Ya en la calle el nº 1040

La música y el baile en Otos, Benizar y Mazuza

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

José Clemente Rubio García
Caminando, caminando, vamos llegado a nuestra pieza final de este mosaico cuadrillero musical que empezamos hace ya unos meses, concretamente en octubre del año pasado. Completamos con esta octava entrega un trabajo realizado con todas y cada una de las cuadrillas de Animeros que pueblan esta CoLa música y el baile en Otos, Benizar y Mazuzamarca del Noroeste. Hemos hablado con mujeres y hombres que dedican su tiempo libre a disfrutar con una cosa que heredaron de sus mayores y que intenta transmitir a las generaciones jóvenes y eso es el baile y la música tradicional. Hemos viajado por toda la Comarca y tras ver, analizar, conocer, aprender, recordar mis experiencias personales vividas y tantas otras cosas, llegamos a la conclusión de que esto es sólo un primer mosaico de los siguientes que quedan por construir.
He querido dejar para esta última entrega, el narrar la tarde pasada con unos amigos muy queridos por mí y en un lugar que guardo gratos recuerdos: Otos.
Hace años, en un programa radiofónico, contesté a la simple pregunta que de donde era, con una larga respuesta, ya que nací en esa pedanía con olor a pimentón que es Espinardo, donde grandes plataneras nos indicaban el camino a Murcia, pero tras el devenir de la vida, creo que encontré mi lugar en el campo de Moratalla, donde, año tras año, me he sentido y me siento miembro de ese lugar tan extenso, tan agreste, donde aún se pueden ver y beber agua de fuentes cristalinas y remojarse en arroyos con agua fresca y limpia, observar las estrellas y la bóveda celeste en esas noches frías del crudo invierno, pisar la nieve y, en el caluroso verano, descansar y tomar el fresco bajo una noguera, un olmo… y que no se reduce a un simple territorio municipal, ni siquiera regional, sino que es parte de una realidad geográfica.
Elegí el primer día del verano, cogí el coche y empecé la subida hacia ese pueblo con vida que es Otos. Durante el viaje, no dejaba de pensar en los años vividos en él y me llegaban imágenes del pueblo, de sus gentes, de aquella fiesta del año 1981 por San José, de aquel fatídico 23 de febrero y que bajo una ligera nevada, íbamos de puerta en puerta recaudando el dinero suficiente para esas fiestas, de cómo nos enteramos de lo que estaba sucediendo en Madrid…, de aquella “emisora de radio” que sacó al pueblo de su aislamiento. Me vienen a mi recuerdo personas que estaban y ya no están, de caras de niños y niñas que yo hoy no podría reconocerlas, pero que quedan en mi interior. ¡Como olvidar cuando me acompañaron en mi boda con Dolores!…los kilómetros pasan y cuando empiezo a ver esos bancales preciosos de almendros de La Alberquilla, me viene a la memoria a esos maestros y maestras que tantas cosas compartimos en Benizar, en sus fiestas, en su colegio, en ese regalo de la naturaleza como es la Fuente de Arriba, de sus rincones blancos, llenos de flores y cuidados con sumo esmero por sus vecinos. La vista y el alma se engrandece con la aspiraciones de ser igual a esos gigantes de roca que defiende la integridad de sus vecinos y, cuando seguimos avanzando, se nos presenta el caserío de Otos, apretado, casa con casa, en ese mirador que nos sorprende sobre ese increíble paisaje donde vemos Casas de Requena, Mazuza… y ya empieza a resonar en mi recuerdo la voz de mi amigo Dionisio con su guitarra y cantando algo parecido a esto:
“Agonizando el canario,
le dieron parte al Chacón,
que venga y cante Juan Breva,
que canta mejor que yo
una malagueña nueva.”
La temperatura es algo calurosa, pero dentro de la casa hace un buenísimo estar. Estamos en casa de Dionisio, su mujer María le acompaña, pronto llega Salvadora y empezamos una larga conversación. Hablamos de las familias, del pueblo, de los tiempos pasados, del presente…, pero lo que interesa recoger, en esta ocasión, es esa parte tan importante y que impregna a esta sociedad campesina durante siglos como es la música y el baile tradicional.
Salvadora Navarro López y Dionisio Navarro Cantón nos llevan con sus recuerdos a tiempos pasados y sin olvidar los tiempos actuales.
El baile y la música siempre estaba presente en la vida y era la forma de relacionarse unos vecinos con otros.
En cada pequeño caserío siempre habían personas que hacían música, no es como ahora que se junta una cuadrilla para hacer un baile. Recuerdan que con poco y por cualquier motivo se juntaban los vecinos y pasaban la tarde o la trasnochá bailando al ritmo de una jota, de una malagueña o unas pardicas.
“María tu le robaste
a la manzana el color,
a la nieve la blancura,
a la luna el resplandor
y a la Virgen su hermosura.”
Los bailes era el momento de relacionarse los mozos y las mozas del lugar, de ir conociéndose, de hacer sus requiebros…, en el baile cabían todos. Los mayores sentados junto a la pared, mirando y observando la realidad con la experiencia de los años vividos, los músicos cantando y tocando, los boleros y boleras bailando, los críos y las crías jugando y…aprendiendo. No se recuerda que se hicieran baile de pujas por estos lugares, ni tampoco ningún tipo de ritual religioso ni relación con la Iglesia, aunque sí recuerdan los bailes que se hacían en Benizar, como población mas grande, y que acudía mas gente y se usaban algunos salones propiedad de la Iglesia.
