Ya en la calle el nº 1040

La prioridad es el empleo, no el déficit

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

JOSÉ MARÍA MARÍN MARTÍNEZ
Con la celebración del primero de mayo como telón de fondo, me parece oportuno reflexionar sobre los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) correspondientes al primer trimestre de 2013 que acaban de conocerse y que no por repetidos dejan de ser más escalofriantes: 6.202.700 parados, 1.902.00 familias con todos sus miembros en paro, casi 1.750.000 jóvenes menores de 29
años sin empleo, cerca de 600.000 personas mayores de 55 años parados que difícilmente volverán a encontrar trabajo, decenas de miles de jóvenes -muchos de ellos con una o varia carreras universitarias- que se van fuera de España en busca del trabajo que no encuentran aquí…, para qué seguir. El panorama es desolador y dibuja un escenario cercano a la asfixia. Y mientras tanto, el presidente del gobierno nos pide paciencia y, presionado por Alemania, sigue anteponiendo la rebaja del déficit a la creación de empleo.
A la vez, con la crisis como pretexto, el gobierno pretende llevar a cabo un ajuste ideológico –no sólo económico- que limita las libertades públicas (reforma educativa, despenalización del aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, etc.) y está aplicando otras reformas que desmantelan gradualmente el Estado del Bienestar, gracias al cual hemos podido disponer de una cobertura pública aceptable en la prestación de servicios esenciales básicos, a los que desde ahora muchas personas no podrán acceder por falta de recursos. Ninguna de las políticas sociales –Educación,
Sanidad, Pensiones y Dependencia- se ha salvado de estos drásticos recortes que están agravando todavía más el sufrimiento de los más débiles. Exactamente lo contrario de lo que el sentido común nos dice que hay que hacer en situaciones de enorme dificultad, como la que atravesamos, que no es otra cosa que ampliar mucho más la ayuda de los poderes públicos a las personas que más lo necesitan.
Si a todo esto sumamos los casos de corrupción que han salido a la luz pública y que afectan prácticamente a todo el entramado institucional (monarquía, poder judicial, miembros del gobierno central, miembros de gobiernos autonómicos de todos los colores políticos, partidos, etc.) no es de extrañar que los ciudadanos estén indignados y con el ánimo por los suelos, y que el grado de confianza de éstos en las instituciones del Estado haya caído en picado hasta llegar a niveles mínimos antes nunca vistos.
Ante esta situación de verdadera emergencia nacional, la creación de empleo debe ser, con diferencia, nuestra principal prioridad, y a ella debe supeditarse todo lo demás. A este respecto, cada vez son más numerosas las voces que desde todos los ámbitos han reclamado al presidente del gobierno la convocatoria de un encuentro entre la sociedad, partidos políticos, empresarios y sindicatos para alcanzar un gran acuerdo nacional sobre el empleo, pues sólo con políticas de austeridad no iremos más que al abismo.
Hemos recortado ya tanto que si no mejoramos el crecimiento y aumentamos el empleo, no generaremos nuevos recursos que nos permitan moderar el déficit, máxime si renunciamos, como ha hecho el gobierno, a aumentar la presión impositiva sobre las grandes fortunas. Dicho de otro modo, el problema no está ya en reducir los gastos –no nos queda ya margen para hacerlo sin suicidarnos-, sino en aumentar los ingresos, y para ello tenemos que crecer y crear empleo.
En la gestión de las situaciones límite -y esta, sin duda, lo es- es donde se ve la auténtica dimensión de un líder. Y mucho me temo que ahora, ni el gobierno, ni la oposición, ni la corona, ni ninguna otra institución, andan sobrados de líderes capaces de dar una respuesta adecuada a la gravedad de la situación. De repente, la Constitución, la monarquía, los partidos, sus líderes…, todo, parece que se ha vuelto trasnochado y viejo, y habrá que cambiarlos. “A grandes males, grandes remedios”, dice el refrán.
No pasamos precisamente por nuestros mejores momentos. Nos quedaba el fútbol, pero por lo que se ve, la Champions se irá a Alemania y Merkel ha dado trabajo a Guardiola.

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