Ya en la calle el nº 1041

La noria de Salmerón

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

FRANCISCO MARTÍNEZ LÓPEZ

Hay lugares en los que el tiempo parece haberse tomado un respiro, deteniendo su marcha para quedar colgado de las agujas de un reloj silenciosoNoria Salmerón e inmóvil, lugares adormecidos entre un paisaje que les cobija y les protege de la peligrosa mirada del hombre moderno. Contemplada desde la distancia, Salmerón, situada en los confines de esa Moratalla inmensa y solitaria, aparece como un óleo en el que tan sólo los pequeños matices nos indican que la vida fluye como el río que la atraviesa y la fecunda: la sombra del humo en la tierra, la niebla desvelando una montaña y el hombre, que a pesar de ser el autor de ese cambio, va dibujando el paisaje sin prisa, definiendo el motivo, determinando las proporciones adecuadas del lienzo y jugando con los colores de una paleta infinita. Desde el cerro del Monegrillo, un viejo volcán carcomido por el tiempo, observo la vieja noria de Salmerón, parece un barco encallado en una playa solitaria. La brisa que llega río abajo mece las espigas de un mar de arrozales verdes como el jade, ondulantes como las caderas de una mujer hermosa que con su sensual vaivén parece acunar a esta antigua estructura varada en un tiempo que ya no era el suyo, superviviente al naufragio de una época pasada, pero firme ante la tempestad de los años y a las mareas de un río viejo y sabio. Su alma parece guardar el secreto de la vida, el ciclo inexorable de nuestra existencia, el giro ineludible y eterno que nos recuerda lo efímero de todo y la permanencia de nada. Tan solo ella, en su recorrido perfecto, en su órbita continua y fugaz, marca el principio y el fin. Sus cangilones desvencijados y exhaustos van desgranado el tiempo como un reloj metódico y preciso: de la primavera al invierno, de la siembra al barbecho, del fangueo a la cosecha. La vieja noria de Salmerón, ajena a la urgencia de la vida moderna, sigue girando en un perpetuo desafío a la naturaleza, en un reto centenario al curso trazado por el tiempo y el espacio, elevando el agua una y otra vez hacia un cielo que se mira en el espejo de los marjales inundados de vida y asombrado ante tanta belleza.

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Un comentario

  1. Soy francés. Vinimos a visitar esta región con nuestra autocaravana, caminamos sobre el volcán Cancarix, visitamos las casas trogloditas de Salmerón, los hornos de azufre al lado. Tu artículo sobre la rueda es muy bonito, magnífico y poético. Muchas gracias.

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