácter castrense a San Javier y Cartagena, podemos sentirnos orgullosos de la presencia real en la ciudad.

Tras la visita documentada del rey Fernando el Católico en 1488 cuando, procedente de Lorca vino a postrarse al pie de la Cruz, tras la toma de Baza (en plena guerra de la reconquista Española), en el verano del año mencionado, quizás en cumplimiento de una promesa pues obsequió a la reliquia de la Stma. Cruz con una lámpara de plata que (muy transformada) aún puede verse en el presbiterio de su Real Basílica, nunca después había venido un monarca a Caravaca hasta el 29 de mayo de 1974 en que, siendo aún Príncipes de España vinieron D. Juan Carlos y Dª. Sofía. Era alcalde Mariano Rigabert Girón y hermano mayor de la Cofradía de la Stma. Cruz Juan Marín Fuentes. Su presencia fue breve, a media mañana de un día primaveral en que sus Altezas Reales fueron recibidos en la lonja del Castillo por las primeras autoridades locales, provinciales y diocesanas. El alcalde, que vestía uniforme de Jefe Local del Movimiento, hizo entrega del bastón de mando al Príncipe y su esposa, Juana Rigabert, (embarazada de su hijo Javier), un ramo de flores a la Princesa. Tras el recibimiento y saludos de rigor fue el propio obispo de la diócesis, a la sazón Miguel Roca Cabanellas, quien impartió la bendición con la Sda. Reliquia y la dio a adorar a los príncipes, quienes ocuparon durante la ceremonia un estrado en el crucero del templo y lado del Evangelio, flanqueados por dos miembros de la “Compañía de Armaos ” y una representación infantil de la Organización Juvenil Española (la popular OJE). Al concluir el acto religioso el alcalde Rigabert ofreció el escudo de oro de la ciudad y el hermano mayor una Cruz de Caravaca a cada uno y una placa conmemorativa de la visita. Acompañaron a los príncipes en esta ocasión el marqués de Alhucemas Manuel Sainz de Vicuña y García Prieto, recientemente fallecido, y el entonces Jefe de la Casa del Príncipe (que luego fue el primer Jefe de la Casa del Rey) Nicolás de Cotoner y Cotoner, marqués de Mondejar.
Seis años más tarde y siendo ya Reyes de España, D. Juan Carlos y Dª. Sofía volvieron a visitar la ciudad, concretamente el 6 de marzo de 1980. Era alcalde local Pedro García- Esteller Guerrero y hermano mayor el mismo Juan Marín Fuentes (en su segunda época). En este caso la visita fue más larga, también a media mañana, siendo recibidos los Monarcas en la Plaza del Arco (abarrotada de público y profusamente adornada con atuendos caballistas en los balcones y ventanas de la misma). El alcalde presentó a los concejales que integraban la Corporación Municipal a las puertas de la Casa Consistorial y en esta ocasión fue Mari Cruz Torres Boneu, esposa de García-Esteller, quien hizo entrega del acostumbrado ramo de flores de bienvenida a la reina Sofía.
Hubo discursos del Alcalde y del Rey en el balcón central del Concejo (en el suyo, el primer edil se refirió al Monarca como el mejor alcalde, el Rey, utilizando el título de una conocida obra literaria de Lope de Vega, y expuso, muy elegantemente, a la consideración de S. M. las reivindicaciones de la localidad en aquellos momentos). Los Monarcas quedaron complacidos del recibimiento y de la original ornamentación de la Plaza, con gualdrapas y mantos caballistas, varias pancartas de bienvenida y una sola reivindicativa en la que se pedía a Dª. Sofía una escuela de artes y oficios (que tiempo después se abrió y más tiempo después se cerró por falta de alumnado).
La siguiente parada fue en la Real Basílica de la Vera Cruz, donde el encargado de bendecir a las Reyes y al pueblo allí congregado fue el capellán Pedro Ballester Lorca. De nuevo los Monarcas ocuparon sitial en el mismo lugar del templo que la vez anterior, pero con dosel que guarnecía el escudo de la Casa Real. Al igual que el alcalde hizo entrega del bastón de mando local a su llegada a la ciudad, en la Basílica fue el hermano mayor quien les impuso la cruz insignia, como hermanos de honor de la Cofradía nombrados recientemente, firmando en el libro de honor de la misma. A continuación visitaron lo que entonces era la sala de orfebrería del Museo (instalada en la hoy capilla privada de la Stma. Cruz), donde el Cronista que suscribe tuvo el honor de actuar como cicerone. La despedida local tuvo lugar al pie de la escalinata de acceso al entonces Santuario, desde donde los Reyes se dirigieron al campo de fútbol en que les aguardaba el helicóptero que les trasladó a Murcia.
Como anécdotas de la visita mencionaré que el representante del Gobierno de la Nación, como ministro de jornada, fue Jesús Sáncho Rof, a la sazón ministro de Obras Públicas y amigo personal del hermano mayor Juan Marín Fuentes; y que entre el séquito de los monarcas figuraba el recordado Jefe de la Casa del Rey entonces, general Sabino Fernández Campo, además de quien luego fue ministro de Cultura, el historiador Ricardo de la Cierva y de Hoces.
De una y otra visita dieron en su día cuenta las revistas de fiestas de la Cruz, correspondientes a 1975 y 1980 respectivamente.
Las visitas del Príncipe de Asturias D. Felipe de Borbón y Grecia, en breve rey Felipe VI, se produjeron el 14 de febrero de 2001, y dos años después en el mes de septiembre de 2003, en cumplimiento esta última, de la promesa hecha a la localidad en el transcurso de la primera de ellas, cuando afirmó querer venir durante el Jubileo de 203, como así lo hizo. En esta ocasión visitó a exposición La Ciudad en lo alto, organizada por la Fundación Cajamurcia en la antigua iglesia de la Compañía y ganó el Jubileo en la Basílica; pero de ello me ocuparé otro día, con motivo de la proclamación del Príncipe de Asturias al trono español.

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