MATILDE GUILLÉN LEÓN
Soy una de las ciudadanas que tuvo que llamar en la tarde del pasado lunes al 112, al verme sorprendida junto a mi familia por la fuerte tormenta que cayó en la ciudad de Murcia. Mi marido, mi hija de 5 años y yo, nos dirigíamos en dirección a la carrete
ra de La Alcaina, desde la redonda de El Tiro. De repente, una riada nos sorprendió; el agua nos llegaba a la luna delantera del coche, pasando matorrales, bloques de hormigón, incluso un árbol cruzó por delante de nosotros.
Pasamos momentos de apuro y agobio, pues los bomberos tardaron más de media hora en poder rescatarnos, ya que no les era posible acceder donde nos encontrábamos por la fuerza del agua, que los arrastraba. Al final, cuando empezó a ceder la tormenta pudieron sacarnos uno por uno. Afortunadamente para nosotros todo quedó en un susto, pero pudo no ser así.
Quiero denunciar públicamente que los ciudadanos no nos merecemos que se vean en riesgo nuestras vidas cada vez que llueva un poco fuerte en esta zona. Considero que esta catástrofe se podía haber evitado, ya que no es la primera vez que pasa en esa carretera. Es cierto que en Murcia llueve poco, pero cuando lo hace es de manera torrencial y supone un riesgo que hay que prever. La zona donde nos ocurrió es una zona donde no han faltado los pelotazos urbanísticos y donde la falta de planificación brilla por su ausencia.
Me pregunto, ¿Dónde estaban las medidas para la seguridad ciudadana? Si estábamos en alerta amarilla, por qué no se coordinó correctamente a la Policía y a Protección Civil para que se cortaran las carreteras que atraviesan las ramblas en cuanto comenzó a llover.
No se trata sólo del riesgo que supone para los bienes o para la desastrosa imagen que se da de Murcia, son nuestras vidas, vidas humanas, que no habría presupuesto en ningún Ayuntamiento para pagarlas. Por eso, pido por favor, a las autoridades que corresponda que solucionen este riesgo catastrófico antes de que haya que lamentar alguna tragedia.
