Ya en la calle el nº 1040

La importancia de las emociones negativas

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

Carmen M. Martínez Asturiano. Maestra de Pedagogía Terapéutica e Inglés en CEIP Los Rosales (El Palmar)

¡En la mochila!

Hoy ponemos sobre la mesa, a petición de numerosos docentes, un asunto en ocasiones olvidado; en muchas otras, poco valorado. Hoy hablamos de las emociones negativas y de su importancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los más pequeños.

La importancia de las emociones negativas¿Cuántas veces hemos escuchado expresiones tales como: “llorar es de cobardes”, sin dejar de lado la famosa: “si te enfadas, dos males tienes”? Tratando el tema con compañeros y amigos, todos llegamos a la misma conclusión: hemos nacido en una generación donde la tristeza, la decepción o el miedo han sido temas tabú; una generación en la que expresar un estado de ánimo negativo te hacía vulnerable.

   Afortunadamente, es cada vez más habitual ver cómo los centros educativos se implican, de forma sobresaliente, en temas relacionados con la inteligencia emocional. La excesiva carga de tareas, situaciones novedosas y frustrantes como la que estamos viviendo actualmente o características propias de la edad  hacen de nuestros alumnos, seres emocionalmente vulnerables. Ante esta vulnerabilidad entran en juego diferentes emociones negativas. Emociones, en ocasiones sin respuesta. Por ello, apostar por la gestión emocional, hace de los centros educativos algo más que un colegio. Dar a conocer de forma lúdica las diferentes emociones, convierte a los niños en conocedores de su propio tránsito emocional y les proporciona herramientas para la gestión de situaciones difíciles. 

 Cuando en clase tratamos la importancia de las emociones negativas, muchos son los alumnos que se cuestionan: “¿Si nos hacen sentir mal, por qué son necesarias e importantes?” Dar una respuesta adecuada a preguntas como ésta forma parte de nuestro trabajo, por eso, explicamos las emociones negativas desde el lado “positivo”, tratando de verlas como un mecanismo de defensa que nos protege de situaciones de peligro y que, sentirse triste, con ira o decepcionado es totalmente normal.

 En edades más tempranas, situaciones como sentirse solos en el patio o que un compañero no les preste un determinado juguete, pueden convertirse en la expresión más extrema de la tristeza o la ira. En alumnos de cursos más avanzados, la muerte de un ser querido, el miedo a no superar un examen o las disputas entre compañeros de clase, provocan determinadas emociones que necesitan ser gestionadas adecuadamente. Ya lo decía Daniel Goleman allá por la década de los noventa: “La tensión emocional prolongada puede obstaculizar las facultades intelectuales del niño y dificultar así su capacidad de aprendizaje”.

 Sin duda alguna, padres y maestros somos piezas clave en el desarrollo emocional de los más pequeños. Nos convertimos en su referente, y dar un buen ejemplo de gestión emocional nos convierte en el mejor espejo donde poder reflejarse. Pues siguiendo la filosofía pedagógica de compañeros de profesión como Jose Mª Toro: “De qué nos sirve que un niño sepa colocar Neptuno en el Universo si no sabe dónde poner su tristeza o su rabia”

Y yo me pregunto: ¿Y si lo estuviéramos haciendo bien?, ¿y si aprender a expresar la tristeza, la frustración y el mayor de los miedos, fuera de valientes? Ardua es nuestra misión, pero sin duda, merecerá la pena.

Dando voz a tantos maestros que luchan por una mejor y más bonita educación

 

 

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