Ya en la calle el nº 1039

La mexicana familia Bermejo pierde a su gran bastión, Mili

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

PEDRO ANTONIO HURTADO GARCÍA

En presencia de sus hermanas, Tiki y Margie, quienes se convirtieron en excepcionales testigos de cómo se apagaba su vida en los brazos de Dan Greenspan, su esposo y reputado contrabajista. Así, de esa manera tan familiar, tierna y triste, es como se ha tornado el decorado para la despedida de una maestra del jazz mexicano, lo que ha teñido de oscuro y luctuoso color la “Casa Corazón”, como se denomina a la estupenda mansión de una artista inolvidable, con la que el país azteca no sería justo si no le rindiera el tributo de cariño y el homenaje patrio que de sus paisanos merece la siempre dulce, cariñosa y gran profesional de la escena musical, Mili Bermejo (año 1951, México/21-02-2017, Cambridge-Boston-Massachusetts-Estados Unidos).


Canciones con humanidad
El grueso de sus discos los inmortalizó en las instalaciones de “Producciones Pentagrama”, aunque en algún caso optó por discográficas independientes estadounidenses. Calificada como una mujer luchadora, imaginativa y con incansable ánimo de emprender nuevos proyectos, divulgaba mensajes sociales a través de la música, procurando que el amor, la esperanza, la ilusión, el entendimiento y la alegría entre los seres humanos, fueran el común denominador de los textos de sus canciones, hasta tal punto que esa discográfica principal mencionada, a la que dedicó la mayor parte de sus trabajos musicales, se sintió apoyada, respaldada e inmejorablemente representada mundialmente al contar en su seno con la aterciopelada voz, el carisma cariñoso y el arte incuestionable de esta mexicana que hizo del jazz bandera y de la música liturgia, pues tenía que notarse, cómo no, que su madrina era la extraordinaria e inolvidable peruana Chabuca Granda.
Aprendizaje continuo
Se encontraba retirada últimamente, renunciando a presentarse en clubes, salas de conciertos y demás instalaciones propias de sus actuaciones recogidas, cercanas y muy directas. Había optado por seguir aprendiendo, creyendo que nunca el músico debe conformarse con lo que sabe, sino que tiene, necesariamente, que seguir evolucionando, comprometiéndose, ofreciendo tanto o más de lo que recibe y apostando porque la música se encuentre fortalecida, alimentada, respetada y enriquecida en todo momento. Pero, además, practicaba, junto a su marido, diversidad de cultivos agrícolas en esa granja suya en la que los vegetales de todo tipo ofrecían un aspecto ambiental propio de la más atractiva postal y, encima, todo gestionado por sus propias manos y el afán de otorgar protagonismo a las plantaciones de todo tipo y naturaleza.
Testamento musical
Volvió a la escena con “Arte del dúo”, lo que ha venido a convertirse en su última grabación, pero también en el más claro “documento notarial de testamentaría” personal, un trabajo que ya culminó luchando contra el cáncer que le ha segado la vida a sus 65 años. Se sentía creativa y muy artista, porque, además, tenía meridianamente claro que el mundo comercial imprime enorme fuerza en este terreno musical en el que imperan los “Grammy” y otros grandes y muy poderosos premios que no están al alcance de muchos, buenos, considerados y muy distinguidos artistas para los que no queda espacio, porque la creatividad de las partituras es mucho más amplia y constante que la capacidad de premios o reconocimientos que el mundo pueda ejercer sobre ellos. Destacada y concluyente reflexión que hizo recientemente para comentar, a continuación, que “Arte del dúo” no era otra cosa que una fórmula en la que la artista se reinventa, una vez más, ofreciendo un tratamiento diferente a su música, si renunciar a su línea de género al brindar un producto, servido en terciopelo de buen gusto, en ese crítico momento en el que la vida, el consumo, la gente y el mundo, en su conjunto, se instalan en lo absurdo e incoherente, lo que nos deja una clara muestra de lo reflexiva, inteligente, comprometida y seria que ha sido esta mujer, cuya actitud y procedimiento profesional y de vida estaban presididos por la lógica más aplastante.
Su familia, el “Trío Calaveras” y Jorge Negrete
Y se ha marchado dejando pendiente la publicación de un libro en el que ofrece amplios conocimientos sobre la técnica vocal. Bob Blumenthal, gran crítico musical, dijo que “Mili Bermejo genera ese estilo en el que el jazz se abraza con la música latina con profunda elegancia y alma sentida”. No en vano, ella llevaba casi cuatro décadas en Boston agarrada al jazz, divulgándole en aquel entorno, así como en el resto del mundo, hasta llegar a convertirse en una auténtica maestra en las aulas de la “Berklee School of Music”, algo de lo que, ciertamente, puede y debe haberse llevado un gran sentimiento de orgullo. Es, seguramente, el resultado de haber nacido en una familia de músicos, tan prestigiosos como ella y algo más en algunos casos, iniciada por su padre, componente y fundador del mundialmente conocido “Trío Calaveras”, fieles compañeros musicales del “mexicano de oro”, Jorge Negrete, a lo que se unía la voz de su argentina madre, Luz, como cantante de tangos, mientras ella compartía su alma jazzística con sus no menos afamados hermanos Gladys, Margie y Tiki (cantantes) y Miguel (guitarrista), así como con grandes músicos de prestigio internacional, cuya relación sería interminable.
Junto a los mejores
Ofrecía tanta ternura su actitud que siempre se le ha reconocido que hablaba con frases dulces, con cariño constante y haciendo de su conversación una prosa poética delicada, agradable y celestial, como su habilidad para mezclar el jazz si dejar atrás las influencias argentinas de su madre, su tierra mexicana y todo el espíritu latinoamericano. Hemos mencionado “Arte del dúo”, pero nos caben, por supuesto que sí, otros discos como “Identidad”, “Casa corazón”, “Pienso el Sur”, “Tiempo de amar”, “De tierra” y una preciosa colección de plásticos y canciones que ella misma creó, salvo las “ayudas” que, en tal sentido, le prestaron autores de la insuperable talla de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Rafael Mendoza, Rubén Rada, Marcial Alejandro y otros “monstruos” que, como la mexicana, dieron vida, sentido y contenido a la música latina en todos sus géneros y variedades, buscado, en todo momento, la calidad y el anticonvencionalismo. Descanse en paz. Buenos días.

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