Una cosa que se recuerda con cariño son los “juegos”, los llamados “Juegos de Cuadra”, donde ataviados con ropajes improvisados, maquillados con tizones, con aperos diversos, etc. inventaban y escenificaban escenas un tanto grotescas, picante y con doble sentido. A veces era motivo de conflictos, pero por lo general era el momento de que la carcajada era lo normal. Recuerdan en Otos a personas comoLa música y el baile en Otos, Benizar y Mazuza Montoya o Antonio Carreño, que con su ingenio hacía la delicia de todos los presentes.
Salvadora vivía en el cortijo de Las Nogueras y aprendió a bailar de ver a sus tías como lo hacían. Dionisio vivía en el cortijo de Casas Nuevas y los dueños traían a una mujer de Casas del Puerto, en el Campo de San Juan, a que le enseñaran a tocar y cantar a sus hijas. Viéndola y observándola aprendió a tocar la guitarra y a cantar. Se llamaba Engracia y cantaba de maravilla.
Era raro la cortijá donde no vivía algún músico, recuerdan a Florencio en el Castillejo, a Anica que en un principio vivió en Mazuza y más tarde en La Alberquilla.
En invierno y, sobre todo, por las navidades era cuando mas bailes se hacían, debido a esa festividad y que era la época del año donde menos trabajo había en el campo. Los mozos pedían permiso a los dueños de las casas donde había mas espacio. Pronto buscaban a unos músicos, invitaban a las mozas y el baile y la diversión estaba servida.
“Las mujeres son los diablos,
familia de Lucifer,
se visten por la cabeza,
se desnudan por los pies.”
Dionisio nos dice una y otra copla, su mujer, María, no se queda corta, pero toda copla está llena de poesía, muchas con doble sentido pero de una finura exquisita:
“Nunca digas mi mujer,
aunque te encuentres casado,
diremos nuestras mujeres,
será lo más acertado.”
En la década de los sesenta, estos pueblos fueron visitados por las llamadas “cátedras ambulantes” de la Sección Femenina, que sin entrar en su labor propagandistas del régimen dictatorial que vivíamos en todo el Estado Español, llevaron cierto tipo de actividades a estos pequeños núcleos de población tan alejados e incomunicados. Entre otras llevaban destinadas a las mujeres las llamadas “labores”, como podría ser la costura, bordados, etc. y enseñaron y desarrollaron los llamados “trajes regionales” y que las mayorías de la mujeres que sabían bailar se lo confeccionaron, y se formaron algo parecido a lo que se llamó los “Grupos de Coros y Danzas” y que con sumo orgullo portaban. A los hombres también se le hicieron adaptaciones de sus ropas, unificándolos a todos. Nos comentan que respetaban las músicas propias que se tocaban, no influyendo ni en sus letras ni en la forma de tocarlas ni bailarlas.
“Si quieres sé querer,
si me olvidas sé olvidar
y si me gastas desprecio,
yo también lo sé gastar.”
Las distintas malagueñas, así como las jotas y las pardicas eran las músicas que se tocaban normalmente y los instrumentos más usuales eran la guitarra, el guitarro, el laúd y la bandurria, así como las postizas, pandereta, , platillos y, dependiendo, del ritmo con la botella de anís, golpeteo de cucharas, etc. No era una cosa cerrada ni hermética.
Con la llegada de los nuevos ayuntamientos democráticos y siendo alcalde Antonio García Arias, además de conocer la zona, ya que ejerció de maestro en Mazuza, se interesó por su música, por sus bailes y les animó a juntarse todos los músicos de la zona formando lo que fue la Cuadrilla de Animeros de Benizar, Otos y Mazuza, grabando discos y saliendo a hacer música y baile donde eran invitados. El mayordomo que mas tiempo estuvo a cargo de la Cuadrilla fue Salvador Sánchez de Mazuza, ya fallecido, pero que se guarda un grato recuerdo por todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo y compartir gratos mementos con él. Una tarde, me comentaba como aprendió a bailar cantuseando y girando alrededor del su bastón de pastor que sujetaba a la manta que le protegía del frío y de la lluvia. ¡Que buena persona que era!. Recordamos a otros músicos, como a Cristobal de Otos, también fallecido, buen laudista, a Gregorio y a Salvador de la Fuente, a Pedro Mellinas, Juan “el Nuevo”, Antonio el panadero, Lucas “del Martínez”, Medel “el del violín” y tantos otros que sería muy larga la lista. Me dicen que por esta zona no había caserío donde no hubiera algún músico y, Benizar, al ser el mas grande, también lo habían como los que hemos señalado antes.
No podemos olvidar a los boleros y boleras: Salvadora, Salvaorete (ya nombrado), Antonia “hija de Martín”, Ramona, Salvador “de Juan Casa”,Pedro, Juana, Manuel “de Casa Requena” y un largo etc.
Actualmente no hay Cuadrilla como tal, pero si hay animeros, músicos y boleros que están ahí. Tienen mucho que aportar a la música y al baile tradicional y, desde este portal, les animamos a que no nos abandonen, que tenemos que pontenciar este rico patrimonio cultural que tenemos en nuestra zona serrana, que fue heredado de nuestros mayores por medio de la tradición oral.
“Ojos negros son traidores
y azules son embusteros
y los tuyos son legales,
que son los que yo mas quiero.”
Gracias María, gracias Dionisio, gracias Salvadora, por darme, por darnos lo mejor de vuestros sentimientos.

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