Ya en la calle el nº 1040

La primera muleña que se atrevió a llevar pantalones

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Antonio Gabarrón/Archivero Municipal de Mula

Las décadas de los años veinte y treinta del pasado siglo fueron el inicio y la consolidación de los derechos de la mujer en España. Fue el comienzo de la toma de conciencia sobre su situación y de su posición nada ventajosa respecto a los hombres y eso se tradujo en una observación de la realidad con un sentido mucho más crítico. Desde entonces, no se conformaron, como hasta entonces había ocurrido, con contemplar esa realidad sino que, por fin, decidieron intervenir en ella. Terminada la década de los veinte, el feminismo ya se encontraba muy activo en las ciudades españolas, sobre todo en las grandes ciudades donde, a través de revistas, publicaron infinidad de artículos reclamando la igualdad. La proclamación de la II República en abril de 1931 permitió que esta preocupación por los derechos políticos pasara a un primer plano y mujeres como Clara Campoamor y Victoria Kent -a las que se les unió un poco después Margarita Nelken- iniciarían la normalización de la presencia de las mujeres en la vida política española.

Aunque, como hemos indicado, todo este movimiento fue mucho más activo en los grandes núcleos de población, otros núcleos menos importantes no se quedaron al margen y en ellos también surgieron figuras que lucharían por afianzar definitivamente la presencia femenina en todos los ámbitos. Si tuviésemos que concretar esa batalla de las mujeres por sus derechos en Mula, tendríamos que hacerlo en la figura de Fulgencia García Miñano, de quien tenemos noticias gracias a las investigaciones que llevó a cabo el historiador Juan González Castaño. Nacida en Mula en 1908, fue hija del médico Juan María García y de María Miñano. Luchadora precoz, antes de su mayoría de edad ya le estaba pidiendo la emancipación a su madre o, como signo de esa rebeldía, fue la primera muleña que se  atrevió a llevar pantalones. En 1931 obtuvo el título de perito mercantil y opositó al Cuerpo Auxiliar de Contabilidad. En 1936 se casó con Amós Ruiz Lecina, catedrático de instituto de Historia y diputado socialista por Tarragona desde el inicio de la República. El inicio de la Guerra Civil les sorprendió en Pollensa, donde estaban de luna de miel y en donde lucharían activamente por hacer fracasar el golpe de estado. Terminada la guerra, se exiliaron a México, como tantos republicanos españoles y en su capital su marido impartió clases y ella abrió una tienda de ultramarinos a la que pondría de nombre “La Murciana”. En 1949 nació María del Pilar, su única hija y, ya viuda, regresó a España en 1962, quedándose a vivir en Madrid. Murió el 31 de mayo de 1976, muerto ya Franco pero sin haber visto aún plenamente restablecida la normalidad democrática.

La labor literaria de Fulgencia se desarrolló sobre todo en su juventud, utilizando el seudónimo de Mari-Rosa y escribiendo en numerosos diarios españoles y americanos como el Heraldo del Segura, El Liberal de Murcia, El Noticiero Universal de Barcelona o El Correo de Galicia de Buenos Aires. En sus artículos siempre reclamó respeto, libertad e igualdad para la mujer, la necesidad de una reforma del Código Civil para que el voto femenino fuese posible o la superación de los prejuicios sociales, todos ellos escritos en un recio estilo periodístico y con una calidad literaria a la que nunca renunció.

 

 

 

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