Ya en la calle el nº 1040

Las dos viudas de Boyer

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

GLORIA LÓPEZ CORBALÁN
Dicen que la vida esta llena de contradicciones. Eso debía de pensar el exministro Boyer, que llenó la suya de ellas, tan dispares como la noche al día, tan distintas como el blanco y el negro, tan extremas como empezar compartiendo wc enMiguel Boyer (dibujo de Gloria López) su etapa socialista hasta acabar en una mansión con ocho cuartos de baños. Tan rara como para empezar amando una mujer que se cortaba las flores ella misma para cambiarla por una mujer florero.
Su vida se partió en dos, tan distantes la una de la otra como de los ideales a los hechos. 21 años estuvo casado con Elena Arnedo, ginecóloga, activista de los derechos de la mujer y fundadora del primer centro de la mujer en España. 26 años con Isabel Preysler, tres matrimonios y un programa de televisión, sin más oficio que salir en las portadas del Hola.
Elena Arnedo nacería en 1946 en el madrileño barrio de Chamberí, hija de la escritora feminista Elena Soriano. A los 21 años se cruzó el amor en su camino de la mano de un brillante economista que le hizo números y le borró todas las ideas feministas de la madre, concretamente nueve, los meses que tardó en tener a su primera hija. Aún así no dejó de estudiar, se especializó en Ginecología.
Mientras ella estudiaba y criaba a los tres hijos de Miguel, llegaba a España una jovencísima Isabel Preysler huyendo de la inestabilidad de Filipinas. Nacida en 1951, llegó a Madrid con 18 años, directa al colegio de las Irlandesas de Madrid, de donde salió para casarse con Julio Iglesias, sin acabar los estudios de secretariado que había empezado. Eso sí, sabiendo donde colocar perfectamente los ferrero rocher en cualquier fiesta. Y así, mientras una pasaba páginas a libros de ginecología, la otra pasaba las páginas del Hola.
Mientras Elena luchaba por la independencia de la mujer en todos los aspectos, Isabel se retrataba en todas las portadas dando ejemplo de justo lo contrario que la otra predicaba. Mientras Elena fundaba centros de planificación familiar por España, Isabel tenía hijos para planificar la suya a largo plazo como medio de sustento. Tres hijos tuvo de Julio Iglesias a cual más famoso y ninguno precisamente por contribuciones a la humanidad.
Isabel vuelve a casarse en 1980 con Carlos Falcó, Marqués de Griñón, con quien tuvo una hija, Tamara, una fotocopia en miniatura de la madre que cada día se levanta con el firme propósito de estar más bella que el día anterior. Una tarea ardua.
Pero tanto vino y tanto marquesado aburría a Isabel, que se cansó de esperar al griñón al lado de la chimenea y en 1985 se separaban. Sin perder su elegancia, eso sí, ni la manutención de tanto hijo, lo que le permitía llegar a final de mes, justita, seguramente.

Dicen que fue en una fiesta, donde conoció al exministro y que se enamoraron. Dicen que ese amor fue el causante de la ruptura del matrimonio con Elena, dicen que desde aquel día no se separaron hasta la semana pasada que la muerte se llevó a Miguel Boyer.
Lo cierto es que Elena no volvió a hablar con él, ni sus tres hijos, que solo al tiempo pudieron perdonar al padre la traición hacia la madre. Elena siguió su vida, se casó diez años después. Nunca demandó la pensión para sus hijos porque ella, como le gustaba explicar “siempre he tenido mi trabajo, mi profesión, mi casa regalada por mis padres, mi vida’, Con el tiempo ha ido desarrollando una carrera brillante en el campo del cáncer de mama, como escritora y divulgadora. En las elecciones municipales de 2003 fue elegida concejala por el PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, ocupando desde la oposición la concejalía de Igualdad y Asuntos Sociales y fue viceportavoz del grupo municipal socialista.
Isabel, por el contrario, representó su papel en el cuore, sin más oficio ni avance que salir cada día más joven en las portadas del Hola, imagen de una marca de azulejos, seguramente de ahí su amor tanto cuarto de baño. Y mira tú por dónde que en todos los artículos ando robándole palabras al jefe y para la Preysler me van a faltar.
Total, seguramente a ella con una buena foto en portada le iba a sobrar.

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