Ya en la calle el nº 1037

La industria editorial necesita de un marco de acompañamiento que apoye la creación y la divulgación

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FRANCISCO MARÍN/PRESIDENTE DEL GREMIO DE EDITORES DE LA REGIÓN DE MURCIA

“Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas, la gente correría a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvaciones eternas. Sí, salvación para sus pequeñas y atribuladas almas, Y no vea cómo cuesta que lo entiendan”

Irene Vallejo: El infinito en un junco

Con muchas ganas recibimos al comienzo de este otoño de 2021 la celebración de la Feria del Libro de Murcia, un encuentro que intenta salir del silencio al que se la ha enviado durante tanto tiempo que nos cuesta recordar cómo era esta feria o si alguna vez la ha habido.

Miro con admiración las 80 ediciones de la feria de Madrid, o las 54 de Valladolid, las 56 de Valencia o las 43 de Sevilla y en verdad no sé qué decir. Que algo deberíamos de hacer mejor en el futuro para crear un espacio de encuentro entre los libros y los lectores, un espacio de animación y divulgación, que acerque y cree vínculos de afecto y simpatía. Los libros son nuestro mayor tesoro, ahí guardamos la memoria y los sueños. En ellos inventamos y nos relacionamos. Constituyen un pilar de nuestra convivencia.

Hemos vivido un tiempo extraño, doloroso para muchos y antipático para todos. Se nos ha exigido que no nos relacionemos, que ni siquiera nos toquemos, y todo a cambio de una supuesta seguridad que no aporta más calor que el que se deriva de la tranquilidad de haber cumplido.

Mientras tanto, artistas plásticos, actores, músicos y titiriteros, escritores, editores y libreros, ante la imposibilidad del contacto con el público, han tenido que reinventarse para no salir de la escena, crear nuevas formas de comunicar y de exhibir, tener presencia sin estar y cantar en soledad con cara de alegría para hacer sonreír. Ese ha sido el guion. Y así hemos esperado a que regresase la actividad, con muchas ganas de  complacer y de volver de nuevo a estar donde siempre.

Empieza el otoño y se nos dice que ya se ha recuperado todo lo perdido en este tiempo, empleo, riqueza y actividad. Asistimos con estupor a catástrofe tras catástrofe y parece que solo tienen solución las que han venido de la mano de la naturaleza pero no las que lo han sido provocadas por la negligencia, la avaricia o la estupidez. Saber se ha convertido en un laberinto al que se puede entrar pero del que difícilmente se puede salir. Y ahí nos quedamos, a las puertas del conocimiento, de la participación en lo público, de saber y entender de lo que nos concierne y condiciona nuestras vidas.

Y ese lugar del conocimiento es el que abre espacio a la cultura y a la educación. A los libros, a la participación mediante la divulgación, a ejercer la libertad de escribir y de ser leído. Al derecho a saber y conocer.

Estoy hablando de libros, de producción de literatura y de pensamiento, de talento y de cultura. Eso es todo lo que abarca esta digna profesión. Se da la paradoja de que la producción editorial de literatura es la única de las artes no considerada cultura; ha quedado en un limbo encajado entre las infraestructuras y la exhibición escénica, representada únicamente por lo oficial, adulada cuando brilla y olvidada cuando solo respira.

El sector editorial trabaja con entusiasmo para hacerse un hueco en el interés de los lectores, en la proyección de creadores y en la formación de un entramado sólido que sustente la literatura actual. Casi una veintena de sellos editoriales de la Región de Murcia lleva años aportando riqueza y diversidad. Lo hace con valentía y generosidad, consciente de la dificultad del empeño aunque convencido de que hay sustento para continuar.

La industria editorial necesita de un marco de acompañamiento que apoye la creación y la divulgación. La realidad literaria es de gran interés en la región y fuera de ella. Hay calidad, valentía para publicar, ganas de innovar y  mucho desparpajo.

También el mundo editorial requiere de la complicidad y del entendimiento con los lectores,. Que nuestro trabajo sea entendido y, si merece la pena, valorado y apoyado. Enfrentar y competir con los grandes sellos es un reto diario que solo es posible con constancia, calidad y un plus de imaginación.
Desde el Gremio de Editores mostramos la voluntad y el compromiso de continuar una labor que, pese a las dificultades, merece la pena y contribuye a crear cultura y a asentar las bases de una sociedad más libre y formada.

Disfrutad la Feria, hagamos grandes los libros.

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